Historias
La Copa Perú, la más linda de todas
¿Cómo se comienza a hablar de la Copa Perú? El banquete de hechos nos ofrece jugosísimos casos extraños, bizarros, apasionantes y surrealistas que empoderan el espíritu amateur de este particular torneo. Un buen punto sería repasar cuando los jugadores del UNHEVAL –pertenecientes, como bien lo indica su nombre, a la Universidad Nacional Hermilio Valdizán- no pudieron disputar su cotejo contra Leoncito de Huánuco, correspondiente al inicio de la liga distrital de dicha ciudad, debido a que un examen de ingreso universitario les coincidía exactamente con la hora del encuentro. Y cuando el deber llama, no queda más que contestar.
También cabe aproximar las políticas del under peruano a la hora de afrontar tiempos difíciles. Bien lo saben los muchachos del Atlético Toray Aymaraes, club cuyo presidente colocó a la venta ¡vía Facebook! en 2015, durante las vísperas de que la escuadra comience su camino en la copa.
No podríamos obviar la particularidad de los nombres, tampoco. De aquel viaje ácido de aritos, gorras, chombas Lacoste y tiro de pasitos que hace casi una década llamábamos Wachiturros, derivó el nacimiento de Los Turrys El Acero, un animador del certamen en cuestión, cuya remera es tremendamente similar a la de la Selección de Croacia. O más curioso aún, como el caso del Real Fujimori, team que comparte sustantivo propio con el oscuro ex presidente peruano, orquestador bajo su gestión de delitos de lesa humanidad y otras bajezas.
Y si hablamos de identidad en la Copa Perú, ¡¿cómo dejar de lado a su último campeón?! El encantador Pirata Fútbol Club, que llevaba en su escudo nada más y nada menos que al rostro de Jack Sparrow. Por motivos legales, la institución debió desistir de continuar usando a ese personaje en su impronta, mutando a la figura genérica de un pirata.
¿Qué más puede haber? Camarada, la clave aquí es que la magia nunca acaba. Porque podemos tener ante nuestros ojos una escena digna de culebrón, con dos muchachas yéndose a las manos con una rabia inédita, a un costado del partido que disputaban Cultural San Martín y Cultural Géminis, en un cotejo correspondiente a la interliga de Lima Metropolitana. ¿La razón? Un triángulo amoroso, con el tercer involucrado ¡siendo uno de los futbolistas que estaban en el campo de juego! Su nombre no trascendió, pero solo Dios sabe cómo continuó jugando una vez que el referí tuvo que aproximarse a las señoritas –con ayuda del público- para calmar la situación.
Pero la Copa Perú es un arte que tiende siempre al equilibrio, y si en un punto de su geografía un corazón se rompe, en otro, un amor arroja raíces, como cuando en un match de la Fase Departamental del Callao, el jugador Roberto Dioses le propuso matrimonio a su novia en la culminación del encuentro que Cultural Peñarol –su equipo- venció por 3-1 a Atlético Satélite. En esa jornada, Dioses había mojado dos veces. Pero la consagración definitiva fue cuando, asistido por carteles contenidos por sus compañeros, el campo de césped vio formarse la frase “¿Quieres casarte conmigo?”, apuntando a la grada donde estaba su pareja, quien, emocionada, aceptó la propuesta.
Para explorar los inmensos lares de la Copa Perú, es necesario un guía experto para que nos oriente en nuestro viaje por el torneo más particular del mundo. Internet nos enlazó con Kenny Romero, quien forma parte de De Chalaca –medio deportivo de aquel país, y una verdadera biblia a la hora de saber sobre la copa- y el cual es, además, presidente del San Simón, club de sus amores, ganador de la Copa Perú en 2013 y, recientemente, refundado por Romero y compañía. El caso de este conjunto es emblemático para comprender el tópico a colación en este post. Los motivos de esto, lo repasaremos aquí mismo.
Podemos decir que en aquel año triunfal, la copa puso el papel y el SS la pluma, para escribir la historia que todos los amantes del fútbol soñamos contar algún día. Originario de Moquegua, una ciudad al sur del Perú, y oficiando como un club de barrio de rodaje local (distrital, en términos de la competición en cuestión), San Simón se hizo con la copa en 2013, alcanzando el ascenso a la Primera División, galardón que obtiene el campeón.
El sueño hecho realidad y el paso a latitudes legendarias de los integrantes de aquel equipo rápidamente mutó a gris cuando San Simón comprendió, a duras penas, que en su plato tenía más de lo que podía tragar. Nos cuenta Kenny Romero: “San Simón ganó la Copa Perú en el 2013. Hacia el 2014, entonces, ascendió a Primera División. El club hizo una campaña muy buena en la copa, pero a nivel institucional era un equipo de barrio. El formato de nuestro fútbol, en mi opinión, debería tener una vía de ascenso -la segunda división- pero acá hay dos, y la Copa Perú tiene una jerarquía que permite que un equipo de liga distrital, o sea el escalafón más bajo en el orden de ascensos, en un mismo año puede llegar a Primera División. Es una cosa alucinante. El San Simón llegó a Primera institucionalmente estando out”.
La Copa Perú es un torneo diagramado en diferentes etapas que engloba a las categorías por debajo de la Segunda División, dividiéndose en diferentes escalas y ramificándose, en sus fases iniciales, en un orden geográfico. «En cuanto a su formato, es fenomenal” comenzó Romero, cuando le pedimos un centro para comprender más esta división organizativa que entraña el certamen. “Tiene cuatro etapas: Distrital, primero. Luego, provincial. Posteriormente, la departamental. Y por último, la etapa nacional, que culmina en la finalísima. Por cada etapa, siempre avanzan a la siguiente los campeones y subcampeones. En efecto, la etapa nacional la juegan 50 equipos, teniendo en cuenta que tenemos 25 departamentos. Juegan seis fechas por distribución geográficas, en pelotones de cuatro equipos, ida y vuelta. Pero solo rige una tabla única y general, con los 50 conjuntos”.
Hasta la edición 2018, del 1° al 8° de dicha tabla avanzaban directamente a octavos de final. Del 9° al 24°, accedían a un repechaje. Posteriormente, se componían los choques de octavos, cuartos y, luego, la conformación de un cuadrangular, en el cual el primero ascendía y el segundo y tercero disputaban un cuadrangular de ascenso a Primera contra dos teams de la máxima categoría.
¿Complejo? Para nada. La prolijidad de la división en base a geografía y estratos da como recompensa una aceitada admisión de equipos, ausente de cualquier discriminación exhaustiva o excesivos requisitos, articulando a ¡más de 20.000 equipos en la fase distrital! Descifró Romero: “En teoría, todos los clubes tienen que estar en registros públicos. Pero muchos hacen eso por obligación, por tener el papel. Fuera de eso, pueden ser equipos de amigos, que juegan desde la liga distrital, de febrero a mayo, quedan al margen los que no clasifican a la fase provincial. En ese caso, paran, y en enero o febrero, en el parate, vuelven a entrenar para participar”.
La Copa Perú tuvo como ganadores a algunos equipos que luego tuvieron rodaje en la máxima categoría e, incluso, en el ámbito internacional. Tal es el caso de Universidad César Vallejo (2003), Sport Ancash (2004), Sport Huancayo (2008) o el próximo rival de Independiente en la Copa Sudamericana, la Escuela Municipal Binacional (2017). Otros, contracara de este fervor de los más pequeños tomando el cielo por asalto, desaparecieron o naufragaron en las profundidades del sistema poco tiempo después de obtener el título. El Total Clean –formado en la cotidianidad de una empresa de limpieza de Arequipa- fue campeón en 2006, ahogándose en el ostracismo poco tiempo después, imposible de sostenerse institucionalmente en Primera. Suerte similar corrieron Defensor La Bocana (2015) y, claro, el mencionado campeón del 2013, el San Simón, el equipo de Kenny Romero.
El certamen tiene 52 años de vida, y su ritmo se adapta a la evolución de los tiempos y la complementación del fútbol con factores externos. Es la permanente condensación de fútbol amateur con la fantasía que se desenvuelva en competencia. Twitter fue el puente mediante el cual Kenny Romero ingresó en la historia del San Simón, en aquellos tiempos que se repartían entre festejos por la obtención del título, y sudor y esfuerzo por tornarse entre gallos y medianoche en un cuadro capaz de afrontar la Primera División. Rememoró Romero: “Yo era el director periodístico en ese entonces de DeChalaca, que es uno de los medios periodísticos deportivos más importantes de Perú. Y simplemente con el ánimo de apoyar, de generar alguna mejora visual, de imagen, le creé una cuenta de Twitter al San Simon, y la manejé con información periodística validada por medios y periodistas. Yo tenía contacto con jugadores del equipo, dirigentes, fotógrafos… No me faltaba nada, y podía conocer el día a día con datos reales”.
Lo épico de las circunstancias es que fueron condimentadas por un actor destinado a encontrarse, tarde o temprano, con la Copa Perú. La sátira de internet o, más simple, la cultura del meme. “La cuenta tenía un plus, porque era muy divertida y sarcástica. Llamaba la atención de los medios de comunicación”.
Si el 2013 fue de ensueño, el 2014 fue una verdadera carrera de obstáculos para el San Simón. Su estructura, a nivel futbolístico, logístico e institucional, no podía correr en igualdad de condiciones con sus pares de la máxima categoría peruana. En el Apertura, culminó 15° sobre dieciséis equipos. En el Clausura, terminó último. ¿Resultado? El descenso. Curiosidad de los hechos que en el radio de dos años, el San Simón debutó tanto en primera y segunda categoría, divisionales que desconocía debido a su ligazón a las profundas categorías distritales hasta su hito en la Copa Perú.
La decadencia para el equipo, sin embargo, no hizo más que potenciarse. A causa de deudas e inestabilidad institucional, perdió ocho puntos en la tabla, encadenándose al último lugar. Romero rememora el sinsabor de aquellos tiempos: “La situación del San Simón… Ni siquiera pudo terminar la temporada por deudas, y fue descendido administrativamente”. El golpe para la institución fue letal, al punto que la reorganización fue pospuesta hasta diseminarse en la nada: “No se volvió a presentar más, ni siquiera en su liga distrital. Terminó desapareciendo deportiva y legalmente, o sea, incluyendo en los registros públicos”. Pero mientras la realidad golpeaba al San Simón, el aguante de Romero –y propios y extraños que llegaban al fenómeno- era trending topic en Twitter: “A pesar de todo, la cuenta se mantuvo. Se hacían cosas con la intención de respaldar a los jugadores. Algunas, contando lo real, mostrando las colectas hechas en las calles de Moquegua, realizada por los jugadores. También jugaba con lo sarcástico, como cuando pedimos ayuda a Neymar y a Cristiano Ronaldo, arrobándolos, para que nos ayudaran a pagar la deuda de medio millón de soles. Eso salió en Marca, As y Sport”. El humor como antídoto para la desazón de la realidad, potestad de todas las grandes historias.
El San Simón desapareció en una marea de carencias económicas, ausencia de motivación para competir y nulidad institucional. Pero entre sus escombros aún brillaba un factor transversal a la crisis. El mundo 2.0. Una cuenta de Twitter activa y dinámica que supo hacerse un nombre en las corrientes de fútbol sudamericano en aquellos pagos de la red. Como si se tratase de una saga que surge de las cenizas, atrás quedaban los inicios distritales, el auge de la copa obtenida y las crisis que devinieron del éxito. Ahora las reglas del juego se habían transformado completamente, y desde su escritorio, computadora enfrente, Kenny Romero se preguntó si un sendero para la refundación era capitalizar lo cosechado en el sitio del pajarito.
“Hice algunas propuestas a clubes, respecto a lo que pretendía hacer en manejo de redes, que era la intención que tenía después de lo que paso con San Simón. Pero no tuve fortuna”, repasó Romero. “Entonces, ya hacia mayo del 2017, se me ocurrió la idea de reflotar al club. Más como una intención de darle una continuidad a todo esto. Es medio jalado de los pelos, por medio de una cuenta de Twitter refundar un club. Pero desde ahí surge. Pensá que un club X contrata a un community manager, ¿que mejor que hacerlo que desde tu propio club, donde podes emplear una forma sarcástica, humorística y creativa? Y allí comenzó esta construcción, esta iniciativa”. Romero, posicionado a la cabeza del proyecto, centraliza la reconstrucción en una retórica de creatividad, pero también condensada en una dinámica empresarial que motorizó el armado. “Yo, más allá de ser deportivamente presidente, soy el gerente general. Esto es, más bien, una empresa”, añadió.
Ordenar la casa no bastó. Romero proyectó y ejecutó la mudanza del San Simón a otra sede que posibilitara mayormente su desenvolvimiento deportivo. Y como si se tratase de un cantante decaído al cual le colocan su mayor éxito para motivar su insurrección, la meta en el horizonte de los reconstructores era la Copa Perú: “Ya por 2017 cristalizamos junto a un socio la idea de refundar al club con otra sede, en Lima. Y en 2018 participamos de la Copa Perú, desde la instancia distrital. Avanzamos a la etapa provincial, nos quedamos ahí”. No hubo tiempo para el desánimo. Al contrario, el tiempo muerto del parate entre copa y copa –sabe bien Romero- debía ser empleado para fortalecer al equipo para evitar que las competiciones y el ansiado ascenso los agarrara desprevenidos. En otros términos, estar preparados para el éxito: “San Simon, el año pasado, fue eliminado en mayo. Nosotros entonces hicimos algo que casi ningún equipo eliminado prematuramente de Copa Perú hace. Desde el día siguiente, empezamos a prepararnos para la copa de este año, 2019”. Y enfatizó: “No paramos jamás. Jugamos amistosos con equipos de diferentes categorías. Tuvimos roce”.
Finales felices. Romero es muy optimista con la vuelta de hoja que ha logrado el San Simón: “Hace poco presentamos al nuevo entrenador, Alberto Beingolea, formado en España, conocido por también ser periodista deportivo, y su padre es un personaje muy conocido en el Perú, al ser un importante político. Desde ahí trabajamos de otra manera, estableciendo desde hace unos meses otros programas, como la escuela de fútbol para adultos. Estamos también en el camino de empezar a fomentar las divisiones menores. Y la idea de este año es pasar a lo que es fútbol y vóley femenino. San Simón es un club social y deportivo, la idea en el plano general es que sea un polideportivo.» ¿Y el Twitter? Activo y reluciente en @San_Simon_1983.
Estamos en vísperas del inicio de la edición 2019 de la Copa Perú. La misma contiene un cambio de desarrollo con respecto a sus antecesoras. Dentro de la etapa nacional, los equipos que queden ubicados del 1 al 32, avanzan a dieciseisavos de final. El emparejamiento responde a una lógica de orden: El 1° va con el 32°, el 2° con el 31°, y así. Al llegar a semifinales, los cuatro equipos conforman un cuadrangular a una sola rueda, tres fechas. El campeón asciende a Primera. El segundo y tercero, juegan con el segundo y tercero de la Segunda División.
El antecedente San Simón ha marcado una nueva forma de comprender a la copa, más allá de la aparición de perfectos desconocidos que arribaban a la élite del fútbol peruano. Esto implicaba un potencial desgaste institucional ante los requerimientos que subyacen en un equipo con rodaje de primera categoría. La modificación que se ha aproximado hasta ahora es cambiar el calendario de disputa: “Hay una intención a nivel federación de que la Copa Perú tenga una etapa distrital y provincial y se juegue en un año, y las restantes en otro, para generar posibilidad de desarrollo institucional en los clubes, teniendo en cuenta casos como San Simón, que en un año pasó a jugar en primera sin estar institucionalmente preparado para afrontar eso, y entonces se endeudó”.
Kenny Romero nos abrió la puerta a una de las tantas historias tatuadas en el cuerpo de la Copa Perú, aquel combustible para que el surrealismo gravite por sobre el fútbol amateur y nos regale situaciones espectaculares, así como también enseñanzas. Porque la Copa Perú es magia, pero también cotidianidad: “Acá en el Perú, te podés encontrar con un amigo X que no tiene nada que ver con el fútbol, y, sin dudas, él conoce a alguien que juega la Copa Perú, al menos en liga distrital. No falta nadie que juegue. Desde ese punto de vista, le da una representación diferente”.
“Se juega en muchos escenarios, puedes jugar a casi 40 grados de temperatura en el norte, como en la selva, en la altura de Cuzco o Puno, 3600 metros sobre el nivel del mar. Hay una variedad de cuestiones que le dan un matiz único». Romero hace una pausa, de esas que detienen el tiempo y anteceden a un veredicto basado en lo distintivo de un factor, que lo empuja por fuera de las categorías tradicionales. Y entonces arroja una conclusión con la cual es imposible no coincidir: “Yo no he visto otro torneo así que se produzca en otro país. La Copa Perú es única a nivel mundial.”.
- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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