Jugadores Noventosos
Jugadores noventosos: Tore André Flo
Suele decirse que «todo tiempo pasado fue mejor». Melancolía de los años mozos, recuerdos que se agigantan y toman dimensiones inabarcables, senilidad. Por alguno de esos motivos, la memoria -en muchos casos emotiva- hace que tomemos diferentes trazos de nuestra vida y los ubiquemos ahí arriba, en un altar imaginario, junto al póster del prócer Mostaza, la foto de Pamela David y ese trofeo insignificante que nos dieron en algún campeonato de la misma talla en nuestra primaria (?). Pues bien, en CR vamos a fondo, y echamos la mirada sobre una década, al menos sombría, en el plano futbolístico: la década del noventa.
Tomando como parámetro del fútbol que se juega a las Copas del Mundo (hecho arbitrario, es cierto), muy pocos dudarían en ubicar a los mundiales del 90 y el 94 en el top 3 de los peores de la historia, al menos en el volumen futbolístico (probablemente el de Alemania 2006 completaría el podio). Sin embargo, por alguno de los motivos mencionados más arriba, hay algunos players que quedaron en nuestra retina, que se metieron en nuestro corazón. Técnica, guapeza, onda o alguna anécdota. Todo vale a la hora de volver sobre los Jugadores Noventosos. Y para esta sección, no nos íbamos a quedar con un Romario, un Dino Roberto Baggio o un Owairán (?). No, nada de eso. La entrega de este apartado es ni más ni menos que para un jugador noruego. Sí, uno que jugaba al fútbol en Escandinavia y no precisamente con los osos polares a su alrededor. Tore André Flo; esta es su historia.
¿Qué te puede llevar a alguien a jugar al fútbol en un país como Noruega? Porque opciones laborales sobran, chances de conseguir una buena formación académica también, y a menos que te pegue ese bajón escandinavo, y te vacíes un cargador en la sien, no tenés demasiado de qué preocuparte. O bien sos crack, o bien, tu entonro más cercano tiene una relación directa con la redonda, porque sino, mucho no se explica. Flo combianaba las dos. Y es que además de sus condiciones técnicas y físicas, Tore André (prestemos atención a la pronunciación en «noruego Bokmål») provenía de una familia por demás futbolera. Sus hermanos Jostein y Jarle y su primo Havard Flo fueron también jugadores profesionales; e incluso junto a Jostein y Havard compartió plantel en el Mundial de Francia en 1998.
Sin embargo, los pasos en carrera de Tore André no fueron acelerados, ni mucho menos. Su debut de manera profesional en la Tippeligaen se dio en el Sogndal, en 1993, luego de haber hecho las divisiones menores en el Stryn, de su pueblo natal homónimo. En el Sogndal fue parte de un plantel inolvidable para él ya que jugaba con sus hermanos Jostein y Jarle. Sin embargo, el equipo se iría al descenso, aunque así y todo Tore André había logrado destacarse y fue transferido a finales de 1994, con 21 años, al Tromsø. En 44 encuentros, había anotado 21 goles. Los datos halagüeños no eran sin embargo suficientes como para una transferencia al exterior aún. Tengamos en cuenta que aún el mercado de transferencias no había mutado como ocurrió luego de la Ley Bosman. En este conjunto llegó la explosión; 18 tantos y su primera convocatoria al seleccionado que terminaría en debut en un 0-0 ante Inglaterra.
Otra transferencia llegó y sería el último antes de dar el gran salto. Es que ahora era el Brann el que se hacía con su pase. Entre 1996 y 1997, Flo lograría anotar 28 goles en 40 partidos. Sus números lo avalaban, era una garantía de cara al arco rival. Sus últimos meses en el Brann fueron polémicos (contextualizando lo que puede ser una polémica en Noruega), ya que se acusó a Flo de estar pensando ya en su futuro destino y no su presente. Es que desde comienzos de año tenía sellado su pase al Chelsea. Pese a eso, en su último encuentro se despidió con un triplete.
Se había ido de Noruega con goles y llegó con su bolsito a Londres cargado también con goles. Fue derrota 2-1 ante el Coventry, pero el rubio de 1.93 comenzaba a sorprender ya que había hecho el tanto del descuento. Y si decimos que era sorpresa su arranque, era porque a los Blues les había costado, tan solo 300.000 libras. Una verdadera ganga. Flo era un jugador atípico. Al menos en ese momento. Es que no era un ariete grandote que iba solo bien de arriba. Por el contrario, tenía una gama de recursos, y dentro de estos estaba la potencia y un muy buen control de la pelota. De hecho, hasta podría decirse que fue pionero para otros puntas que vendrían más adelante que conjugaban altura y técnica (Zlatan, Henry y podríamos seguir citando casos, salvando las distancias). Pensemos también que el noruego llegaba a otro Chelsea, no al todopoderoso de la era Abramovich. Era un club que venía levantándose de la debacle de los 80, que era apoyada por el sector más acaudalado, pero también por el más marginal de Londres y que entre otras bizarreadas tuvo un tiempo a Gianluca Vialli como jugador y DT al mismo tiempo. Querible por donde se lo mirara.
En ese contexto cayó Flo y causó buena impresión de arranque, decíamos. En su primer año 15 goles, y un cuarto puesto histórico hicieron que su adaptación a la Premier fuera más sencilla. Sin embargo, se metería al público de Stamford Bridge en el bolsillo con un hat-trick a domicilio ante el Tottenham en el clásico en una memorable victoria por 6-1. Esto dijo el bueno de Tore André: «Eso fue un poco raro. Yo no sabía que Tottenham era el verdadero clásico y todo el mundo quería ganar ese partido. Entonces, fue lindo hacer un hat-trick en un juego como ese». De ahí, que al punta lo califiquen en una web de fanáticos del Chelsea como «inocente» y «modesto»; un buenazo, bah.
Esa primera campaña en el Chelsea tuvo otros dos condimentos además de la goleada a los Spurs. Salieron campeones de la Copa de la Liga (hoy Carling Cup) y de la Recopa Europea (aquella que disputaban los ganadores de las copas locales), con un doblete del nórdico en los cuartos de final ante el Betis en Sevilla. Con Vialli, Flo jugaría un poco menos en la 98/99, pero el equipo se clasificaría a Champions League por haber finalizado en tercera posición. Por eso, al año siguiente se daría probablemente el mejor año de su carrera. 19 goles lo ubicaron como titular indiscutido y su actuación ante el Barcelona en los cuartos de final del certamen europeo fue épica. Entre la ida y la vuelta hizo tres goles, aunque el Chelsea cayera en el tiempo extra en la vuelta en el Camp Nou.
A finales de ese año, el Rangers de Escocía adquiriría a Flo en 12 millones de libras; sí, 40 veces más que el precio en el cual el Chelsea lo había adquirido. Negoción. Sin embargo, Tore jamás volvió a ser el mismo pese a haber tenido buenas temporadas en el país de las faldas. 29 goles en 53 partidos son los fríos números con el equipo protestante y su carrera en el 2002 comenzó la pendiente de descenso. Sunderland (cuatro goles en 29 partidos; muchas lesiones), Siena (13 goles en 65 partidos, aunque con más continuidad), Vaalerenga de Noruega (cuatro goles en 24 partidos) y una vuelta a Inglaterra para jugar en el ascenso con el Leeds (cuatro goles en 23 juegos) marcan lo que fue su carrera hasta el 2008. Pero no está faltando un punto importante: su etapa en el seleccionado.
Dice nuestra amiga Wikipedia, que a Noruega se la acusó de jugar un fútbol «muy defensivo» en el Mundial 1994. Un gol a favor, un en contra, y un cuadruple empate dejaron afuera al conjunto escandinavo por goles a favor. Tras esta histórica clasificación llegó el debut de Flo. Vemos que formaba parte de lo que podríamos llamar una suerte de «Generación Dorada». Además de Tore Andre, Ole Gunnar Solskjaer tenía muchos minutos en el Manchester United, donde también jugaban Ronny Johnsen y Henning Berg #LaBandaNoruega (?).
En ese contexto, Flo brillaría, teniendo al Mundial de Francia ’98 como su punto más alto. Ya era habitual titular en el Chelsea, y llegó la cita que depositó al conjunto rojo en un grupo con Marruecos, Escocia y Brasil. Los primeros resultados dejaban a Noruega con la obligación de vencer a un ya clasificado conjunto brasileño para pasar de ronda. Si era jodido de arranque, más aún cuando perdían por 1-0. Pero Flo, en una cabalgada épica selló la remontada con un gran control y una definición exacta. Ese gol y un doblete ante el Scratch en 1997 hicieron que el punta adquiriera el espantoso apodo de Flonaldo…
Noruega caería en octavos ante Italia pero se daría de todas maneras la mejor actuación de los escandinavos en la historia de los mundiales. Luego, el equipo llegaría a la Euro del 2000, en la que sería su última actuación en un certamen importante. En la fase de clasificación a la edición 2004, llegarían al repechaje. Allí se cruzarían con España y Flo, aprovechó para vender humo en dosis industriales en este reportaje. «Noruega es la mejor de Europa». Tras la caída en la repesca y la no clasificación, Flo abandonaría el seleccionado de manera defintiva. 23 goles en 76 juegos, sus números finales.
¿Pensó que llegamos al final? Bue, casi. Es que en marzo del 2008 anunció su retiro cuando estaba en el Leeds y parecía firme su decisión. Es que en la segunda mitad del año, encontrartía a Tore Andre en Stricktly Come Dancing, el Bailando por un sueño noruego, donde perdió la final ante una estrella porno. Pero este bailecito que les dejamos, es épico.
Todo hacía pensar que ya era un ex jugador Flo, peeeeeero, no. En noviembre de ese 2008, decidió volver a jugar en el Milton Keynes Dons, club que era la resurrección del histórico Wimbledon y que tenía a Roberto Di Matteo (ex compa en el Chelsea) en el banco. 13 partidos y cero goles hicieron que Flo volviera a anunciar que se retiraba. Pero se ve que no aguantaba a la bruja todavía tenía ganas de seguir pateando la número 5, y en el 2011 tuvo su segunda vuelta de un retiro, al mejor estilo Michael Jordan. Retornó al Sogndal, su primer amor, y en el debut enfrentó al Rosenborg. En su primer juego como titular, se cruzó con Solksjaer, aunque este ya como DT en el Molde. Los vacunó con un doblete, aunque su aventura solo se estiró hasta el 2012 y ahí sí, por amor al arte, se retiró. CR lo ubica como un jugador de la década del 90. ¿Un distinto? No necesariamente, pero sí alguien a quien se lo recuerda con cariño. Esta fue la semblanza a Tore André Flo.
- AUTOR
- Diego Huerta
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