Grandes arqueros: Tony Meola
A Antonio Michael Meola siempre le gustó sobresalir, ser importante, incluso a veces llegaban a igualarse su pasión por el deporte con el objetivo de ser el centro de la escena. Tony, quien en la escuela jugó al básquet, béisbol y fútbol, tomó su primera gran decisión de adolescente, cuando debió decidirse por ser arquero o delantero centro, ya que jugaba en ambas posiciones. Se inclinó por la primera y tiempo después dijo que como delantero seguramente no hubiese hecho una carrera deportiva como la que realizó.
Hijo de padres italianos, provenientes de la Campania, su padre Vincenzo había jugado como profesional en el Avellino, así que el buen Tony tenía en los genes el soccer. En la preparatoria era un gran deportista, pero un flojo estudiante. Sin embargo, se las arregló para conseguir una beca (más como deportista que como estudiante, eh) para ingresar a la Universidad de Virginia, en donde se encontraría con Bruce Arena, el entrenador que lo llevaría más tarde a la Selección. Con 18 años (había nacido en Bellville, New Jersey, el 21 de febrero de 1969), comenzó a ser convocado al combinado norteamericano que buscaba jugar el Mundial de Italia 90, pero que a futuro estaba armando una selección competitiva para afrontar «su» copa, la que iba a organizar en 1994.
En Italia 1990, Estados Unidos se volvería en primera rueda, pero la figura de Tony Meola (que se comió ocho goles, cinco con Checoslovaquia) se había agigantado. Era un prócer, algo que a él no le desagradaba para nada. USA aún no tenía liga y, luego de varios años, logró crear la MLS, el 17 de diciembre de 1993. Sí, unos meses antes del Mundial, cosa que en la FIFA no gustó mucho, ya que la concesión del torneo era a cambio de organizar en lo inmediato una liga profesional. Pero mientras la federación de fútbol de Estados Unidos y la FIFA se miraban de reojo y tiraban declaraciones picantes por la cabeza, nuestro héroe fue a parar al Brighton de Inglaterra. Lamentablemente, querido lector, no le fue bien: jugó 11 partidos, nueve de ellos en la reserva. Increíblemente, el Watford aceptó hacerle una prueba, la cual realizó, pero nunca sabremos cómo le fue, porque unos días después debió volver a sus pagos al terminarse la visa de trabajo.
Al regreso a su tierra, se iba a encontrar con un torneo que aún no funcionaba (se jugaban partidos amistosos y exhibiciones) y que no lograba despegar con miras al Mundial. La gente no iba a los estadios y eso preocupaba mucho a los dirigentes, patrocinadores, jugadores y en la FIFA. Meola se incorporó al Fort Lauderdale Strikes, donde permaneció hasta 1994. Pero no sólo jugó al fútbol profesional, también lo hizo en el Buffalo Blizzard de la liga indoor. Un loquito lindo. Su paso por la MLS fue extraordinario y es considerado, aún hoy, como una leyenda de la liga. Varias veces estuvo considerado en el equipo ideal y en el 2000, su mejor temporada, fue el portero del año y el MVP de la temporada.
Pero volvamos a la previa del 1994. Decíamos que los dirigentes no sabían cómo hacer para que la gente vaya a los estadios e impregnar de la pasión del deporte a los aficionados. Entonces comenzaron a usar a los mejores jugadores, casi como modelos para hacerlos conocidos ante la gente. ¿Y qué hizo el buen Tony? Prestó su cara y nombre para un juego de Nintendo, un genio. Lamentablemente, ese juego fue catalogado en el top five de los peores juegos deportivos de la historia y en el top five de los peores juegos creados por Nintendo. Puede fallar, diría TUSAM.
El tan ansiado USA 94 llegó. Discreta organización, juego bastante flojo. Se disputó la final más aburrida de la historia. Para Estados Unidos fue muy bueno ver a su selección clasificada a los octavos de final, luego de empatar con Suiza, ganarle a Colombia (el tristemente famoso partido del gol en contra de Escobar) y perder con Rumania, lo que la colocó en la tercera posición. En octavos de final se enfrentó a Brasil, que le ganó con lo justo 1-0. Lo único que le dejó a USA ese partido fue el dolor de la eliminación y una cara nueva para Tab Ramos, luego de un descalificador codazo de Leonardo.
¿Quiénes fueron las figuras de Estados Unidos? Un tal Eric Wynalda, Alexi Lalas y, por detrás, Tony Meola. Pero el arquero era un rock star, la gente lo amaba y el correspondía a ese amor. Y nos tenía preparada una gran y loca sorpresa. Si yo le nombro a Nick Lowery, ¿usted sabe de quién hablo sin usar Google? Lowery era el pateador y estrella de los New York Jets de la NFL. No, no se me mezclaron las notas, es que el 18 de julio de 1994 (sí, un día después de la final del Mundial entre Brasil e Italia), los Jets anunciaron (vaya a saber uno porqué) que le otorgarían una oportunidad a Meola para que sea el pateador suplente del equipo. Lowery tenía 38 años y se perdía varios de los partidos.
Obviamente, Tony fue corriendo y entusiasmado a hacerse con dicha oportunidad, anunciando previamente su retiro de la práctica de fútbol (del soccer, usted me entiende). Él, que había sido un excelente deportista en su adolescencia (incluso fue drafteado por los New York Yankees del fútbol americano para jugar en sus inferiores), nunca había pateado una ovalada en su vida y eso se notó. Los Jets lo recibieron con los brazos abiertos y lo llevaron a un campamento de entrenamiento para que no pierda la forma y calibrara el remate. Nunca lo logró, tenía cierta potencia, pero todos sus remates se iban desviados. Hasta sus compañeros lo apodaron «capitán Hook».
Meola revisó su decisión de retirarse del fútbol y volvió a descolgar los guantes. Había pasado la Copa de 1994, la MLS estaba creada, pero la liga seguía brillando por su ausencia. Así que siguió jugando en equipos amateurs, en esta oportunidad en el Long Island Rough Riders. En 1996, por fin, llegó la primera temporada del certamen y firmó como el jugador franquicia de los New York Metrostars. Tuvo un gran andar y extendió su carrera muchos años, salvo un paréntesis en 1996, cuando consiguió una prueba en el Parma italiano, pero no quedó. Además de los Metrostars, jugó en Kansas City Wizards y New York Red Bull, retirándose en 2006. Pero, de todas formas, siguió actuando en la liga indoor hasta 2008, donde representó al New Jersey Ironmen. Ahí sí colgó los guantes definitivamente.
Se retiró como figura total de la recién nacida MLS, ídolo en la Selección, llegó a los 100 partidos, jugó dos mundiales (Italia 1990 y Estados Unidos 1994) y fue convocado como tercer arquero para el Mundial de Corea y Japón 2002. Además, como frutilla del postre, ingresó al Salón de la Fama del Fútbol Nacional en 2012. Luego del retiro, el querido Tony Meola, se dedicó a comentar fútbol para distintas cadenas deportivas de su país. También se dedica a entrenar equipos de la liga NASL, liga menor de fútbol en los Estados Unidos. Una figura que supo hacerse un nombre cuando el fútbol daba sus primeros pasos en tierras yanquis.
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- AUTOR
- Ricardo Maringolo
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