Copas
José Laguna, un personaje singular
Nuestro personaje de hoy, nació en Salta el 7 de noviembre de 1885, vivió en Cachí hasta que decidió viajar a Buenos Aires, donde se ancló en Parque Patricios y allí creció su amor por Huracán. Pero a diferencia de muchos, su vida con el Globo no comenzó cómo futbolista. El Negro José Laguna, no hizo como Carlos Babington, Daniel Passarella o Juan Sebastián Verón, quien luego de jugar en el club de sus amores, al retirarse fueron presidentes de sus respectivos clubes, Laguna hizo la historia de manera inversa.
Laguna fue un presidente importante en la historia de Huracán, porque entre otras cosas, fue el que firmó la primer foja del libro de actas, introdujo a Jorge Newbery en el club y fue el que decidió que la camiseta del equipo fuera blanca tal los colores del Globo aerostático Huracán, del cual ya se había sacado el nombre de la institución. El Negro se retiró como presidente de Huracán el 25 de mayo de 1911, ya había jugado partidos en algunos equipos de barrio. Pero como contaba con jóvenes 26 años, comenzó a jugar en el Globo, como delantero y con gran suceso.
Pero pasemos a su relación con la Selección Argentina y su hecho curioso con la casaca albiceleste. Allá por 1916, Argentina celebraba el centenario de la independencia y se organizó para tal festejo, un Campeonato Sudamericano, antiguo nombre con el que se llamaba a la Copa América actual. En el mismo, participaron: Argentina, Uruguay, Brasil y Chile y las sedes fueron el estadio de G.E.B.A. y el estadio de Racing Club. Los candidatos eran Argentina y Uruguay, por eso el fixture se armó para que llegaran ambas selecciones a un partido final, lo cual se logró en el que prevaleció la selección charrúa.
G.E.B.A. era la única sede en un principio, pero en el partido Argentina-Uruguay, hubo incidentes entre los jugadores y el partido se suspendió a los cinco minutos del primer tiempo. El resto del match se disputó al día siguiente en el estadio de madera de Racing Club, único partido allí.
El dato curioso ocurrió en el partido que enfrentaba a la Selección y a Brasil. Uno de los delanteros albicelestes, era la figura del momento, Alberto Ohaco, jugador de la Academia y ganador de todo en el época amateur. En dicho partido, Ohaco no pudo llegar por motivos laborales, un dirigente fue a buscar a Ricardo Naón, de Gimnasia La Plata, pero no aceptó porque adujo que hacía dos años que no era convocado.
Todo estaba perdido, hasta que el mismo dirigente, quien iba de un lado a otro tratando de encontrar una solución, vio en la tribuna a José Laguna, el cual había ido a ver el clásico con amigos. El dirigente, lo llamó, y el delantero de Huracán se puso la celeste y blanca por primera vez. Pero la cosa no termina ahí, porque a los diez minutos, el Negro Laguna hizo un golazo para el 1-0 parcial. El cotejo, disputado el 10 de julio, terminó 1-1, ya que Alençar terminó empatando a los 23 minutos. Simpática historia para un hombre «raro» del fútbol, ya que arrancó en el deporte del balompié como dirigente y lo culminó como jugador, pero se terminó por dar el lujo de calzarse la celeste y blanca.
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