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Hapoel Katamon: Un club que une en medio del caos
Banderas del Che, Marx y Engels en la tribuna, tener la primer mujer presidenta de un club, una escuela de futbol que junta niños musulmanes, judíos y cristianos en un convulsionado Jerusalem y un club donde los propietarios son sus propios hinchas. Todo eso (y mucho más) es el Hapoel Katamon Jerusalem F.C. Pero ¿Cómo se gestó un club así? Bueno, para eso debemos entender su pasado.
El hoy llamado Hapoel Katamon nació en los años 20 como Hapoel Jerusalem y, como el resto de clubes en Israel, su fundación estuvo directamente ligada a la política. Si los clubes que llevaban “Beitar” en su nombre eran identificados como los conservadores y los “Maccabi” los liberales, los “Hapoel” estaban relacionados con la izquierda. Vinculados directamente con el Histadrut (una unión de sindicatos socialistas) y con el laborismo (partido que proclamó la independencia de Israel y que gobernó durante varios años), el Hapoel Jerusalem era un equipo sin demasiados logros deportivos pero de los más populares en el país. Sin embargo, en los años 70 la mayoría de los clubes en Israel fueron comprados por empresarios y el Hapoel no fue la excepción. Ese sería el comienzo del fin.
En su caso, su caída estuvo bastante ligada a la política del país. Después de 30 años en el poder, el laborismo perdió en 1977 las elecciones por primera vez frente a la derecha. Eso provocó que tanto el partido como el sindicato no puedan hacerse más cargo de los Hapoel, lo que provocó una reducción en presupuestos drástica y con ello, llegaron las privatizaciones. Al Hapoel le obligaron a vender su estadio, ubicado en el barrio de Katamon (por eso el nombre actual) y aun así casi acaba en bancarrota. En 1993 Yossi Sassi y Victor Yona, contratistas de la construcción devenidos a millonarios, decidieron comprar el club. Ambos eran hinchas del Beitar. Con su llegada no solo no se mejoró, sino que fue para peor. Todas las temporadas luchaba por no descender a la Tercera División e incluso un partido llegó a jugar de local con sus hinchas fuera del estadio ¿La razón? Desde el club se habían olvidado de contratar a la seguridad. En 2007, el Hapoel finalmente descendió a Tercera. Ese mismo día, un grupo de hinchas crearía el proyecto más ambicioso del futbol israelí.
Uri Sheradsky, periodista e hincha del Hapoel, publicó en ese fatídico 2007 una nota en la revista “Shem Hamisehak”. Allí, Uri narraba cómo le contaba a su hijo las razones por las que seguía amando a su club, a pesar de los malos momentos. Por eso, en ese mismo artículo ideó una propuesta salvadora: Que cada socio aporte 1.000 shekels (unos 250 euros) y juntar lo máximo posible para hacerle una oferta a Sassi y comprar el club. “Varios hinchas tuvimos una reunión en mi casa y decidimos proponer a la afición del club juntar el dinero suficiente para comprarlo” contó Eitan Perry, portavoz del Katamon. En aquella reunión, después que el equipo descendiera a Tercera, Uri estaba presente y propuso su idea. En pocos días, los hinchas juntaron más de 100.000 euros y se presentaron en el despacho de Sassi para hacerle una oferta. Su respuesta fue rotunda: No tenía ninguna intención de vender el club, menos aún a ellos. Debían buscar un plan B.
Primero fue comprar un equipo de Cuarta División trabajando en cooperación con el club Mevasseret Zion, pero las cosas no salieron del todo bien. “Pecamos de inexpertos y las desavenencias con ellos hicieron que votásemos comprar otro club y empezar de cero” confesó Perry. Fue allí donde crearon, en 2009, el Hapoel Katamon Jerusalem F.C., en honor al barrio donde estaba su antiguo estadio. Todos tenían bien claro cuál era el espíritu del nuevo club: Recuperar los valores de su antiguo equipo y, sobretodo, crear una comunidad que simpatice con esos valores. Pero eso no iba a llegar solo, por eso sabían que debían llegar a los barrios, al pueblo que en algún momento gestó esa identidad que se había perdido.
En lo deportivo, el club no hizo más que mejorar: En tres años pasó de jugar en la Quinta División contra equipos amateurs a jugar en Segunda y enfrentarse a su antiguo equipo, aquel que hace unos años eran sus más fieles hinchas. En su primer enfrentamiento, el Katamon ganó con un gol en el último minuto. “No sabíamos cómo celebrar la victoria, en el fondo habíamos ganado a nuestro propio equipo”, comentó Eitan. En 2014 tuvo una mala temporada y acabó descendiendo a Tercera, pero al año siguiente volvió a Segunda siendo campeón del torneo. El éxito deportivo ayudó también a atraer más hinchas al club. El equipo pasó de jugar como local en una cancha de la Universidad Hebrea a mudarse al Teddy Stadium, estadio con capacidad para 34.000 espectadores y donde juega habitualmente la Selección de Israel. Pero quizás el triunfo más grande en lo deportivo para los hinchas del Katamon haya sido cuando contrataron a Shay Aharon, quien había sido capitán del Hapoel Jerusalem durante varios años. No lo convencieron ni con un gran contrato ni prometiéndole éxitos deportivos, sino con ser parte de una identidad colectiva. “Mi gente quería hacer una revolución, por eso me apunté”, dijo después de firmar.
Y es que el Hapoel Katamon no es solo futbol. O mejor dicho, es mucho más que un club de fútbol. “Lo que nos caracteriza son nuestros valores que son el pegamento del club, tanto para los jugadores como para la afición. Para nosotros el fútbol no es solo un deporte, sino una identidad comunitaria”, explicó Aharon en una nota del diario AS en 2018. Quizás por eso no sorprenda que es el único club donde todos sus jugadores tienen una clausula en su contrato donde deben cumplir al menos 40 horas al año en los distintos proyectos sociales del club. A pesar que no se definen como una institución “de izquierdas”, la lucha por unir a una sociedad dividida y su postura en contra de la intolerancia está más que demostrada: Fueron el primer equipo en tener un israelí árabe en su plantel, son el único club de Jerusalem en tener fútbol femenino y en 2015 cambiaron el nombre de sus equipos femeninos al de Shira Banki, una chica de 16 años que fue asesinada mientras se manifestaba en la marcha del orgullo gay. Dentro de una conflictiva Jerusalem, donde el racismo, las disputas religiosas y la violencia están al acecho, el Katamon abre sus puertas a todos.
Sin embargo, su gran proyecto integrador es el de la “Liga de Vecindades”, un campeonato infantil donde reúnen a colegios de toda la ciudad con equipos femeninos y masculinos, tanto árabes como judíos. Todos entrenan dos veces por semana en sus escuelas. Una vez al mes se juega el torneo y por cada hora de futbol, chicos y chicas deben hacer una hora de deberes, donde trabajan con voluntarios del club. Si se portan mal, no hay fútbol. Se juegan partidos de diez minutos, donde la única regla es disfrutar de jugar, sin disputas políticas ni religiosas de por medio. “Tuvimos una ocasión en la que los padres de los asentamientos no querían que sus hijos judíos jugaran con los niños árabes, pero los niños les dijeron a sus padres: ‘Queremos jugar, son nuestros amigos ‘” comentó Eitan Perry en una nota de CNN en 2015. Dafna Goldschmidt-Cohen fue la primer presidenta de un equipo en Israel, elegida en una asamblea donde participan todos los socios del club y cualquier discusión pasa por el mismo. Ella estuvo a cargo de este programa y destacó su importancia para el futuro de Jerusalem, al que ella llamó “la generación Katamon”. “Queremos dar oportunidades a los jóvenes de los barrios judíos y árabes para que se conozcan entre sí, sin distinción de fe, género o práctica religiosa”, aclaró.
En mayo de este año, el Hapoel Katamon logró su mayor anhelo desde que se creó. Después de vencer por 2-0 al Ness Ziona, se consagraron campeones de la Segunda tres fechas antes y decretaron su ascenso a la Premier League, la máxima división del futbol israelí. Meses antes, el Hapoel Jerusalem, aquel que Sassi no quiso venderles, acabó en quiebra. Los hinchas del Katamon lo unificaron a su club con un eslogan que lo dice todo: “Hapoel Jerusalem-Club de Hinchas”. Casi a la par, en la primera visita de Alberto Fernández a Israel como presidente de Argentina, uno de los socios fundadores del Katamon pudo hablar con él y le entregó una bufanda y una camiseta del equipo, mientras le contaba la increíble historia de su club. “Le expliqué que “Hapoel” significa “obrero” y que buscamos revertir la tendencia de clubes privados a clubes de socios. El presidente dijo que en Israel ahora es hincha del Katamon”, declaró Enrique Rosenburt, un rosarino que se mudó a Jerusalem y pronto se enamoró del Hapoel y su historia. Enrique (o Kike, como lo conocen en la tribuna) es socio fundador del Katamon y parte de los llamados “Latinos del Katamon”, donde junto a otros socios de la región ayudan a difundir la historia de su amado club.
Quizás la mejor definición de qué significa el club la haya dado Daphna, su presidenta. «El fútbol es una herramienta de reunión, no un objetivo en sí mismo. Los resultados deportivos son importantes, pero lo primero para nosotros es construir un futuro diferente para Jerusalén».
- AUTOR
- Bruno Scavelli
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