América
Guatemala: Vivir en desacato
El costado FIFA del asunto que pasaré a relatarle nos arroja un panorama concreto y repleto de papeleo judicial incriminador: La Federación de Fútbol de Guatemala se vio minada administrativamente hablando debido al recordado escándalo del FIFAgate que llegó a los medios masivos en 2015. Con sus dirigentes en el ojo de la tormenta –y su máximo mandatario Brayan Jiménez arrestado- dentro de un caso de corrupción global y que implicó la caída de varios pesos pesados, sería la propia FIFA, en la transición que implicó el fin de los años de Joseph Blatter y las realización de los comicios que dieron como nuevo mandatario a Gianni Infantino, quien determinaría a comienzos de 2016 la toma de posesión de una Comisión Normalizadora cuya misión sería regular la situación guatemalteca en tono a sus organismos vinculados a la redonda. ¿Les suena de algún lado?
El actor que aparecía en escena sería, sin embargo, el sistema judicial del país centroamericano. El Decreto 76-97 sostiene la moderación de todos los deportes federados de aquella nación. La intromisión del máximo organismo del fútbol se transformó en un obstáculo de doble filo: La FIFA no puede intervenir por el obstáculo legal, y el congreso no puede articular decisión sobre la Federación hasta que no articule una resolución, la cual se encuentra postergada por el receso de sus integrantes, situación que mantiene en pausa el accionar legislativo. Callejón sin salida para la Fedefut, que se toparía con una sanción durísima. El 11 de mayo pasado dictaminó la suspensión. ¿Qué significa esto? El equipo nacional estará inhabilitado de participar en cualquier competición oficial, así como sus equipos locales no tendrán permitido formar parte de torneos a nivel continental. Sabemos cómo se pone la FIFA cuando la política se entremezcla con el juego. El caso Guatemala deja a dicho país en el aislamiento futbolístico supremo.
Posémonos un poco sobre el contexto. Centroamérica y su fútbol. Quitaremos de este plató a México por cuestiones obvias, a causa de que su poderío es sumamente superior si lo comparamos con los países restantes en este sector de nuestro continente. Jugueteemos un poco en torno a esta idea e imaginemos que estamos en un salón de clases, donde rige la (cruel) jerarquía que todos vivimos en el secundario. Costa Rica es la chica más popular del curso. Inteligente, aplicada y bella, es el faro donde se reflejan todo lo bueno que puede sucederle a un integrante de aquel cupo: Proyección y progreso. Su mejor amiga, de buenas intenciones pero algo relegada, es Panamá. Su hogar fue testigo de escándalos que en este caso no nos incumben, pero en el fútbol aún es una gran historia que queda a punto de ser relatada. Su producción apuesta a abandonar la sombra y convertirse en marca propia.
Honduras es un chico que se sienta a mitad de la fila, es inteligente y sabe hacer buenos amigos, pero no sabe cómo conquistar a Cosa Rica, lo cual lo inhibe y no le permite mostrar todo su potencial. Con intermitencias de grandes jornadas y pronunciados altibajos, de vez en cuando intenta animar a Belice, el alumno extranjero que no habla el idioma y tiene dificultades en entablar amistades. El Salvador es un sujeto que repitió varias veces y cuyos profesores juran y perjuran que supo hacer grandes cosas en el pasado, pero hoy se encuentra cegado por problemas personales que le impiden reencontrarse con lo que supo ser. Nicaragua no habla con nadie y prefiere despuntar las horas de matemática en el fondo de la fila, jugando con su celular e ignorando el sistema que lo rodea. Y Guatemala los observa por última vez desde la puerta del salón, despidiéndose hasta previo aviso de sus compañeros. Su conducta irregular le valió una suspensión por parte de la dirección, que a modo corto mano corto fierro le dejo en claro que no volviera a aparecerse en el escenario hasta que no ordene sus asuntos.
Jamás participó de una Copa del Mundo. Aún corrían los años 80’ cuando dijo presente en un Juego Olímpico. No tiene lugar ni en la Copa de Oro ni en la Copa Centroamericana de este año. En esta última, su único título data del 2001. Su Sub-20 solo dijo presente en el Mundial del 2011, disputado en Colombia. Trepó a Octavos de Final, alcanzando dicha instancia de una forma insólita: Perdió 0-5 en el debut ante Nigeria, y luego poco pudo hacer ante Arabia Saudita, que le propinó un soberbio 0-6. Su último partido fue ante Croacia, cotejo en el cual logró una milagrosa victoria por la mínima gracias a un gol a diez minutos de final. Los sucesos de aquella edición juvenil le permitieron clasificar increíblemente como uno de los mejores terceros, aún a pesar de sus paupérrimos dos primeros cotejos. Portugal se encargaría de cortar su trayecto en Octavos.
Escarbar en información sobre el fútbol guatemalteco desnuda en un principio la carencia de proyección internacional que posee. Encuadrado en una eliminatoria donde los protagonistas suelen ser siempre los mismos, salvo extrañas excepciones, y sin jugadores de influencia en el Viejo Continente o en alguna liga de mediana consideración, la ausencia de peso en la esfera netamente comercial de la redonda es una condena. Casi tan feroz como una de la FIFA. Claro que no podemos responsabilizar solamente a las exigencias empresariales que incumben el mundo del fútbol respecto a las limitaciones del ítem guatemalteco. Existe un desorden en el ordenamiento del sistema que genera una escasa priorización de potenciar a los talentos locales y los emprendimientos de desarrollo propios, frente a la carencia de capital o la urgencia de resultados.
Pero abusar del recurso Wikipedia acoplado con algunos datos un poco más exactos que uno pueda encontrar el extenso sendero internauta no basta para interpretar que sucede en aquel lugar. Es por eso que emprendí la búsqueda de palabras propias de protagonistas. La primera parada fue una voz de acento argentino, pero corazón cercano a la vida en Guatemala. Fernando Gallo vivió el inicio de su trayectoria como futbolista profesional en Sportivo Italiano en los early 2000’s, pero mayoría de ella tomó lugar durante la década en que jugó en la Primera División guatemalteca, donde Cobán Imperial fue su primera escuadra. Gozó de dos etapas en Halcones Fútbol Club y son nueve los conjuntos que atestiguan haberlo tenido en sus filas.
«Yo llego a Guatemala gracias a una recomendación. Jugaba en Deportivo Maldonado de Uruguay y el técnico que yo tenía me viene a buscar para llevarme primero a Honduras». No es un detalle menor lo que nuestro amigo Gallo nos detalla acá. El enlace usualmente es creación de un conocido, DT o representante, que aproxima la alternativa de participar en el torneo guatemalteco. No es un platillo en el menú, sino que es algo un tanto más outsider a lo convencional: “En Honduras tuve un año no tan bueno para mí, desde el punto de vista económico también. Durante el año no cobramos. Estando ahí un representante hace contacto con Guatemala, un país que pagaba un poco más y que posee la capital más linda de Centroamérica. Hay mucha inseguridad igualmente. Panamá y Costa Rica están un poco mejor, en lo que es seguridad y eso. Yo tenía contacto con algunos equipos guatemaltecos, sumado a algunas recomendaciones de un técnico que me había tenido en Uruguay, y así llegué a Guatemala. Fue un año de adaptación, como había vivido en Honduras, pero con esa experiencia me resultó un poco más fácil. Llegué un 2 de enero y el torneo arrancaba en una semana. Aún no podía jugar pero entrenaba seguido y debuté haciendo dos goles. Mi relación con la gente fue buena desde ese momento. Las hinchadas son un tema difícil, hay muy poca paciencia”.
Retomo la mención anterior a la clase de arribo que puede tener un futbolista a la hora de poner pie en suelo guatemalteco. La oportunidad se da sobre una matriz de minimización de talentos juveniles, situación hija de un vivir urgente respecto a los resultados y la necesidad de manejar los costos bajo el lema de la austeridad: “Los jugadores llegan acá por ofrecimientos de representantes. En Guatemala no les interesa demasiado un jugador local con 19 años y, quizá, un futuro bárbaro. No apuestan tanto por los procesos. Van a lo seguro. Contratan a un jugador para seis meses o un año, esperando resultados desde el primer día. El fútbol en Guatemala, en diferencia al de Honduras, es un poco menos físico y menos rápido, pero con más público. En la liga hondureña tenés muchos jugadores de raza negra, más rápida y más fuerte en algunos ámbitos, algo no tan presente en la guatemalteca”.
¿Y los futbolistas guatemaltecos, que idea de proyección tienen a la hora de entablar sus carreras? ¿Qué ventajas y desventajas poseen? ¿Tienen alguna protección ante el libre juego de los nombres que importa la liga desde países como Argentina, Uruguay y Colombia?: “Los campeones de este último torneo perdieron el derecho a participar en competiciones de CONCACAF. Si quieren llegar a un Mundial primero tienen que solucionar eso. Hoy por hoy no tienen ningún tipo de participación a nivel total, clubes o todas las selecciones. El fútbol de Guatemala vive un recambio generacional que no se hace de la mejor manera. Perdió el fútbol el encanto. Los directivos apuestan por gente joven, pero no vinculado al talento y al futuro, sino que porque un jugador de experiencia pueden pagar tres o cuatro jóvenes. Cuestión de costos, son más manipulables… No es lo mismo pagar la entrada del clásico de Guatemala hoy que como era tres o cuatro años atrás. El tipo de espectáculo era totalmente distinto”.
Hablamos de la importación de talento netamente cuando una liga ve elevada su potencia gracias a extranjeros que se suman a sus equipos componentes. Sin embargo, hablar de esta experiencia en su totalidad también implica que el equipo nacional de dicho lugar comience a observar la posibilidad de incorporar a dichos sujetos mediante la nacionalización. No es algo exclusivo de los campeonatos de rodaje menor. El caso Italia es un ejemplo concreto. Y en cuanto a Gallo y Guatemala, un ofrecimiento pudo haberlo depositado en el once titular de la selección centroamericana: “En 2009 se me ofreció la nacionalidad. Yo tomé una mala decisión en el momento, ya que tenía trámites de nacionalidad italiana. Rechacé la opción de nacionalizarme por Guatemala porque no sabía cuánto tiempo iba a estar acá. Venía de salir campeón, hacer goles claves… Lo rechacé y me arrepiento. Tengo dos hijos guatemaltecos, y hubiera sido algo muy lindo para mi poder haber jugado en la Selección de su país.”.
No podríamos analizar este plató eludiendo la cuestión socioeconómica. Hacia fines del 2015, la pobreza en Guatemala trepaba a la escalofriante cifra de casi 60%, número que ha crecido en los últimos años al ritmo de la desigualdad social y la marginación. Los indígenas son los más afectados por esta situación, regada con inseguridad e inestabilidad administrativa, eco latente en el ámbito futbolístico. Sin ir más lejos, poco menos de dos años atrás renunció el presidente Otto Pérez Molina debido a acusaciones de corrupción vinculadas al contrabando aduanero. Su sucesor fue el vicepresidente Alejandro Maldonado, quien había tomado posesión del cargo apenas cuatro meses atrás. ¿El motivo? Reemplazaba a la ex vice Roxana Baldetti, quien había dimitido a mediados del 2015 por iguales motivos a Pérez Molina. “En cierto modo, acá está muy marcada la situación. Acá hay una clase muy alta, y después muchísima pobreza. No existe la clase media. En torno al fútbol se mueve mucho dinero, pero no se administró de la mejor manera. Ha habido mucha desconfianza e incluso captura del ex presidente de la Federación. Guatemala está en el ojo de la tormenta para FIFA. La sanción fue hace pocos días, pero el proceso normalizador llevaba meses. Las normas no se llevaron a cabo y ocurrió la inhabilitación”, sentenció el cordobés.
En las palabras de Gallo hay desazón ante la difícil situación actual del fútbol guatemalteco. Pero también esboza en sus líneas el pensamiento de que Guatemala es una gran historia que contar, solo que hasta ahora se ha topado con más villanos que héroes. Argentino de nacimiento, pero con un lugar en su corazón de aquí a la eternidad para el país que acobija a él y a su familia, este futbolista nos cuenta una historia que merece tener un mejor final. Y confiamos, efectivamente, en que lo tenga.
Nos despedimos cortésmente con Gallo desde el teléfono, donde su voz se pierde entre el corte de comunicación y algún sonido rasposo que nos regala la charla a larga distancia por teléfono de línea. La siguiente palabra de mi itinerario guatemalteco era dar con un periodista local que me aportase otra perspectiva del asunto. Bendito internet que burla distancias y nos permite colocar palabras en ojos ajenos sin movernos de nuestra habitación y gastando solo una módica suma para sustentar el recurso más preciado del ser humano post 2005: La banda ancha. «Las fuerzas básicas (las inferiores) de jugadores son vistas como un gasto y no como una inversión«, nos explica Carlos Marín, habitué periodístico de Ciudad Deportiva, ciclo de la FM 90.5: «Todo jugador de cualquier categoría aspira llegar a Comunicaciones o Municipal, que son los equipos que juegan torneo internacionales, pagan mejor y siempre son la base de Seleccion. En Guatemala, sin embargo, no se acostumbra a entrenar a doble turno, entonces en un día típico de un jugador es entrenar una vez al día y después estar libre. Algunos estudian, otros tiene negocios». Curiosa metáfora parece arrojarnos nuestro colega Marín en su última oración.
Le pregunto al consultado sobre la mencionada importación de jugadores extranjeros, algo que lejos de ser una rama de casos aislados, es pura realidad en el fútbol guatemalteco: «La mayoría de jugadores que vienen a Guatemala son sudamericanos, de Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia principalmente. Pero en la actualidad los de mejor rendimiento son mexicanos. Hay que mencionar que son jugadores de tercera línea. En algún momento vinieron jugadores como el ‘Bambino’ Vieira, Victor ‘Carucha’ Miuler, Richard Báez, Leo Díaz… Ahora hace muchos años que no viene de ese nivel«. La sed de información no se calma y es por eso que busco enlazar con Kike Rodríguez, quien es productor de Radio Emisoras Unidas, mítica señal de aquel país: «Los mexicanos se destacan en la actualidad, con los goleadores Agustin Herrera, Carlos Kamiani, David Izazola, Cesar Morales y Ricardo Rocha», corrobora él. “Sin embargo el mercado guatemalteco sigue siendo en su mayoría para uruguayos, argentinos y brasileños, a los que los directivos consideran más baratos que los guatemaltecos. Extraoficial se conoce que vienen por 3,500 dólares mensuales. Los contratos de los futbolistas no son públicos”.
Aproximándonos a la conclusión de este humilde reporte, no quería dejar ir a Rodríguez sin que me detallara un poco más sobre las diferencias entre el fútbol según el país de Centroamérica donde poseemos nuestros ojos. El ejemplo juguetón del salón de clases ya nos queda chico después de todo lo transitado: “Las similitudes son que los formatos de competencia son idénticos, con una temporada dividida en dos torneos, el apertura y el clausura, el poco apoyo de la iniciativa privada, los patrocinadores, falta de interés de los aficionados para toda la temporada, en Guatemala hay estadios que reportan menos de 500 aficionados por ejemplo, y la existencia de futbolistas con problemas económicos por falta de pago de los clubes.” ¿Y las diferencias? «Todos los equipos de Centroamérica compiten, pero Guatemala está suspendida por FIFA. Además, nosotros salvo tres o cuatro excepciones, no exportamos futbolistas«. ¿Y el futbolista guatemalteco, justamente, como vive en el lapsus de la no-exportación? «Entrena una vez al día por espacio de tres horas. Descansa todo lo que puede. Un 40 % estudia en las universidades o toma el curso para entrenador. Tiene problemas económicos por deudas de los clubes. Su relación con los fanáticos es buena pero trata de ser cuidadoso por hechos violentos que se han producido en los últimos años.».
«Al día de hoy la proyección es cero«, deduce en forma de clausura Kike Rodríguez y agrega: “No hay un plan o proyecto para desarrollar y estar en el continente. Ha afectado que Guatemala no ha asistido a un Mundial, y en torneos de CONCACAF se queda en las primeras rondas.”. Y así concluimos nuestra experiencia guatemalteca. Primeras rondas. Quien les escribe estas humildes líneas, solo reconoce las rondas de cerveza, y tras largas charlas con nuestros amigos de del otro lado del continente, ahora necesito una. La bebida corre por cuenta mía. El viaje, fue gracias a la banda ancha. Pero las conclusiones, querido lector, deberá realizarlas por su cuenta.
- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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