América
Hernando Siles: La joya del lugar
El fútbol y la política nos convocan a una nueva mesa en la cual sendos términos, pese a la distinción significativa que ambos acarrean, nos llevan a un mismo punto. Utilizar esta dualidad definitoria, de gran diferencia en todo lo que encierran consigo, nos hace presuponer que poco tendrán que ver una con otra. Sin embargo, un nuevo capítulo en donde estas expresiones confluyen aparece en escena, en donde la mezcla de una palabra con otra nos arroja un único fin.
Hablar del lazo que une a Bolivia con el balompié sin dudas nos llevará al imaginario de una estructura que la compone, define e identifica en su territorio y en el mundo. El estadio Hernando Siles es el ícono de este deporte en tierras del altiplano, sede que albergó los momentos de mayor renombre de la historia de esta disciplina en aquel país, por escándalo. Pero para poder conocer el por qué de la etimología de este recinto, es preciso desentramar la madeja de vivencias del hombre homónimo que personificó un hito de relevancia en la política boliviana.
Hernando Siles Reyes, de natalicio el 5 de agosto de 1882 en Sucre, es a quien podemos denominar como el padre de este fenómeno por aquellos lares. Político y abogado perteneciente a una distinguida familia de Chuquisaca, debió afrontar el golpe duro de la vida de perder a su padre a los 13 años de edad, tomar por las astas la situación y trabajar en pos del bienestar de su madre y siete hermanos. Todo esto no lo privó de sus estudios, recibirse en la Universidad de San Francisco Xavier y formar una carrera en el ámbito gubernamental desde 1911 hasta 1930, con la que llegó a convertirse en Jefe de Estado en 1926.
Sus directrices nacionalistas, la modernización y el ordenamiento financiero, la integración y desarrollo del oriente del país, la promulgación de la ley del Banco Central, la creación de la Contraloria General de la República y la ley de Aduanas –entre otros hitos de su gestión- se entremezclaron con la pasión por un deporte todavía en pañales cuando se colgó la banda presidencial.
Por aquellos tiempos, el fútbol era una actividad recientemente instalada en ese suelo, por lo cual era difícil encontrar competitividad y profesionalismo, en momentos en donde no estaba masificado, tal como lo conocemos ahora. Sin embargo, para mediados de la década del ’20, la promesa y palabra otorgada por el gobierno de albergar un torneo sudamericano impulsaron el proyecto de un nuevo estadio que cobije múltiples especialidades. Y, aunque el carácter de anfitrión se vio trunco debido a que no se llegó con los tiempos y formas ideadas en un principio, el motor que dio arranque al sueño estaba en marcha y todo era cuestión de esperar.
El fóbal, en ese entonces, se practicaba en La Paz en cuatro lugares: el teatro principal era la cancha de la avenida Arce, añadida a la plaza de San Pedro, el Óvalo y el Hipódromo. El campo ubicado en la calle Arce era el de mayor aforo, con un total de 2.000 espectadores, y pasó a ser la estructura primogénita que daría lugar a la modernización y popularización.
Este es el punto de partida en donde Siles decidió involucrarse para materializar lo que los planos y la idealización dibujaban en su mente. 1927 sería el año clave en que el barrio de Miraflores se prepararía para que un tesoro de cemento moderno adorne su paisaje. Los socios del capitalino Club Atlantes dieron el primer paso para que esto sea posible. Solicitaron, cinco años antes, la concesión de un terreno de parte del Gobierno para la construcción; en 1925 la creación de la Federación Boliviana de Fútbol y en 1926 la participación de la Selección mayor en el Campeonato Sudamericano disputado en Chile terminaron de cocinar la cuestión para que doce meses más tarde se expropien los terrenos y en 1928 pasen a las manos de Carlos Zalles y Rafael Aramayo, quienes tomaron la decisión de contratar al arquitecto Emilio Villanueva para lograr el fin del cometido.
El 16 de enero de 1930, en una jornada que contó con la representación del Himno Nacional ejecutado por la Banda del Ejército, la bendición del Obispo de La Paz, el discurso inaugural a cargo del señor Ministro de Educación, una carrera de atletismo, un partido de básquet y otro de fútbol, se inauguró oficialmente el estadio de multiusos de Bolivia, nombrado como el presidente nacional de la época. El mismo contaba con una figura arquitectónica del estilo naotihuanacota, formas alusivas a la cultura prehispánica y dos brazos que poseían en su interior un gimnasio y una piscina.
El puntapié inicial que dio vida al proyecto lo dieron The Strongest y Universitario, campeón y subcampeón del año anterior, ante una totalidad de 25.000 espectadores reunidos a 3.577 metros de altura sobre el nivel del mar. El Tigre se impuso por 4-0 en el marcador y el primer tanto lo convirtió Eduardo Chato Reyes Ortiz para el elenco aurinegro. El ideal pasó a ser tangible y representó uno de los primeros estadios construidos a base de hormigón, poco después del de Independiente de Avellaneda, en 1928, y el Centenario de Uruguay, que abrió sus puertas en 1929, expectante de hospedar la primer Copa del Mundo en 1930.
Las vivencias del ‘30 no fueron las mejores para el padre de la criatura. Siles decidió dimitir y dejar atrás su honorable cargo tras convertirse en el 31° Presidente de la República. Atrás quedaba su legado, envuelto en una crisis económica que apremiaba y un golpe de Estado que lo llevó al exilio y radicación en Chile. Pese a la coyuntura de la herencia gubernamental que dejó, la superficie del balón –materia que nos convoca a estos escritos- ya la había marcado él y nada ni nadie borrará esa huella.
Por su lado, el combinado nacional debió esperar 24 años para tener su debut en casa. En 1950 recibió a Chile, en un encuentro de carácter amistoso, y los locales salieron airosos con un score de dos tantos contra cero, con Mario Mena y Leonardo Farrel como autores de las conquistas.
Las reformas no se hicieron esperar. En 1975 la demolición y refacción llegaron con el fin de mejorar la casa madre de cara a los Juegos Bolivarianos de 1977. La última función en el viejo Siles fue por la Copa Simón Bolivar, en donde The Strongest volvió a hacerse fuerte y levantó el trofeo tras vencer en la final ante Bolívar.
El nuevo campo tuvo como novedades la instalación de luminarias de última generación, el levantamiento de dos pisos, la separación de la tribuna preferencial y la ampliación de la estructura a nivel funcional y de capacidad, registrándose la mayor cantidad de público en un Bolivia 2 – Hungría 3, en el marco de eliminatorias mundialistas, con 56.101 localidades ocupadas.
La imposición de los dueños de casa con el agregado extra de la altura, el 2-0 a Brasil en 1993, los juegos obtenidos ante Uruguay, Ecuador y Venezuela que catapultaron a la selección a la máxima competición de fútbol en Estados Unidos 1994, el subcampeonato americano en 1997, el 6-1 contra Argentina y la Recopa Sudamericana obtenida por Mariscal Santa Cruz en 1970 serán algunos de los hitos de los cuales este gigante se convirtió en testigo.
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Hernando Siles, un nombre devenido a definición, ya que encuadra una representación histórica en sus dos facetas. En una encierra la cara de la moneda de un político que quedará en la memoria colectiva del pueblo por lo hecho desde el sillón presidencial. En la otra, resguarda la cultura del fútbol mismo, con genes primerizos que lo convierten en un símbolo de este deporte en el continente.
- AUTOR
- Julián Barral
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