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Islandia: Fútbol y Estado
El primero de marzo se celebra en Islandia el Bjórdagur, un festejo que conmemora el levantamiento a la prohibición de tomar cerveza. Será la primera vez que los vikingos lo celebren clasificados a un Mundial de Fútbol, deporte que ha crecido de manera exponencial en los últimos años.
Islandia, una isla ubicada en pleno Oceano Atlántico, a solo 287 km de Groenlandia, que concretó recién su Independencia absoluta del Reino de Dinamarca en 1944 luego de varios años de lucha del movimiento independentista y que, sin embargo, ya en 1904 contaba con gobierno y Constitución propia, convocó en 1908 un referéndum donde se votaba la posibilidad de llevar adelante una Ley Seca. No solo los reconocidos movimientos frente al alcoholismo eran los portavoces de la propuesta, sino que dicho movimiento independentista también se jugaba una carta política, al ver a la cerveza como una bebida más danesa que nacional, considerándola antipatriota.
La ley entra en vigencia en 1915 pero con el transcurso de los años de abstinencia fue sufriendo modificaciones, ya en 1921 se aprobó el consumo de vino después de que España se negara a comprar pescado. En 1935 la ley se liberó, exceptuando la ingesta de cerveza con más de 2,2 de alcohol. El argumento indicaba que la cerveza, al ser más barata, iba a desencadenar un consumo excesivo en la sociedad.
En esa misma década, el seleccionado de fútbol islandés disputaba su primer partido internacional, con victoria 1-0 sobre Islas Faroe, el suelo europeo más cercano (420 kilómetros) en pleno Océano Atlántico. Islandia, más conocido por sus exóticos paisajes, que mezclan volcanes, cascadas, glaciares, caballos y auroras boreales, que por su selección de fútbol, recién disputa su primer partido oficial reconocido por FIFA en 1946, con derrota en Reikiavik por 0-3 frente a Dinamarca.
Con la apertura del turismo mundial desde mitad de siglo y el prestigio en aumento de la combinación pubs, cerveza y fútbol en otros países europeos, se activó el comercio local de contrabando y la ingesta ilegal de la cerveza considerada “fuerte”. Tal es así que la justicia, ya desbordada por la clandestinidad y por los reiterados intentos del público cervecero, decidió el primero de marzo de 1989 terminar con el proteccionismo del consumo de cerveza.
Mientras tanto, el seleccionado llevaba más de 40 años compitiendo en las fases eliminatorias para las Eurocopas y mundiales. Los resultados estaban muy lejos de convencer al pueblo islandés de disfrutar aquella combinación que era furor en Gran Bretaña y el resto de Europa. Durante los primeros años del derogamiento de aquella ley y siguiendo una encuesta de 1998, un 42% de los adolescentes admitía haber tenido una borrachera en el último mes. Sumado a eso, el 23% fumaba cigarrillos cotidianamente. El presagio de las generaciones anteriores tenía datos concretos.
Pero el estado de bienestar islandés, que promueve educación superior gratuita y asistencia sanitaria universal, que superó la crisis especulativa financiera de 2008 y se estableció como uno de los países más desarrollados del mundo, llevó a cabo en 1998 un proyecto llamado “Youth in Iceland” que buscaba la reducción del consumo de sustancias adictivas como el tabaco y el alcohol en la población adolescente.
Cuenta Gudberg Jónsson, psicólogo islandés, que veinte años atrás y en los fines de semana por la noche, no se podía caminar con tranquilidad por las calles de la capital debido a la cantidad de adolescentes que había emborrachándose. Ya en las escuelas e institutos había una buena carga horaria que se encargaba de la educación en las drogas, algo que preocupaba desde algunas décadas atrás.
Los datos continuaban siendo desalentadores, por lo tanto se buscó otra forma de abarcar el problema. Por ende, se puso en marcha el mencionado programa Juventud en Islandia, buscando hacer hincapié en la contención de los adolescentes, pero desde el desarrollo de actividades lúdicas, recreativas, deportivas. La oferta de dichas actividades creció exponencialmente, y por ende su demanda, creando en el público juvenil “adicciones” socialmente aceptadas.
Dentro de los programas que incluye el proyecto, que también abarca cambios en algunas leyes, institucionalización de charlas con los padres, y que hoy es furor en Europa y que muchas países lo están intentando llevar a cabo, se encuentra la participación del Estado en el fomento y financiación de las actividades deportivas, entre ellas el fútbol.
La Isla, habitada recién por el colono noruego Ingólfur Arnarson en el año 874, cuenta con un clima dificultoso para el desarrollo de cualquier práctica deportiva. Sus inviernos largos y nevados, sus veranos cortos y fríos, algunas epidemias como la de Peste Negra y Viruela, erupciones como la del Volcán Laki en 1783 reduciendo la población a la mitad, han hecho muy difícil la continuidad de la vida, por lo tanto del desarrollo deportivo.
Sin embargo, el país que solo tiene 331.000 habitantes y que será el país más pequeño en población que disputará una Copa Mundial de la FIFA ha sabido potenciar el desarrollo del fútbol en una nación sin tradición futbolera.
La financiación del Estado para el desarrollo de actividades deportivas fue de la mano con la creación de estadios de fútbol cubiertos que permiten entrenar todo el año a pesar del clima hostil que envuelve al territorio. No obstante, el éxito actual tiene también base en la elevada cantidad de entrenadores UEFA que tiene el país. Siggy Eyjólfsson, que llegó a la Federación Islandesa en 2002 y es motor del cambio, cuenta para la revista Panenka que en los inicios de 2016, Islandia cuenta con un entrenador UEFA cada 500 habitantes del país. La proporción en Inglaterra, donde se desarrolló el fútbol, es de uno cada diez mil ciudadanos.
Eyjólfsson se asombró cuando visitó Manchester United y vio que los entrenadores de las categorías inferiores no tenían ninguna titulación UEFA. En Islandia hace rato que los padres y ayudantes fueron reemplazados por entrenadores con validación internacional. Esto, y debido a que las instalaciones las apoya el Estado nacional logrando que los clubes puedan destinar gran parte de sus fondos a la formación de sus entrenadores, ha desembocado en la construcción de una generación de futbolistas que se ha ganado el respeto mundial.
El entrenador sueco Lars Lagerback fue quién impulsó el cambio que ya se venía gestando llevando al equipo islandés al repechaje para el Mundial 2014 de Brasil. Perdieron con Croacia y quedaron fuera de la fase final que tuvo como campeón a Alemania. Pero lejos de la frustración de haber estado tan cerca por primera vez e impulsados por el carácter vikingo que caracteriza a una sociedad acostumbrada a luchar en un clima hostil, entre otras cosas, por su independencia tardía, Islandia consigue la clasificación para la Eurocopa 2016. Allí se transforma en la sensación del torneo, avanzando hasta los cuartos de final, teniendo momentos para la eternidad como la eliminación a Inglaterra en Niza, por los octavos de final.
Hasta aquel entonces el único jugador islandés que todos teníamos en mente era Eidur Gudjhonsen, conocido por su paso por Chelsea y FC Barcelona, entre otros. Luego de estos años de mandato de Lagerback ya nos son también familiares jugadores como Gylfi Sigurdsson, volante del Everton inglés, y uno de los organizadores del juego en su selección: Aron Gunnarsson, capitán del seleccionado, jugador del Cardiff City, poseedor del unico spa cervecero del país y que, por su personalidad, su entrega y su excentricidad nos recuerda a los antepasados vikingos de la población. Johann Gudmundsson juega en el Burnley de la Premier League y es uno de pilares en la faz ofensiva.
Lagerback deja el cargo de entrenador una vez finalizada la histórica participación en Francia 2016, dándole lugar a Heimir Hallgrimsson, dentista de profesión y ayudante del sueco en los últimos años. Hallgrimsson tenía la dura tarea de continuar el camino exitoso de esta selección y, para las Eliminatorias de Rusia 2018, Islandia compartía grupo con Croacia, Turquía, Ucrania, Finlandia y Kosovo. La zona era pareja y continuaba siéndolo al transcurrir las fechas. Tres victorias seguidas en las ultimas tres jornadas permitieron al equipo del dentista quedar primero en el grupo I, dos puntos por delante de la selección croata.
El objetivo era redondo, los años de abstinencia cervecera y mundialista culminaron en un proyecto de estado para el desarrollo del fútbol, con formación de entrenadores y desarrollo de una liga que hoy continúa siendo pobre, pero que de a poco construye generaciones de futbolistas que siguen desarrollándose en las ligas más competitivas. El 16 de junio de 2018 en Moscú, Islandia debutará en una Copa del Mundo. Su rival será nuestra selección Argentina, carente hoy de un proceso formativo estructural, lineal y sincero como el islandés. La idiosincracia vikinga será un duro escollo para la selección liderada por Lionel Messi. Para Hallgrimsson y sus muchachos sera un debut “romántico”, como concluyó el entrenador luego del sorteo. Sus hinchas disfrutarán tomando una cerveza, que ya hoy supone el 62% de la ingesta de bebidas alcohólicas en el país, cifra superior a países directamente productores como Alemania y República Checa (ambos 54%) y Reino Unido (32%). Sin embargo y pese a la revolución de la bebida a base de malta y lúpulo desde la década del ’90, el consumo total de alcohol asciende a 7,1 litros puros por persona, bastante menor que los 11,4 que consumen los daneses, los 11,6 de los británicos y 15,1 de los rusos.
Según los nuevos informes de 2016, tan solo 18 años después del comienzo de aquel proyecto de estado, el porcentaje de adolescentes que se emborrachan bajó del 42% al 5% y el de fumadores de cigarrillos del 23% al 3%.
El primero de marzo, los islandeses tendrán un motivo más para brindar en el Bjórdagur, el sueño de la Copa del Mundo es realidad. Las autoridades del país también lo harán por el gran desarrollo de su proyecto de estado que incluye educación, políticas deportivas y socialización con los pares. El brindis no será excesivo, ese ya es un problema menor.
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- AUTOR
- Federico Reichenbach
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