Grandes Arqueros
Grandes Arqueros: Jean-Marie Pfaff
Cuando se acerca el comienzo de cada cita mundialista, a los memoriosos (o melancólicos como les guste llamarlos) nos pinta el «viejazo» y empezamos a tirar nombres al azar, ya sea de grandes futbolistas o de aquellos que puedan sorprender, en este caso, en Rusia 2018. Sin dudas, que uno de los planteles que más promete por el material que tiene para competir es Bélgica, quien a fuerza de futbolistas jóvenes sueña con pegar el zarpazo. No obstante, el fútbol belga ya contó con una camada que los llevó a las primeras planas, la de finales de los ’70 y comienzo de los ’80. El pilar de aquel combinado fue Jean-Marie Pfaff, considerado el mejor arquero belga y uno de los mejores de todos los tiempos.
Miembro de una familia numerosa (doce hermanos y un padre que falleció cuando Jean-Marie tenía once años) nada le fue fácil. Es más, él siempre declaró «hasta que me casé, viví en una caravana. Las personas que viven en caravanas son fantásticas. Yo tuve una vida feliz con mis hermanos y hermanas. Ahí las personas buscan tener contacto unas con otras, son muy sociables». Incluso, una vez instalado en KSK Bereven, trabajó en la oficina postal y en una fábrica de tejidos para tener un bienestar económico, el fútbol era algo secundario, como un hobby. Luego de debutar, y ya casado con Carmen Seth, emprendió su propio negocio.
Volviendo al plano deportivo, llegó al club con 16 años y a los 18 tuvo su oportunidad de adueñarse del arco. Poco tiempo le costó demostrar su personalidad y su grandes virtudes bajo los tres palos. Fue pieza fundamental en la obtención de la Liga en 1978 y la Copa Nacional en 1979, además de ser galardonado en el ’78, como mejor jugador belga. Un año después sería uno de los pilares del seleccionado belga que salió subcampeón de la Eurocopa de 1980 en Italia, luego de estar ausentes en la edición anterior. Toni Schumacher, Karl-Heinz Rummenigge & Cía fueron demasiado para los dirigidos por Guy Thys y que se llevaron el trofeo continental para Alemania gracias al doblete de Horst Hrubesch.
España fue el escenario del mundial de 1982, donde Jean Marie Pfaff volvió a demostrar por qué era considerado uno de los mejores en su puesto. Con una actuación más que correcta, fue protagonista del debut sorpresivo frente a Argentina, que llegó a la península ibérica como último campeón. Erwin Vandenbergh marcó el tanto con el que los europeos vencieron a los comandados por César Luis Menotti, que además de contar con varios campeones, tenían a Diego Maradona y Ramón Díaz como las nuevas joyitas del fútbol albiceleste. Superó la primera fase tras quedar como líder del Grupo 3 pero los sueños se derrumbaron rápidamente en el siguiente escalón, donde se vieron doblegados por la Polonia de Zbigniew Boniek y la Unión Soviética. Luego de la eliminación en suelo español, Pfaff abandonó KSK Bereven tras diez años y se convirtió en nuevo jugador del Bayern Münich. Su debut en el conjunto alemán no fue el soñado, ya que lo hizo con un gol en contra. Sin embargo, no tardó mucho en adueñarse del arco de unos de los equipos más importantes de Europa. En el «Gigante de Bavaria» permaneció hasta 1988, conquistando tres Bundesligas de forma consecutiva y dos DFB-Pokal, además del subcampeonato de la Copa de Europa en 1987, donde perdieron la final frente al Porto por 2 a 1.
“México me convirtió en un héroe en mi país. Jugué contra los mejores equipos del mundo (…) Quería ser el mejor portero del mundo y lo conseguí»
A nivel selección, jugó la Euro ’84 y el Mundial de 1986. En el certamen continental, Bélgica poco pudo hacer frente a la Francia de Michel Platini, que le propinó un 5 a 0 contundente, y una Dinamarca que sería la base de la sorprendió dos años después en tierras mexicanas. Justamente fue en aquella edición donde Pfaff se consagró. “México me convirtió en un héroe en mi país. Jugué contra los mejores equipos del mundo y la organización del Mundial del 86 fue de los mejores. Allí hice el mejor trabajo de toda mi carrera. Quería ser el mejor portero del mundo y lo conseguí, fue la cúspide», fueron algunas de las declaraciones del portero años después cuando le consultaron por su momento cumbre. En aquel mundial Bélgica se topó con un Diego Maradona «extraterrestre» y se despidieron en semifinales, lo que significó la mejor participación de «los diablos rojos» en Mundiales. Por aquella actuación, en 1987 la IFFHS lo nombró como el mejor arquero del mundo, «superando» los laureles de 1983 y el mismo ’87, cuando se lo destacó como el mejor de Europa en su puesto.
Luego de su salida de Bayern donde permaneció seis años, el oriundo de Lebbeke regresó a la liga belga para defender el arco del Lierse SK, dondo solo jugó una temporada. Tras ese corto paso por el combinado de Lier, Jean-Marie se aventuró en el fútbol turco para alinearse en el Trabzonspor. Pero al igual que su paso por Lierse, apenas disputó una temporada, más allá de jugar más de veinte partidos.
Su estadía en Turquía fue lo último como jugador profesional. Una carrera de diecisiete años que tuvo sus grandes momentos, esos que lo llevaron a la cima en su posición. No obstante, «ese corto lazo» que fue su carrera fue lo angustiante para Pfaff, quien siempre recalcó que “Lo único que lamento es haber colgado los guantes demasiado pronto. El fútbol es duro, ¡pero muy hermoso!». Su excursión por los bancos de suplentes fue efímera, donde probó la suerte en el KSK Bereven pero no fue lo esperado, lo que lo llevó a tomar la decisión de alejarse del fútbol totalmente.
Un arquero que le marcó el camino a Michel Preud’homme y Thibaut Courtois, otros grandes exponentes del arco belga, y pilar de la primer gran camada de unos «diablos rojos» que buscarán en Rusia dar un volantazo a su historia futbolística.
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- AUTOR
- Claudio González
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