América
¡Gol de Borja!
En el patio de la vecindad se encuentran el acaudalado chiquillo que se niega a ser compartido con su compañero de juego, un desaliñado y mal comido pequeño que tras varias súplicas consigue que le presten la pelota y poder emular los pasos del gran ídolo, y de esta forma soñar por un momento que se convierte en Enrique Borja y que anota un gol en un pletórico Estadio Azteca a pase del chileno Reynoso, un domingo al mediodía ante cualquier rival, pero vistiendo la playera crema del América.
Enrique Borja fue un delantero letal, quizás poco ortodoxo a la hora de encontrar la red pero eficiente en gran medida. Debutó en 1964 a los 19 años con los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y muy pronto el delantero de la nariz prominente y los goles por racimos se metió en el gusto de la gente. Esa gran relación con el gol lo llevó a la Selección Nacional.
Imagina debutar con tu selección en un Mundial, en un Estadio por demás histórico, marcando un gol y ante una potencia del balompié. Pues Borja lo hizo cuando con 20 años se presentó al mundo en el mítico estadio de Wembley, en la mismísima Catedral del Fútbol. Era el debut del siempre perdedor equipo mexicano en la Copa del Mundo de Inglaterra 1966, era el debut de un joven que había sustituido a dos referentes del ataque que México había perdido en la previa: Héctor «El Toro» Hernández del Guadalajara y Alfredo del Águila. Las miradas se posaban sobre el juvenil delantero mexicano que había debutado apenas dos años atrás con la Universidad. El rival era Francia y los aztecas aparecían como víctimas, sin embargo con gol de Borja, México debutó sin derrota por primera vez en un Mundial. Y el relato de Fernando Marcos pasaría a la posteridad cuando con sentida emoción expresaba «no la falles Borja, no la falles… ¡Gooooool de México, goooool de Borja!«.
A su regreso a México, Borja siguió haciendo las delicias de los aficionados Pumas, marcando un gol tras otro hasta acumular la nada despreciable cantidad de 69 en los cinco años que vistió la camiseta azul y oro de la máxima casa de estudios en el país. Sin embargo, la ascendente carrera de Enrique en los Pumas se vería truncada por un hecho impensado para el delantero. Tras el subcampeonato de la UNAM en la temporada 1969-1970 y el subcampeonato de goleo cosechado, la directiva americanista se interesó en el jugador. Él era el ídolo del odiado rival, una transferencia era sin dudas un yerro que quemaba en el corazón de los aficionados pumas que tenían plena identificación con el delantero, a Borja le pasaba igual, él era puma de corazón. En primera instancia se negó a pasar al cuadro americanista. Cuentan que por aquellas épocas a Borja se le vio llorar al saber que ahora vestiría de amarillo y trasladaría sus goles al Azteca.
Y tas un pleito que llegó incluso a los tribunales y en el que Enrique pasó a la historia con una frase que aún hoy día para los futbolistas no deja de tener vigencia, expresó su malestar al arrojar que él «no era un costal de papas» para que lo negociaran sin su consentimiento. Borja se enfundó la 9 de los cremas y no paró de anotar. En el América formó una letal dupla al lado del chileno Reynoso, figuras consumadas del americanismo. En su paso por el equipo de los cremas en donde jugó hasta su retiro en 1977 fue tricampeón de goleo y consiguió ganar la Liga en dos ocasiones y la Copa en otra más. Además anotó 101 goles en 191 partidos.
El «Cyrano de los (goles) imposibles» volvería a vestir la camiseta nacional en una Copa del Mundo, para 1970, pero no anotó. Aún así, Enrique Borja ha dejado escrito su nombre con la tinta imborrable de los goles, y figura como el sexto anotador histórico del Tri con 31 goles en 65 partidos. Números que superan a los del mejor delantero que ha dado México: Hugo Sánchez.
Ahora, cada vez que revivas las aventuras del Chavo del 8, no te olvides de Borja, un tipo que supo brillar en dos de los equipos más grandes de México y que tanta felicidad le brindó no sólo al Chavo, sino a una gran cantidad de niños que lo idolatraban.
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- Cultura Redonda
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