El Celta de Vigo comenzó la temporada con dos derrotas consecutivas en liga, aunque en el primer partido mereció la victoria, con mucha mayor diferencia, que en el segundo disputado. Y, finalmente, consiguió ganar en la tercera fecha, frente al Alavés. Tres encuentros con distinto rendimiento colectivo, pero hay algo que se repitió en cada uno de ellos: Maximiliano Gómez sumando goles.

El delantero uruguayo, de 21 años y recién llegado a Vigo, se presentó como una novedad en el once del equipo. No solo por su inclusión como titular, sino también por el rol que está cumpliendo (por ahora con creces). El Celta, en los años con Eduardo Berizzo como entrenador, era un conjunto que creaba situaciones de gol en gran cantidad, pero que no contaba con una figura rematadora.

Celta, a puro festejo.

Por ejemplo, en la última temporada, los de Galicia necesitaron de un Iago Aspas pletórico (26 tantos en todas las competencias) para sumar puntos. No obstante, esto parece haber cambiado. El español aún no logró ningún festejo, sobre todo por la presencia de Gómez, quien consiguió todos los goles (literalmente) del Celta en estos tres primeros partidos. El uruguayo viene demostrando que no necesita demasiadas opciones para meter la pelota en el arco, hecho que, como dijimos, anteriormente era una falencia.

Más allá de su efectividad frente a los arqueros rivales, Gómez no había demostrado, en la primera y segunda fecha, grandes virtudes con balón –recordemos, solo tiene 21 años–. En la tercera jornada sí dio otras sensaciones. Intervino más en las jugadas y, principalmente, pivoteó siempre que pudo para dejarlo a Aspas de frente al arco. Habrá que esperar a ver cómo continúa la temporada del delantero y del propio Celta pero para Unzué, el nuevo entrenador tras la ida de Berizzo, es una liberación contar con un jugador (y un rol) que al equipo le hacía falta antes.