Jugadores Noventosos
Jugadores noventosos: Gheorghe Hagi
Un 5 de Febrero de 1965 nacía en Sacele quien dos décadas y media después sería llamado «El Maradona de los Cárpatos», y el mejor jugador rumano de la historia. Corría el año 1982 y, ya con 18 años, Gheorghe Hagi fichó para el Sportul Studentesc de Bucarest. Venía de una familia muy humilde y, con el sueldo que cobraba, el joven se pagaba sus estudios de Ciencias Económicas. El partido que sin duda quedó en la memoria de todos los hinchas del Sportul fue ante el Dinamo de Bucarest, en el cual Gica marcó 4 goles y llevó al equipo a la segunda plaza de la temporada 1984-85 por primera y última vez en la historia. En los dos años siguientes salió máximo goleador de la liga rumana con 20 y 31 goles respectivamente. En el club jugó 92 partidos y anotó 51 goles.
Un jugador que empezó a marcar su historia en medio de la dictadura. La gran calidad de Hagi era el remate desde cualquier sector del campo. Una de las grandes zurdas del fútbol mundial. Con sus jóvenes 21 años, llamó la atención del viejo régimen de Nicolae Ceausescu y fichó para el Steaua por un solo partido de la Supercopa europea del 87. Pero su calidad como gran jugador quedaba en evidencia ante los ojos del dictador y se quedó hasta 1990.
Para dejar en claro la cuestión de transferencias y la dictadura, en ese entonces los traspasos de futbolistas se hacían de club a club ,de institución a institución y no intervenían empresarios como en los tiempos de ahora. El Steaua de Bucarest era manejado por el hijo del dictador Ceausescu, quien se encargaba de llevar jugadores al club. En ese escenario fue donde se proclamó campeón de Europa el equipo de Rumania, en 1986, tras haber ganado por penales al Barcelona.
A partir de esa final de Supercopa, la carrera de Gica comenzó a cambiar y, como dijimos anteriormente, de ser contratado para jugar solo un partido, se quedó hasta 1990 ganando tres ligas y tres copas. En 1988 llegó a semifinales de la Copa de Europa y se consagró como el jugador pichichi del torneo. Para el siguiente año, quizás uno de los mejores en el club, sumó dos títulos individuales: se quedó con el segundo puesto de mejor jugador de Europa tras nada más ni nada menos que Marco Van Basten y ganó el trofeo Bravo como segundo mejor futbolista joven del continente, tras Paolo Maldini. En el año 1989 perdió la final de la Copa de Europa ante el poderoso Milan de Arrigo Sacchi en el Camp Nou por 4-0. Tal vez fue un indicio de que su carrera en suelo español no iba a ser para nada fácil. Con el Steaua jugó 97 partidos marcando 76 goles.
Corría 1989 cuando el régimen de Ceaucescu cayó y era la excusa perfecta para que Gica Hagi siga su carrera fuera de su tierra natal. Tras jugar su primer mundial en 1990 , dejó Rumania para alistarse en las filas del Real Madrid como una gran promesa que podría brillar en su máximo esplendor . Esto no ocurrió y fueron mas sombras que luces.
El Real venía con problemas futbolísticos serios y resultados negativos en aquel entonces. Alfredo Di Stéfano llegó al equipo con José Antonio Camacho como ayudante. Parecía que el Madrid recuperaría el pulso ya que doblegó al Barcelona en la Supercopa en diciembre, ganando 0-1 como visitante y goleando al cuadro azulgrana 4-1 en el Bernabéu. Hagi sólo jugó los minutos finales del partido de ida en Barcelona. La primera decisión de Di Stéfano fue la de sacar al rumano del equipo titular. Así y todo, el zurdo llegó a disputar 29 partidos de Liga en la temporada 1990/91 y anotó tan solo cuatro goles, ya bajo las órdenes del entrenador Radomir Antic. Jugó en dos años un total de 83 partidos y convirtió 20 goles. Con el ánimo por el suelo, sin poder soportar las críticas de la prensa sobre el equipo, Gheorghe deja Madrid para defender la camiseta del Brescia italiano, club en el que en algún momento jugaron figuras como Josep Guardiola, Andrea Pirlo o Luca Toni. Recién ascendido, era la temporada 1992/93 y la campaña fue realmente mala; perdieron un partido desempate frente al Udinese y descendieron nuevamente a la Segunda División. En el curso 1993/94, Hagi logró el ascenso con el equipo pero no lo hizo demostrando el fútbol que podía exhibir.
Por aquel tiempo, se disputó el Mundial de Estados Unidos y el Maradona de los Cárpatos llegaría a su mejor nivel. Con exhibiciones de buen fútbol, logró colocar a su Selección en los cuartos de final, por primera vez en la historia de los mundiales. El recordado golazo frente a Colombia en la presentación se sumó a las asistencias perfectas a su socio de aquel entonces, Florin Raducioiu. Todo se perfilaba para que por fin brillara la magia del botín zurdo, pero al segundo encuentro los rumanos cayeron por 4-1 contra Suiza, y Hagi anotó el único gol. En el tercer partido, se convirtió en la figura ante los anfitriones, logrando el pase a los octavos de final. Lo esperaba Argentina, que venía caída tras el dóping positivo de Diego Armando Maradona. Hagi sirve en bandeja el segundo gol a Ilie Dumitrescu y marca el tercero para la victoria 3-2 que lo dejaría en la historia del fútbol. Ya en cuartos, el rival era Suecia. Se jugaba la prórroga y ganaban 2-1 con el equipo rival con 10 hombres. Parecía que jugarían la semifinal contra Brasil, pero al final del partido un error del arquero Florin Prunea precipitó el empate de los suecos. Ya en los penales, quedaron eliminados.
Tras destacarse en el Mundial fichó para el Barcelona de Johan Cruyff, donde al igual que en el Real Madrid dejó mucho que desear, aunque el famoso «Dream Team» se desvaneció y nunca se hizo con un puesto de titular en el equipo.
Todo indicaba que no tenía nada más para dar tras un nuevo fracaso en la Liga española, pero su carrera iba a tener un final más acorde a lo que se esperaba de él desde su inicio como futbolista. A Gica siempre le costó la adaptación desde que dejó su tierra natal. De alguna manera necesitaba sentirse cómodo y durante casi toda su carrera no se dio de esa manera. Llegó la etapa del Galatasaray, el equipo más grande de Turquía, y desde un comienzo tuvo todo el apoyo del entrenador Fatih Terim, quien hasta ofreció poner dinero de su bolsillo para que el pase se haga. Con el hambre de esa gloria que se le venía negando en los conjuntos más exitosos del mundo, el equipo logró cuatro ligas nacionales consecutivas desde 1997 hasta 2000 y tres Copas nacionales. También consiguió quedar en la historia del fútbol turco tras ganar la Copa de la UEFA de 1999/2000, que le permitiría enfrentarse y derrotar a su ex club, el Real Madrid, en la final de la Supercopa de Europa. Hagi ha escrito su historia en la ciudad de Estambul, por fin llegó la gloria que tanto deseaba. En el 2001, el rumano afirmó a los 35 años: “Ha llegado el momento de dejarlo”. Y arrancó su carrera como entrenador.
La Selección de Rumania sería su debut como técnico, pasando luego por clubes como Bursaspor, Galatasaray, Timisoara, Steaua Bucarest, de nuevo el Galatasaray y, por último, el club que él mismo fundó en 2009, el FC Viitorul con el objetivo de que fuera una institución con capacidad para formar nuevos talentos.
Aunque en el medio de su carrera las estadísticas no eran favorables, Gica Hagi afirmó hace unos años: «Jugar al fútbol siempre me ha parecido sencillo».
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- Cultura Redonda
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