América
Jugadores noventosos: Marco Etcheverry
Es imposible –si ya pasaste los veintitantos años- no pensar en la Selección de Bolivia y que no se te venga a la memoria Marco Antonio Etcheverry, aquel crack que supo conducir al seleccionado durante más de una década y que la descoció en la mayoría de los clubes por los que anduvo.
Nacido en 1970 en Santa Cruz de la Sierra, el Diablo dio sus primeros pasos en el humilde Destroyers, donde debutó en 1986 con sólo 16 años. Para fines de ese año, el zurdo ya había justificado su convocatoria al seleccionado juvenil para disputar el Sudamericano Sub 16 en tierras incaicas.
Ese torneo fue el de gran despegue de Etcheverry, dado que además de consagrarse campeón y clasificar al Mundial de la categoría en China, fue el goleador y elegido el Mejor Jugador del certamen. Con estos pergaminos, volvió a su club y empezó a ser tenido cada vez más en cuenta a pesar de sus jóvenes abriles.
En 1987 se fue armando un lindo equipo en el conjunto cruceño, pero es el año 1988 el quedará en la historia para Destroyers. En ese torneo, Marco se juntó con otros pibitos como Erwin “Platini” Sánchez y Mauricio Ramos (formaron el “Trío de Oro”) y, a pesar de no haber conseguido dar la vuelta, ese equipo –eliminado en semifinales- quedó inmortalizado en el fútbol boliviano.
Sus buenas actuaciones no pasaron desapercibidas en el ámbito nacional. El Diablo fue convocado al seleccionado mayor (1989) y vendido a uno de los clubes más importantes de Bolivia, el Bolívar, para la temporada 1990. Con este equipo, Etcheverry atravesó las fronteras de su país y llamó la atención en el Viejo Continente. En su primer certamen con el Bolívar logró un subcampeonato (1990), y al año siguiente dio la vuelta olímpica en el torneo doméstico y alcanzó los octavos de final de la Copa Libertadores.
El llamado del otro lado del océano no se hizo esperar, y el Albacete, recién ascendido a Primera, adquirió sus servicios. A pesar de no haber sido un habitual titular, Etcheverry colaboró para el histórico 7º puesto en Liga, quedando a un punto de la clasificación a las copas europeas.
Con la intención de agarrar ritmo para las Eliminatorias, pegó la vuelta a Sudamérica, más precisamente a Colo Colo, en Chile. El seleccionado boliviano, de la mano del entrenador vasco Xabier Azkagorta, estaba armando un equipo competitivo con la ilusión de volver a los mundiales tras 44 años de ausencia. Además del Diablo Etcheverry, los futbolistas “Platini” Sánchez, Luis Ramallo, Julio Baldivieso, Milton Melgar, Marco Sandy, Luis Cristaldo, Ramiro Castillo y Carlos Borja, entre otros, formaban parte de ese equipo que buscaba confirmar todo lo que se esperaba de ellos.
La clasificación a la Copa del Mundo no habría podido empezar mejor: cinco victorias consecutivas, con goleadas a Venezuela tanto en la ida como en la vuelta (7-1 y 7-0), y triunfos ante Brasil –un gol del Diablo-, Uruguay y Ecuador. Si bien es cierto que luego el nivel decayó -dos derrotas y un empate-, la racha inicial le alcanzó a Bolivia para finalizar segunda en su grupo y meterse nuevamente en la máxima cita del fútbol. Uno de los puntos más destacables fue su poder ofensivo: en ocho encuentros marcó 22 goles (Ramallo siete, Erwin Sánchez cinco y Etcheverry cuatro fueron los máximos anotadores).
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El sorteo le deparó un grupo complicado: Alemania, España y Corea del Sur. El debut fue ante los germanos, en el partido inaugural del Mundial, en Chicago. Ganaron los europeos por la mínima diferencia con gol de Jurgen Klinsmann, pero la mancha fue la expulsión del Diablo apenas cuatro minutos después de haber ingresado, por una patada muy innecesaria.
En el segundo encuentro, los bolivianos lograron hacer historia: consiguieron su primer punto en una Copa del Mundo luego de cuatro derrotas (cero goles a favor y 17 en contra), al igualar 0-0 ante los surcoreanos. De esta forma, llegaban al partido con España con chances de avanzar a los octavos de final.
Pero los españoles estuvieron precisos y las ilusiones bolivianas quedaron en la nada. Aunque antes de volver a casa, este seleccionado volvió a quedar en los libros: Erwin Sánchez marcó el descuento parcial (1-2, terminaría 1-3) y así decretó el primer, y hasta ahora el único tanto de Bolivia en las Copas del Mundo.
Tras volver del Mundial, Marco fichó por América de Cali, donde a pesar de haber rendido, se esperaba mucho más. Para principios de 1996, la poderosa e incipiente MLS de Estados Unidos lo tentó, y se fue a dar el puntapié inicial junto a Alexi Lalas, Carlos Valderrama y Jorge Campos, entre otros.
Etcheverry firmó en el DC United, de Washington, donde se encontraría con su compatriota Jaime Moreno, con quien formaría una dupla letal e impresionante. Aquí se vio una de las mejores versiones del Diablo, y a lo largo de ocho años consiguió ocho títulos e innumerables distinciones individuales. Fue elegido el mejor jugador del torneo en 1998, en otras tres ocasiones estuvo en el once ideal, regaló más de 100 pases gol y hasta en dos oportunidades hizo el gol del año de la MLS.
Volviendo con la Selección, otros de los hitos que consiguió Marco Antonio fueron el histórico subcampeonato en la Copa América de 1997, donde cayó en la final ante Brasil, y la participación en la Copa Confederaciones ’99, donde quedaron eliminados en primera ronda.
Tras breves pasos por Barcelona y Emelec de Ecuador, y Oriente Petrolero de su país, regresó a Bolívar -34 años- para disputar la Copa Libertadores y retirarse de la actividad profesional.
Más allá de su exitosísima trayectoria, quizás la Copa del Mundo sea una de las espinas que le quedaron al Diablo en su carrera, pero la zurda, la explosión, la pegada y las gambetas quedarán guardadas para siempre en las retinas de los futboleros.
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