Historias
Jugadores Noventosos: Mustapha Hadji
Mucho se habla de la llamada Primavera Árabe, en donde varios países comenzaron a despertarse de sus letargos y querer librase de los yugos que los gobernaban, y en mucho países aún gobiernan. Pero en la década del ’90, cuando se hablaba de esa frase, se refería a un pibe marroquí, que destellaba por las canchas europeas.
Mustapha Hadji, quien nació como centrocampista pero que le sumó gol a su juego en sus tiempos de inferiores en el Nancy francés. Su gran capacidad de juego lo fue convirtiendo en un delantero observado por los europeos, acostumbrados a los goleadores ingleses, alemanes, italianos, tipos toscos, altos y sin juego asociado.
Hadji nació en Ifrane Atlas Saghir, un pueblo muy pobre de Marruecos, el 16 de noviembre de 1971, y por la extrema pobreza del lugar, sus padres decidieron marcharse a Francia, donde el pequeño Mustapha comenzó a jugar al fútbol. Ingresó al Nancy, donde perduró cinco años, el sitio donde donde terminaron de formarlo.
Luego de su paso por Nancy, se fue a la menos competitiva liga portuguesa para jugar en el Sporting de Lisboa, donde obtuvo un campeonato de liga y una Supercopa de Portugal. Más allá de esos títulos, se marchó al Deportivo La Coruña, lugar donde se destapó y consiguió el pico máximo de su rendimiento, siendo pieza importante del subcampeonato del equipo español, compartiendo filas con Noureddine Naybet y Salaheddinne Bassir.
Sin embargo, buscó cambiar de aires y se mudó a la Premier League para formar parte del Coventry City, pero sin mucha suerte, pasando al Aston Villa para recuperar algo de su nivel. Más allá de mejorar, lo mandaron cedido al Espanyol de Barcelona.
De Inglaterra se llevó otra copa, la FA Cup. Pero ya sin lugar en el Aston Villa y sin ofertas en el horizonte, viajó a ganar dinero fácil al Al-Ain de los Emiratos Árabes Unidos. Mal no le fue a nuestro amigo, ya que además de mucho dinero, obtuvo la Champions League de Asia, una Liga y una Copa de los E.A.U. Buena faena.
Para 2005, quiso despuntar el vicio en una liga competitiva y marchó hacia a Alemania (la única liga fuerte en que no jugó fue la italiana), para actuar en el débil Saarbrucken FC, en donde permaneció en el anonimato total por dos años.
Los últimos tres años de su carrera los disputó en Luxemburgo, en el Fola Esch, otros tres años de anonimato. Allí se retiró definitivamente del fútbol, sin pena ni gloria, alguien que pintaba para ser una figura fuerte del fútbol árabe.
Una sola vez le sugirieron defender los colores de Francia, pero él nunca hizo caso a eso y siempre llevó en el pecho la verde de Marruecos con el 7 característico. Con su selección jugó dos mundiales, en Estados Unidos 1994 y en Francia 1998, casi de local.
Entre mundiales, copas África y partidos amistosos, Hadji disputó 64 encuentros de selección, marcando 13 goles. Tanto en USA como en Francia, no pudo lograr pasar a octavos de final. Quedará con la espina del ’98, cuándo Marruecos empató 2-2 con Noruega y vapuleó a Escocia 3-0, pero Brasil perdió misteriosamente ante Noruega, que incluso le dio vuelta el match a los cariocas. Quizás, haya mitigado ese dolor con recibir el premio al mejor jugador africano del año calendario.
Hadji vive de varios negocios, entre ellos inmobiliarios, que tiene en Marruecos. Además, fue embajador de África para la FIFA, colaboró para la cadena Eurosport Francia y jugó para la selección marroquí de fútbol playa. Un talentoso volante, del que incluso se esperaba más.
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