Historias
Gyula Grosics: Nunca es tarde para cumplir un sueño
Para comenzar a contar esta historia, me gustaría hacer un breve juego mental. La situación sería la siguiente, un partido amistoso entre un equipo húngaro y un equipo inglés. Defendiendo el arco del equipo húngaro, un hombre mayor, pero mayor mayor, 82 años para ser precisos.
Ya tienen la imagen en la cabeza, ahora pasamos a las precisiones: marzo de 2008, Budapest, Ferencvaros y Sheffield United, el hombre mayor era Gyula Grosics. Gyula Grosics fue el arquero de la mejor selección de Hungría de todos los tiempos. Por razones que ya detallaremos, nunca pudo defender los tres palos del club del que siempre fue hincha. Ya con solo pensar que el arquero de la mejor selección de Hungría de la historia, por ende, el mejor arquero de la historia de Hungría, siempre quiso jugar en el club mas laureado de su país pero no lo pudo hacer, tenemos que entender que algo extra futbolístico ocurrió.
Corrían los años ’50. Años en los que, insisto, Hungría llegó a formar el mejor seleccionado de su historia. No es menor el dato de los 32 partidos que se mantuvo invicto, finalista del Mundial de Suiza 1950 (convirtiendo 27 goles en cinco encuentros) y previamente ganador del oro Olímpico en Helsinki 1952.
Política y deporte
La situación política del país coincidió con la etapa socialista, por la ocupación soviética que se mantuvo con más o menos fuerza hasta la caída del muro de Berlín. El apogeo de la selección y la época negra del Ferencvaros coinciden plenamente con la etapa stalinista (1949 – 1956). El gobierno socialista decidió que los mejores jugadores debían ser repartidos entre dos clubes, el MTK y el Honved (club elegido para Grosics), relegando en este caso al Ferencvaros, ¿El motivo? Simple, el equipo del cual Grosics era hincha, representaba al nacionalismo tradicional.
No fue una mera coincidencia que los años de apogeo del seleccionado húngaro, fueran a su vez los años mas negros de la historia del Ferencvaros, que en la década del ’50 sólo consiguió ganar la Copa de Hungría en 1958.
Los Magiares Mágicos
Antes de llegar a la foto que nos trajo a contar esta historia, continuaré hablando de la película. Los Magiares Mágicos, así se conoció a la selección húngara en esta etapa dorada, fueron una selección que cambió el fútbol, todos defendían, y todos atacaban.
Todos se destacaban en aquel equipo, pero con solo nombrar a sus delanteros bastaría para dimensionar la potencia de esta selección: Sandor Kocsis y Ferenc Puskas.
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Además del título conseguido en los Juegos Olímpicos y del subcampeonato en el Mundial (que de no ser por «El milagro de Berna», partido en el cual Alemania Occidental sorprendió a todos ganando una final de manera inesperada), Hungría le asestó la primera derrota a Inglaterra a domicilio. El 25 de noviembre de 1953, en Wembley, fue un 6-3 que quedó para la historia.
Gyula Grosics, un adelantado
Llega el turno de hablar del protagonista de la foto. Gyula Grosics fue un adelantado, tanto en sentido figurado como literalmente. Comenzó a aplicar la idea de que el portero es parte del equipo y fue pionero en esto de salir jugando con los pies, o mismo salir más allá de los límites del área para jugar tiros libres que sirvieran para adelantar al equipo. El «arquero líbero», podemos decir, nació de Grosics.
Pese a no estar totalmente de acuerdo con el régimen socialista, Grosics decidió quedarse en su país, al contrario de lo que hicieron otros jugadores de la selección que se fueron a jugar a otros países. Como el caso de Puskas, que emigró a España para no volver, lo que le valió ser juzgado como “traidor a la patria”.
Los últimos años de su carrera fueron defendiendo el arco del Tatabanya, siempre lejos de su querido Ferencvaros. El último partido con la selección de Hungría lo jugó el 14 de octubre de 1962, triunfo 1-0 ante Yugoslavia en Budapest. Ese mismo año, dejaría la practica profesional del fútbol.
La noche que cumplió su sueño
Fue una puesta en escena, un homenaje en vida, a quien fuera el mejor portero en la historia de Hungría. Gyula Grosics, vestido con un buzo negro, como el que solía utilizar para jugar (vestimenta por la cual recibió el apodo de «Pantera Negra»), se paró bajo los tres palos del arco del estadio Albert Flórián y, a los 82 años, 46 después de su retiro, pudo cumplir el sueño de toda su vida.
No llegó a estar un minuto en el campo de juego, pero el simbólico homenaje fue muy emotivo, y Grosics pudo recibir la ovación de los más de 8.000 espectadores que acudieron al estadio para ser parte de la foto.
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- AUTOR
- Matías Zampini
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