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Israel y la diáspora futbolística
Habitualmente, ya sea por prejuicio o por ignorancia, se considera a Israel un país que, desde su creación, tuvo siempre una ideología y credo muy firme. Nada más alejado de la realidad. Toda su historia está rodeada de conflictos tanto internos como externos. Y, como (casi) siempre se demuestra, el fútbol y la realidad política van de la mano. Podríamos empezar desde el 14 de mayo de 1948, cuando David Ben-Gurión proclamó la independencia de Israel. Sin embargo, la redonda ya estaba instalada en el país hebreo. Era 1928 y, el mundo era muy diferente a como lo conocemos hoy. Por ese entonces, lo que hoy es Israel y Palestina estaba bajo “mandato británico” y competía con el nombre de “Mandato Británico de Palestina/Eretz Israel” (tierra de Israel).
Y es que por ese entonces, ambos estados eran uno solo, hasta que Israel declaró su independencia y estableció su propia selección. Sin embargo, años antes, después de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos sionistas (pensamiento político que defiende la idea de un estado propio para los judíos) incentivaron en la sociedad la idea de devolver al pueblo judío a Eretz Israel, la Tierra Prometida. Para ello, el fútbol fue la mejor arma para lograr su objetivo. En los años 20, las entidades deportivas se dividieron en dos. Por un lado, los Hapoel (creada por gente de izquierda y laicos), por el otro, los Maccabi (más orientada a la centro-derecha y religiosas, ligadas al sionismo). También existía, aunque sin tanto peso, el movimiento Beitar. Sus protagonistas eran juventudes sionistas que crearon el Herut, movimiento que dio lugar más tarde a la creación del Likud, el partido derechista más importante en Israel.
Alberto Spectorovsky, Doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad de Tel Aviv, explicó claramente cómo las asociaciones deportivas jugaron un rol fundamental en la política israelí. “En el comienzo de la gestación del estado de Israel, todas las asociaciones deportivas estaban conectadas a los movimientos políticos, impulsores de la mayoría de ellas. En el caso del Hapoel, se trataba de instituciones creadas por el gremio central obrero nacional, muy ligado a lo que después sería el Partido Laborista que acabó siendo el canalizador de la fundación del país. Cada ciudad donde había presencia de la Histardrut (organización que agrupaba a los sindicatos del país) tenía un club Hapoel y, naturalmente, los más fuertes eran los de las principales ciudades: Tel Aviv, Jerusalén y Haifa. Sus miembros estaban todos asociados no solo al sindicato, sino también al Partido Laborista que tuvo en Ben-Gurión su principal líder”, comentó Spectorovsky en la nota de Juan C. Galindo sobre el futbol y la política en Israel.
El Maccabi Haifa, Maccabi Eretz Israel y el Hapoel Tel Aviv hicieron giras internacionales con el fin de promover el fútbol de su país y la causa sionista. En 1948, sus sueños se hicieron realidad, pero la declaración de independencia no fue en paz, sino más bien todo lo contrario. La guerra árabe-israelí significó el primer enfrentamiento bélico entre Israel y sus vecinos árabes. El conflicto terminó, después de poco más de un año en batalla, con la victoria territorial de los hebreos. Los israelíes lo llamaron “Guerra de la Liberación”, los árabes “Nakba” (Catástrofe en idioma árabe). Desde ese entonces, el conflicto entre estos países se mantendría hasta la actualidad.
Desde 1948 en adelante compitió como selección independiente, siendo reconocida por la FIFA. No fue hasta 1956 que la Selección de Israel fue aceptada por la AFC, y con una oposición importante de algunos miembros. Las tensiones políticas entre los países musulmanes llegaron al deporte rey, donde en 1958 ocurrió un hecho tanto extraño como vergonzoso. Ante la negación de los países árabes a jugar contra el nuevo equipo nacional, Israel clasificaría al Mundial de Suecia como representante de Asia y África sin jugar un solo partido. La FIFA, decidida a evitar el bochorno de que un equipo se clasifique al torneo continental más importante a nivel selecciones sin siquiera pisar una cancha, organizó un “play-off” contra Gales. Israel perdió ambos partidos 2-0 y no pudo participar de su primer Mundial.
La década de los ’60 fue la edad de oro del fútbol judío. Ya en 1956 habían sido subcampeones de la Copa Asiática, puesto que repitieron en 1960 hasta que, cuatro años más tarde y siendo anfitriones, consiguieron el único trofeo que tienen en toda su historia. Trofeo que, por cierto, quedó desdibujado por la retirada de 11 de los 16 países participantes previstos. Dos años después, clasificó por primera vez a un Juego Olímpico, en México 1968. Allí quedó en cuartos de final, culminando su mejor etapa ese mismo año en la Copa Asiática disputada en Irán con un tercer puesto.
Con la triste experiencia de su único título ganado, se puede llegar a entender porqué para los israelíes vale más la clasificación al Mundial de 1970. Con la buena base del equipo de los JJ.OO de México (desde Mordechai Spiegler, máximo goleador histórico, hasta Shmuel Rosenthal, quien fue el primer jugador israelí en fichar por un equipo europeo, el Borussia Mönchengladbach), Israel se enfrentó a un duro Grupo B con Italia, Uruguay y Suecia. El debut y derrota con Uruguay por 2-0 sepultó todas las aspiraciones de clasificar a la segunda ronda, aunque logró dos empates frente a los otros adversarios.
La hostilidad con los países árabes subía cada vez más. Por esa razón se entiende cuando en 1967 Israel lanzó una guerra preventiva y capturó Cisjordania, la ciudad Vieja de Jerusalén, el Golán sirio y la península egipcia del Sinaí. En resumen, el 90% del terreno disputado en 1948, defendiéndolo en 1973 con la Guerra de Yom Kipur. 1974 fue el final para Israel en la AFC. Kuwait junto a Corea del Norte promovieron su expulsión de la asociación continental asiática. 17 votos a favor, 13 en contra y seis abstenciones. El conjunto hebreo pasaría, hasta 1991, por casi todas las confederaciones, sin ninguna representación continental.
Los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976 son, hasta hoy en día, la última competencia internacional a la que clasificó. A partir del Mundial de 1982, Israel comenzó una odisea laberíntica. Para la edición disputada en España jugó la clasificación de la UEFA, donde quedó ultimo. Para México ’86 e Italia ’90, jugó en Oceanía, donde lo más cerca que estuvo fue un “play-off” frente a Colombia tras quedar primero en su grupo. Perdió en el global luego de un ajustado 1-0 y nuevamente se perdió otro Mundial. Incluso, en 1988, tras el repetitivo boicot de los países árabes, la CONMEBOL aceptó de invitado a Israel en el Sudamericano Sub-20 en Argentina. Quedó tercero tras empatar en puntos con Paraguay, sin embargo el conjunto guaraní pasó al cuadrangular final por diferencia de gol.
Con la integración de los clubes de la liga israelí en las competiciones de la UEFA en 1991, la Selección de Israel se pudo colar dentro de la federación del Viejo Continente. Disputó la clasificación para el Mundial de 1994, dando una de las más grandes sorpresas en la historia del fútbol europeo, eliminando a la Francia de Eric Cantona, Marcel Desailly, Jean Pierre Papin, entre otros. Con el sello de la UEFA asegurado, Israel mejoró su rendimiento y competitividad a lo largo de los años. Tanto en las selecciones juveniles, donde poco a poco se va viendo el trabajo, como cuando organizó el Europeo Sub-21 en 2013 y mostró gran nivel, hasta la selección mayor, la cual con la ampliación de cupos en la Eurocopa aspira seriamente a poder, después de tanto tiempo, volver a disfrutar una competencia continental.
- AUTOR
- Bruno Scavelli
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