Argentina
Higuaín y la conexión con cinco grandes goleadores argentinos
Las cifras goleadoras de Gonzalo Higuaín son de época. Tanto en Juventus como en su anterior estadía en Napoli, marcó una ingente cantidad de goles que lo sitúan entre los principales artilleros de Europa. Al tiempo que no tiene un lugar asegurado en la Selección Argentina y todavía no fue convocado en el ciclo de Jorge Sampaoli, se inserta en los libros de historia. Convirtió más de cien goles en dos de las grandes ligas del viejo continente -107 con Real Madrid-, algo que sólo había alcanzado Zlatan Ibrahimovic, y se acerca al top 5 de goleadores argentinos de Serie A (101).
Existe una particularidad entre esos cinco nombres y el centro delantero de la Vecchia Signora, y es que todos jugaron alguna vez en River Plate. Son los casos de Gabriel Batistuta, Hernán Crespo, Enrique Omar Sívori, David Trezeguet o Abel Balbo. La mayoría de ellos dio el salto a una liga más competitiva, pero el franco-argentino, que jugó tres mundiales para Francia, volvió al final de su carrera para cerrarla en el club Millonario y en Newell’s (además de un corto paso por el fútbol de la India). Detallaremos cada caso de un quinteto al que el Pipa amenaza con superar pese a las distancias.
Batistuta jugó poco en River y, tras la suma de cuatro tantos en 21 partidos, fue contratado por Boca en medio de la competencia. Ya en Italia y con la camiseta viola de la Fiorentina, donde firmó en 1991, rompió redes, hizo ascender a la èlite al equipo, lo llevó a las primeras planas de la liga y cosechó dos títulos, la Coppa Italia y la Supercoppa. En sendas finales de las consagraciones, anotó goles decisivos y posibilitó que los de Florencia jueguen competencias internacionales. Incluso, formó una dupla histórica con el portugués Rui Costa, que supo asistirlo como pocos para que el Bati someta cualquier defensa.
Diez años de su carrera en Fiorentina fueron suficientes, y decidió ir en busca de un Scudetto que llegó en su primera temporada en Roma. Con Vincenzo Montella y Enrico Chiesa en el ataque, y con Walter Samuel o el propio Balbo como compañeros, demostró su mejor nivel. Tras varios años en el equipo capitalino, su paso por Inter, equipo al que llegó para reemplazar al lesionado Crespo, no fue tan auspicioso. Dejó una friolera suma de 184 goles en Serie A.
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Un escalón más abajo, Crespo tuvo una trayectoria italiana por cuatro clubes, en los que convirtió 153 goles. Posteriormente a haber hecho historia con River al marcar por duplicado en la final de Copa Libertadores frente a América de Cali en 1996, afrontó dos pasos por Parma e Inter y, en el medio, fue contratado por Lazio, Milan y Genoa. Dejó Argentina antes de jugar la Copa Intercontinental, habiendo anotado 36 goles en 82 partidos con la banda roja (estadísticas similares a las de Lucas Alario, que hizo 41 en 81).
En el conjunto parmesano, a fines de la década del ’90, ganó dos trofeos nacionales –uno de ellos, junto a Balbo- en el inicio de una gran era para el club que fuera conducido por la multinacional Parmalat. Ya en Milan, formó parte de aquella definición de Champions League que pasó a los libros de historia en que Liverpool remontó la desventaja del primer tiempo en Estambul, doce años atrás. Entre diversos títulos, su paso por Premier League y la denuncia de que Daniel Passarella había imposibilitado su regreso al club del que surgió, dijo adiós en el sitio donde se había presentado en Europa y comenzó su carrera como entrenador en Módena.
La tercera colocación es para Sívori, un futbolista que fue hito en las décadas del ’50 y el ’60. Fue Renato Cesarini quien lo descubrió y aconsejó a River de sumarlo a sus inferiores; tiempo después de un registro enorme de tantos en las divisiones formativas, llegó su debut y fue tricampeón. También consiguió tres ligas consecutivas en Juventus, escuadra a la que llegó también por la recomendación de Cesarini a los dirigentes italianos. La venta de 10 millones de pesos, una cifra histórica para la época, permitió a River cerrar su estadio, que anteriormente tenía forma de herradura y pasaba a ser el Monumental. Ya en 2005, en un homenaje póstumo, River nombró tribuna Sívori a esa infraestructura que construyó con las ganancias de la venta.
Con la selección había sido campeón del Sudamericano de Lima 1957, pero no pudo ir al Mundial de 1958 y el de 1962 lo jugó para Italia, aunque cayó en primera ronda. Nacionalizado, ganó en 1961 el Balón de Oro y siguió convirtiendo para la Vecchia Signora, primero con el apoyo de la familia Agnelli (propietaria del club) ante diversas peleas dialécticas con entrenadores, y luego con un nivel estelar. Al revés que hiciera Higuaín, viajó del norte al sur y rubricó el contrato con el Napoli. Con el equipo partenopeo, fue un suceso y el estadio San Paolo se llenaba para verlo, junto a delanteros como Cané, Víctor Benítez, José Altafini (el brasileño se ubica en el top 5 de goleadores sudamericanos del Calcio), y Antonio Angelillo. De medias bajas, estilo desgarbado y un desequilibrio puro, se retiró a causa de serias lesiones en una de sus rodillas.
Trezeguet, que fue clave para que Juventus y River retornasen al lugar al que siempre pertenecieron, ocupa el cuarto peldaño. 123 goles en la máxima categoría del país de la bota atestiguan su implacable capacidad en el área contraria. Junto a Gianluigi Buffon, Pavel Nedved o Alessandro Del Piero, con quien conformó una dupla excepcional, devolvió al equipo a los lugares de privilegio (un caso similar al de Batistuta con Fiorentina) tras el descenso administrativo decretado por el Moggigate. El club de Turín fue el único italiano donde jugó y, realizando también un camino inverso al del Pipa, su trayectoria acabó desembocando desde Europa a la Argentina.
Con goles vitales, ante Instituto o Almirante Brown por ejemplo, Trezeguet, que con Higuaín entrecruza la historia de su nacionalidad futbolística, se convirtió en un hombre insignia para Matías Almeyda. Ya en primera, no tuvo una gran participación a causa de lesiones. Marcó tres goles y partió a Rosario para jugar en Newell’s.
En el último sitio del quinteto se ubica Balbo, con 117 conquistas, acaso un número que Higuaín no tardará en superar. Ulteriormente a River (12 goles en 38 partidos), pasó por Udinese, Parma y Fiorentina y tuvo dos períodos por Roma, donde alzó el trofeo de liga con Bati y convirtió 78 de sus goles en Europa. Al igual que el propio atacante santafecino y Treze, consiguió el ascenso con el conjunto de Udine después de haber descendido dos temporadas antes. Jugó tres mundiales y, en otro paralelismo con el jugador de melena rubia, tuvo paso por los dos grandes de Argentina al actuar sin pena ni gloria en Boca durante los inicios del presente siglo.
A la vista está que casi todos los casos se conectan, e Higuaín, que superó la pasada campaña al sueco Gunnar Nordahl (gloria del Milan) en cantidad de goles anotados en un mismo curso, busca agigantar su historia. Por lo pronto, se encuentra cerca de los primeros cinco argentinos.
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- AUTOR
- Nicolás Galliari
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