Jugadores Noventosos
Jugadores noventosos: Hristo Stoichkov
Para empezar con su historia hay que situarse en un momento cumbre de su vida. Antes de ser jugador, Hristo llevó adelante su amor por el deporte bajo los reglamentos del atletismo. Pero como ocurre siempre en las carreras o en los destinos de los talentosos, un visionario lo hizo incursionar en el fútbol y de allí en adelante levantó una carrera gloriosa y cargada de títulos.
Sus primeros pasos los dio en la Segunda División del fútbol búlgaro. El Maritza Plovdiv, primero, y el Zhevros Jarmanli, después, fueron los equipos que le abrieron sus puertas y lo marcaron en esta vida futbolera que pronto le daría su eminente salto inicial a las grandes ligas.
En 1985, con tan solo 19 años, arribó al primer equipo del CSKA Sofía. La Primera División búlgara se le puso delante de sus ojos y en ella no desentonó. Fueron 119 encuentros, 81 goles, cuatro Ligas y otras tantas Copas nacionales. En su segundo año demostró su temperamento, y tras agredir a un árbitro fue sancionado por un año de inactividad. Luego volvería con todo para seguir construyendo títulos.
El búlgaro, con un Botín de Oro en su poder –tras terminar la temporada 89/90 como máximo artillero en Europa- llegó al que hoy es el mejor equipo del mundo: el FC Barcelona. En esos tiempos el entrenador era Johan Cruyff y fue él quien le puso los ojos tras una serie por la Recopa Europea entre el Barca y el CSKA, donde Stoichkov hizo un partidazo y con una vaselina sobre Andoni Zubizarreta enamoró al holandés que se lo llevó como una de sus piezas claves.
Stoichkov, con la ‘8’ en su espalda y con el récord de ser el jugador del Bloque del Este más caro en la historia del Barcelona, formó parte del ‘Dream Team’ catalán que alcanzó cuatro Ligas de forma consecutiva entre 1991 y 1994, y que se llevó a las vitrinas la primera Copa de Europa en 1992 tras derrotar a la Sampdoria de Vialli, Mancini y Lombardo. En ese equipo compartió vestuarios con Ronald Koeman, José Mari Bakero, Josep Guardiola y Michael Laudrup, entre otros.
Sus galardones colectivos en el Barça se sumaron al momento más alto de su carrera: la semifinal del Mundial de Estados Unidos 94, ante Italia. El delantero fue el conductor de un equipo de monstruos que metieron a Bulgaria en un lugar impensado. Frente a Alemania, una de las grandes potencias mundiales, Hristo fue crucial: un gol, para empatar el pleito, y una asistencia para ganarlo y llegar a la Semifinal. Fue el hombre clave que anotaba en momentos culmines (seis goles en todo el torneo). Como internacional estuvo presente en 83 partidos y se adjudicó 35 gritos.
Los momentos en el Barcelona y en la Selección, le hicieron que recibiera el reconocimiento que se merecía: al Botín de Oro de 1990, se le sumó el Balón de Oro, que lo ganó por sobre Roberto Baggio y Paolo Maldini, y el Trofeo FIFA al mejor jugador del Mundo del año en 1994.
Después de esos galardones, el hombre que mantenía una rapidez espeluznante y un olfato goleador como pocos, vivió un bajón en su carrera. Del Barcelona pasó al Parma de Italia, donde solamente duró un año y tuvo que volver a Cataluña. Luego experiencias fugaces marcaron su ocaso: Al Nasr de Arabia Saudita, Kashiwa Reysol de Japón, Chicago Fire y D.C.United de Estados Unidos, donde decidió colgar los botines.
Tras retirarse, el anti madridista, que alguna vez dijo: “Odio al Madrid y al blanco”, se enlistó a la carrera de DT y comenzó a dirigir a la Selección de Bulgaria (2004) y al Celta de Vigo (2007) entre los más conocidos.
Por otra parte, Stoichkov demostró su lado desobediente y hasta se convirtió en la cara de las protestas estudiantiles en Bulgaria. «Nunca fui político y nunca lo seré. Yo no soy partidario de ningún partido político. Cuando la gente está descontenta con los políticos, hay razones para protestar. Opino que ha llegado el momento para decirles a los políticos basta«, dijo Hristo, un rebelde de las canchas dominadas por el sistema.
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