América
Il Peruviano
Kevin Mbabu, Haris Seferovic y Ruben Vargas en Suiza; Serge Gnabry, Jamal Musiala e İlkay Gündoğan en Alemania. Son algunos nombres que uno no hubiera asociado a dichas selecciones en el Mundial de Estados Unidos 1994. Sin embargo, en este cuarto de siglo se han observado notables modificaciones en las composiciones de los combinados nacionales en gran medida como resultado de flujos migratorios muy importantes, ocasionados no solo por la globalización sino por factores económicos, sociales y hasta guerras. No tan curiosamente, esta mixtura ha enriquecido notablemente en materia futbolística a muchos países europeos dotándolos de un fútbol más “callejero” con el que antes no contaban.
También hubo casos en sentido inverso, donde los hijos de emigrantes acabaron jugando por el país de sus padres, como son los ya conocidos casos de la Selección de Argelia y de Marruecos, por citar dos ejemplos. E incluso, en la selección estadounidense cada vez es mayor el número de hijos de latinoamericanos que integran la escuadra nacional.
Sin embargo, estos cambios no se observaban tanto a nivel selecciones sudamericanas, donde buena parte de los apellidos tienen orígenes españoles, italianos, portugueses, pero con la gran mayoría de esos jugadores como nietos de aquellos inmigrantes o bien legatarios de los pueblos originarios, con excepciones fundamentalmente observadas en la selección venezolana, como el golero Dani Hernández o en su momento los hermanos Feltscher.
A pesar de esto, en la última Copa América disputada en Brasil, un nombre resaltó como una extrañeza. Fue el de Gianluca Lapadula, nacido en Turín, hijo de padre italiano y madre peruana. De 31 años, había debutado recién en la selección mayor de Perú en noviembre 2020 y llegaba a la Copa con cuatro partidos y ningún gol para vestir la número 9 que dejó vacante la ausencia de Paolo Guerrero, máximo goleador de dicho torneo en tres de las últimas cuatro ediciones (2011, 2015 y 2019).
Lapadula podría haber jugado la Copa del año 2016, pero había desistido de dicha convocatoria porque aún tenía esperanzas de jugar para Italia e incluso pudo haber jugado un partido de Eliminatoria, lo cual hubiese invalidado su futura participación con la selección incaica. Finalmente, solo disputó un partido amistoso con tres goles para una Italia B contra San Marino.
¿Cómo se gestó que Lapadula llegara a vestir la bicolor y por qué demoró tanto tiempo? Para ello, nos comunicamos con Adrián Cabrejo (@adriancabp), ex director periodístico de De Chalaca (@dechalaca), un espacio de referencia en comunicación futbolística en el continente, así como creador del sitio Embajadores Criollos (@emba_criollos), que se dedicaba a ver todo futbolista peruano que jugara en el exterior, incluyendo todos los convocables para la Selección. Casos como los de Cristian Benavente, nacido en España, que jugaba en Real Madrid y que terminó jugando para la bicolor, o como los de Alexei Ríos, que finalmente no fue convocado y jugó un par de partidos para Bielorrusia, son otras referencias.
De acuerdo con el relato de Adrián, Lapadula apareció en su radar como peruano en el año 2015, cuando era uno de los máximos goleadores de la Serie B jugando para el Pescara. El primero que recibió la información en Perú de la existencia de un goleador al que llamaban “Il Peruviano” (El Peruano) es Víctor Zaferson, un periodista y scout peruano. Al enterarse de esta situación, Víctor conversó con Adrián. Allí, comenzaron a cruzar información sin disponer del nombre. Los únicos datos que disponían eran el apodo y que el origen del mismo era por parte materna. Luego de corroborar la información y descubrir el nombre, comenzaron a difundir sus andanzas en la Serie B a través de las redes sociales.
A los propios resúmenes de seguimiento que le daban, comenzaron a darle mayor visibilidad a través de De Chalaca, un sitio con más de 14 años de experiencia y con más de 220 mil seguidores en Twitter actualmente, además de notables intervenciones articuladas sobre todas las competiciones sudamericanas, libros publicados y un ojo especial en la famosa Copa Perú.
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Esta difusión de las andanzas de Gianluca y los goles que marcó aquel año con Pescara motivaron a que la Federación de Fútbol Peruano organice un viaje para ofrecerle formar parte de la bicolor, encabezado por el propio Ricardo Gareca. Esto mostró un primer indicio positivo en pos de profesionalizar la gestión de la federación, en línea con lo que ocurría con otros países inclusive de la región.
Sin embargo, Lapadula, de 26 años en su momento, y en un contexto donde los delanteros italianos que jugaban en la selección italiana estaban de bajo nivel (Mario Balotelli o Ciro Immobile) y donde los titulares en la Euro 2016 terminaron siendo Eder y Simone Zaza, aún tenía la ilusión de vestir la Azzurra. La respuesta de Lapadula no fue ni afirmativa ni negativa, sino que estaba focalizado en lograr el ascenso con Pescara.
Adrián nos relató que esta negativa momentánea generó cierta reticencia en Perú y en el medio se da aquel partido amistoso contra San Marino. Adicionalmente, Perú enderezó el camino hacia el Mundial y consiguió llegar a la cita máxima luego de 36 años. Pese a la suspensión por doping de Guerrero, quien finalmente terminó concurriendo a Rusia, Lapadula no fue convocado.
En Perú, la Federación adoptó una posición de cierta dureza e incluso a través de otros medios de comunicación se generó una desinformación con que el jugador tenía que tener cinco años actuando en el país para poder jugar, cuestión que aplica sólo a aquellos que no tienen relación previa con el país, tal como ocurrió con el argentino Horacio Calcaterra o el uruguayo Gabriel Costa, ambos convocados por Gareca. Omar Fernández, un extremo colombiano que disputó cuatro años en Perú, no pudo ser nacionalizado porque fue transferido al Puebla mexicano. Adrián sostiene que Gareca lo hubiese convocado sin dudas.
Si bien Lapadula tuvo que sacar el documento peruano al que pudo acceder por vía materna, desde 2018 cualquier hijo de peruano o peruana nacido en el exterior es considerado peruano automáticamente de nacimiento. Alguna figura mediática llegó a sostener que no había que “bastardear la camiseta de la Selección”. E incluso, cambiar de selección habiendo jugado solo amistosos o con juveniles es algo perfectamente reglamentario, tal como fueron el caso de Diego Costa, cambiando de Brasil a España, o de Jermaine Jones, de Alemania a Estados Unidos, o Rogelio Funes Mori de Argentina a México.
Otra parte de la opinión pública sostuvo que si bien los delanteros Paolo Guerrero y Jefferson Farfán mantenían gran nivel, tenían ya una edad elevada, en particular con posterioridad al Mundial de Rusia 2018 y con el necesario recambio, por eso no se podía prescindir de la figura de Lapadula .
Finalmente, lo que terminó ocurriendo es que el propio Lapadula fue el que levantó el teléfono y llamó a la Federación. Así se generó la convocatoria, a la que luego siguió la del nacido en México Santiago Ormeño, nieto de un ex internacional por Perú.
Frases previas escuchadas tales como “¿cómo va a jugar por Perú si no conoce la Javier Prado (una de las avenidas más extensas y representativas de Lima)?” o “no habla español”, comenzaron a desvanecerse ante el compromiso y nivel mostrado por Lapadula en sus primeros partidos y quedaron en el olvido ante el gran nivel de la Copa América 2021 con sus tres goles. Incluso, ahora en una famosa cevichería de Lima ya hay un “Ceviche Lapadula”.
La conclusión es que el compromiso profesional excede al nacionalismo. Esto se muestra en la cancha. Ejemplos abundan. El caso extremo es el arquero nacido en Uruguay Julio César Balerio, quien no cantaba el himno peruano, se sentía uruguayo, pero atajando para la selección incaica, le tapó un penal a Enzo Francescoli. Lo mismo ocurrió años después con el argentino-ecuatoriano Marcelo Elizaga con Carlos Tevez.
Adrián sostiene que si bien la federación actualmente trabaja bien a nivel juveniles, no hay un trabajo de scouts dedicado a nivel mayores para aquellos hijos de peruanos en el exterior. Entonces, ante la aparición de un “caso Messi” está el riesgo de que sea tentado por el país europeo. Incluso, ya hay un caso interesante descubierto por intermedio de la Embajada de Perú en Australia que es el de Alexander Robertson, un juvenil hijo de madre peruana y padre australiano, nacido en Dundee, Escocia. Robertson pasó del Manchester United al Manchester City en 2018 y actualmente se encuentra en el Ross County escocés a préstamo. Él podría elegir entre Inglaterra, Escocia, Australia o Perú. Robertson ya jugó por la selección inglesa Sub 18. Podría haber jugado por Perú y aún está a tiempo, pero el trabajo previo y de convencimiento resulta fundamental.
Un efecto interesante a observar a futuro es la gran emigración venezolana que va a generar que en 20 años Venezuela va a tener un potencial mayor al actual. La emigración potencia la mixtura y la generación de talento. Pero el trabajo de la federación resulta fundamental para acercarse, reclutar y convencer de que es una buena oportunidad jugar para la selección. Venezuela tiene un trabajo bien coordinado desde hace más de una década, incluso de cuando no había grandes emigraciones, pese a los avatares económicos del país en materia de reclutamiento de jugadores.
Si bien hay casos fallidos, como Bolivia cuando fue a buscar a Ruben Aguilar, francés que por error figuraba como de nacionalidad boliviana en alguna base y se contactaron para sumarlo, o al peruano Joaozinho Arrué, lo positivo es la predisposición a buscar alternativas, si bien no estaba bien el dato.
Hay un antecedente lejano algo similar a Lapadula. Es el de Jorge Robledo, futbolista que disputó con Chile el Mundial de Brasil 1950, cuyo periplo está muy bien reseñado por Toni Padilla (@toni_padilla) en su imprescindible “Brasil 50: Retratos del Mundial del Maracanazo”. George, como era conocido en Inglaterra, había nacido en Iquique pero a los cinco años emigró con su madre inglesa al Reino Unido, donde desarrolló su carrera. Sus éxitos en la liga inglesa llamaron la atención de Chile, que lo convocó al Mundial pese a no hablar español. Tres años después terminó siendo estrella del Colo Colo. Es poco probable pensar en Lapadula jugando en el fútbol peruano. De momento, la aspiración es remontar las Eliminatorias y poder llegar a vestir la blanquirroja en la cita qatarí.
La conclusión más interesante del caso de éxito de Lapadula es que abre culturalmente los ojos ante talentos que están ocultos, pese a que no manejen fluidamente el lenguaje. La principal objeción que tenía venía por parte del nacionalismo, no del talento. Lo visto en la última Copa América sirvió para comprender que la mejor forma de entender de fútbol es mirar los partidos.
- AUTOR
- Pablo Dragun
One Comment
Juan Bulnes
26. ene, 2022Hola,
Excelente artículo, de muy buena calidad. Saludos cordiales.
Juan