América
Garnero, el DT que se hizo un nombre en Paraguay
Daniel Garnero supo que era necesario barajar y dar de nuevo. Optó por salir del país, buscar nuevos desafíos en un horizonte distinto, y así tomar un nuevo impulso. La experiencia en Argentina lo había agotado, fueron siete años de idas y vueltas, de algún logro esporádico, pero que seguían un guión inalterable. El director técnico no se pudo asentar allí hacia donde fue y decidió mudar su trabajo a Paraguay. Lo hizo en escalas, primero saltó a un club de objetivos llanos y alcanzables, y a partir de allí fue todo crecimiento. El hombre que supo erigirse en uno de los enganches más exquisitos del fútbol argentino noventoso, pudo transformar sus días en el fútbol guaraní. Tanto, que el póker de títulos conseguido con Olimpia lo atestigua como ningún otro acontecimiento.
El fútbol paraguayo sirvió como oxígeno. Aquel hombre que se sentía vacío tras su retiro, que no pensaba seguir ligado al fútbol así sea en la esfera más pequeña, de repente se vio obnubilado por la conducción. Se trató de años de crecimiento, desde la experiencia como ayudante de campo a la posibilidad de liderar un grupo, a ejercer la profesión como guía. Hoy en día, Asunción es la ciudad que utilizó como plataforma, el lugar desde el que revolucionó la liga. Así como sucede en otros casos, Sudamérica actúa como el mojón esencial desde el que se renuevan las energías. En Argentina quedaba poco por hacer, y salió con el objetivo de regenerarse.
Cuatro títulos nacionales consecutivos es el palmarés obtenido con el club blanquinegro, un gigante que solo había conseguido ganar tres campeonatos paraguayos en el presente siglo, hasta el desembarco de Garnero. Los números hablan por sí solos: lleva más de 100 partidos dirigiendo al equipo, igualó a un prócer como Luis Cubilla al alcanzar el tricampeonato, y se sitúa en el mismo peldaño que Alicio Solalinde al obtener el hexa. Una historia que solo se ve dañada por un pequeño tropezón, la caída en la final de la reluciente Copa de Paraguay, en 2018 ante Guaraní, precisamente el equipo en que también había escrito páginas doradas. Conduciendo los destinos del equipo aurinegro, logró el título de 2016 y lo coronó tras 32 años de sequía, y previamente al modesto Sol de América lo había clasificado a la Copa Sudamericana por vez primera.
Durante cuatro años y medio, generó un movimiento poco equiparable en el balompié de estos lares, aunque es cierto que otros hombres han trazado una pintura similar en el mismo país antes de sus retornos auspiciosos a Argentina. El caso más representativo es el de Gerardo Martino, ícono en Libertad y reconocido en Cerro Porteño, además de llevar a la selección albirroja a los cuartos de final del Mundial Sudáfrica 2010. Otro ejemplo que lo atestigua es el de Gustavo Costas, consagrado también en Paraguay y otros países como Perú, Ecuador y Colombia, antes de llegar a Racing. Quizás, la perspectiva de Garnero ha estado centrada en ellos cuando abandonó esta tierra y decidió apostar por ir hacia otro rumbo. En su aspiración de emularlos y comenzar a erigir su propia historia, lo está haciendo con creces.
El ‘10’ de la melena al viento, andar cansino y excelsa pegada no pensó que, una vez abandonó la práctica activa de jugador, seguiría ligado al fútbol. Una charla con Jorge Luis Burruchaga, quien había sido compañero en Independiente, fue clave para el enganche que había sido sucesor de Ricardo Bochini. “Realmente era impensado para mí ser entrenador, estaba con la cabeza quemada. Yo hacía el curso de DT sin estar muy convencido. En mi última etapa como futbolista, solo disfrutaba tomando mate con los utileros y los chicos que surgían. Por eso me retiré joven, a los 32 años, y me planteaba: ‘¿para qué voy a reinsertarme en un ambiente donde la paso tan mal?’”, expresó en entrevista con La Nación. La carrera del Dani solo duró una década y, contrariamente a lo que pensaba, la pelota le tenía destinada una vuelta de tuerca.
Sentía inseguridad de hablar ante un grupo, de poder generar un clima de trabajo y de bajar su mensaje, aunque esas dudas se disiparon cuando encaró su primera labor. La Reserva de Arsenal le permitió dar el primer paso; con jugadores como Hugo Nervo, Víctor Cuesta, Iván Marcone, Alejandro Papu Gómez y Darío Benedetto, compitió de igual e igual con los grandes y llegó a la cuarta colocación de la tabla de posiciones. Y lo hizo en el primer año en que los de Sarandí presentaron esa divisional. Luego, llegaron los días como ayudante de Burru en el club del Viaducto e Independiente. Las experiencias lo hicieron crecer, hasta que tomó la decisión de largarse en soledad. Estaba preparado. Incluso, su presentación no pudo ser mejor, el título de Suruga Bank que logró el equipo del viaducto.
La etapa como conductor del Rojo no resultó ser la esperada. Dirigió nueve partidos al club en el que había dejado estela como futbolista, y solo consiguió un triunfo. Su contratación había sido recomendada por César Luis Menotti, quien por entonces ejercía como mánager de la institución y fue uno de los entrenadores que marcaron al talentoso enlace (otro, Manuel Pellegrini, que en su momento lo llevó a Universidad Católica). Más tarde, llegó el primer gran logro, el ascenso con San Martín de San Juan, en una travesía que tenía escondido un riesgo, dado que eligió bajar de categoría para pelear el torneo en lugar de dirigir a un conjunto de primera con problemas de promedio.
Con el paso de los años, el hombre inseguro se transformó. Asume que lo más importante es que sus jugadores capten la línea que baja desde el cuerpo técnico, el cual integran otros argentinos como Andrés San Martín y Sebastián Rambert. “No es sencillo convencer y, cuando lo logras, es espectacular. Te da una satisfacción muy grande”, expresó en la misma entrevista. Su Olimpia reúne a muchos jugadores de demostrada experiencia, con el liderazgo y la cuota goleadora de Roque Santa Cruz. A él, se funden nombres como Antolín Alcaraz, Miguel Samudio, Rodrigo Rojas y Tabaré Viudez. El equipo tiene una idea propositiva, asume la iniciativa del juego, y su premisa parte de un mediocampo en el que los dos volantes abiertos juegan a pierna cambiada, para brindar opciones por dentro y dejar el carril a los laterales.
Tras la seguidilla de coronaciones y la frustración de la eliminación a manos de Liga de Quito en la última Copa Libertadores, el director técnico argentino asume que el principal desafío ahora es reubicar a Olimpia en el plano internacional. El club franjeado es el único de su país que ha ganado alguna vez el cetro continental, lo ha hecho en tres ocasiones, y el objetivo primordial pasa por volver a las primeras planas. Aunque, en paralelo, acepta que la competitividad fronteras afuera es más complicada. Allí se centra el principal reto del hombre que quiere seguir llenando páginas de gloria en Paraguay, y que hasta el momento no tiene apuro en volver y demostrar el aprendizaje de este camino en su país natal.
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- AUTOR
- Nicolás Galliari
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