#Rusia2018xCR
La consecuencia de un error constante
Es una realidad. La derrota de España en octavos ante Rusia por penales a la gran mayoría la dejó perpleja. Por equipo, por variedad y por idea, la Roja tenia todo para pasar a cuartos. Fue una sorpresa, de las tantas que nos va dejando este Mundial. Sin embargo, si repasamos cada partido de la selección de Hierro, se puede llegar a una triste conclusión: aún con una idea de juego aceitada, si no se corrigen errores continuos, al final lo acabas pagando. Portugal los expuso, Irán los los volvió a demostrar y Marruecos acabó por remarcarlos. Rusia terminó siendo quien lo celebró ante una selección presa de sus errores.
Entonces ¿La derrota de España se puede comparar a la Argentina? Claro que no. Que la selección dirigida por Fernando Hierro haya repetido las mismas falencias a lo largo de la Copa no se emparenta a una selección que nunca terminó de decidir cuál era su propuesta futbolística. Por eso, cabe prestar atención al detalle. Sí, los equipos que trabajan con una idea por mucho tiempo y con un proyecto a largo plazo también se pueden equivocar. A Alemania le tocó aprender la lección antes. A España le llegó en octavos.
De Rusia poco se puede decir. Con un planteo parecido al que hizo Irán (aunque no tan replegado, al menos en el primer tiempo) los ataques dirigidos por Artem Dzyuba complicaron aún más a Gerard Piqué y Sergio Ramos, una dupla defensiva que nunca acabó por demostrar lo que supieron construir estos últimos años. El tempranero gol de Sergei Ignashevich en contra parecía encaminar una tranquila victoria. Pero faltaba mucho, y los problemas pronto iban a aparecer.
España pobló el campo contrario con todos sus jugadores durante todo el partido, pero la muralla defensiva rusa era imposible de pasar. Al igual que en partidos anteriores, la posesión de «La Furia» era lenta y cansina, sin sorpresas. Isco, quien fue el más rendidor en el Mundial, era el único que aparecía para romper la monotonía. Pero no como parte de un equipo en funcionamiento, sino como pieza elemental capaz de comenzar a tejer sociedades en ataque. Basta con ver qué hizo cuando tuvo la pelota: sacarse rivales de encima, gambetas para aclarar el panorama o, si había suerte, proponer un mano a mano con algún defensa ruso. Sus únicos socios terminaron siendo Diego Costa y, a cuentagotas, David Silva.
Y acá es donde debe hacerse hincapié en el once titular con el que salió el técnico español a la cancha. De sumo conocimiento fue la salida de Julen Lopetegui dos días antes de arrancar el Mundial y la asunción de Hierro. Muchos pronosticaban aquel movimiento como la debacle del equipo, sin embargo mucho no cambió en su estructura. Parte de eso fue el problema. La selección de Lopetegui tenía tanto virtudes como defectos en su juego. La incapacidad de crear asociaciones después del pase de Sergio Busquets era una. Hierro no hizo más que acrecentar esa falencia.
Primero probó con Lucas Vázquez, luego con Koke, Thiago Alcantara jugó muy poco y, frente a Rusia, sacó a Andrés Iniesta y puso a Marcos Asensio. El ex capitán del Real Madrid se dio cuenta del problema: faltaba ruptura. El error fue la solución, el problema no eran los nombres, era el funcionamiento. Así lo sufrió durante todo el partido y, cuando parecía que Rusia cada vez se metía más adentro de su área, llegó la jugada perfecta. Un penal creado por Piqué hizo que Dzyuba pusiese el empate. Eso delegó a España a volver a buscar espacios, pero no iba a ser tarea fácil.
Si el primer tiempo había sido un monólogo por parte del equipo español sin muchas llegadas, el segundo tiempo fue una repetición aún peor de lo mismo. El DT español quiso mover el tablero y puso a Iniesta por Silva. De las pocas pelotas que tocó, el ‘6’ clarificó el partido como ningún otro. Pero si antes la dependencia era con Isco, esta vez fue con Iniesta. Más de lo mismo. Solo, frente a un equipo que defendía cada vez más cerca de su arco, trató de filtrar pelotas y alguna que otra consiguió meter para Diego Costa, pero el gol no llegaba.
Rusia estaba seguro de lo que quería. Resistir y llegar lo más pronto posible a los penales. La entrada de Denís Cheryshev y Fiódor Smolov únicamente fueron para, si cabía la chance, acabar el partido en una contra. Nunca llegó. España se repitió hasta el cansancio. El tiempo extra siguió en la misma tónica y los cambios (ninguno para modificar el esquema) no ayudaron. La única variante rompedora fue la entrada de Rodrigo por Asensio, pero apenas fueron chispazos lo que ofreció el delantero del Valencia. En los penales, Rusia acabó con su cometido. Igor Akinfeev figura. España, una desilusión.
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- AUTOR
- Bruno Scavelli
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