Calcio
La flor de un partisano
En el último torneo de la Serie C italiana, ocurrió un hecho bastante particular para el país, más precisamente para una ciudad, la de Livorno. La Associazione Sportiva Livorno Calcio, mejor conocida simplemente por llevar el nombre de donde reside, descendió a la Serie D tras caer en la última fecha por 2-0 ante el Pro Sesto. Pero, ¿cuál es el motivo lógico para que un club que en 2007 disputó los 16avos de la Copa UEFA (actualmente llamada Europa League) haya bajado a una categoría amateur tan solo 14 temporadas después? Acá, en Cultura Redonda, se los explicaremos mientras hurgamos un poco en la historia de este equipo que se ha marchitado y que actualmente busca volver a florecer.
La ciudad de Livorno es el lugar de origen del Partido Comunista Italiano, fundado en 1921. Es una ciudad situada en la Toscana, a orillas del Mediterráneo, con un notable puerto industrial e identidad obrera. Desde allí, el comunismo italiano sobrevivió a la prohibición durante el régimen de Benito Mussolini. Pero, ¿qué tiene que ver esto con un equipo de fútbol? La respuesta es todo, absolutamente todo, porque los hinchas del club se identifican con el partido comunista y pintan las tribunas del estadio con el color rojo y banderas con la hoz y el martillo de la ex URSS. Además, los cánticos de apoyo al equipo se alternan con himnos como “Bella Ciao”, la canción de moda hace poco tiempo por la serie producida por Netflix, «La casa de papel»; la letra de esta canción narra la historia de un partisano (miembro de la resistencia italiana durante la Segunda Guerra Mundial) y la misma se convirtió en un himno de la oposición al fascismo y a las tropas de ocupación nazis instaladas en Italia durante la guerra.
Pero, como les contábamos, lejos quedaron aquellos tiempos en donde el Livorno se codeaba con los grandes de la Serie A o ante los buenos equipos del momento de Europa. Como, por ejemplo, cuando estaba Cristiano Lucarelli, hijo de un trabajador portuario de Livorno, que llamaba la atención por celebrar los goles con el puño en alto. A los 28 años jugó en el Livorno de sus amores y se convirtió en una temporada en el capocannoniere (máximo goleador) de la Serie A. Se transformó en ídolo cuando le rindió homenaje a la Brigate Autonome Livornesi (así se llama a los ultras del amaranto), llevando el año de su fundación como número en la camiseta: “99”. Además, llegó a ser idolatrado por dos actos de romanticismo, ya que descartó ganar más dinero por jugar en el club que ama, y por la celebración puntual de un gol con tinte político, cuando Lucarelli se convirtió en referente comunista al mostrar una camiseta del Che Guevara tras marcar con la selección italiana sub-21, aunque esta acción le costaría un par de años de no ser tenido en cuenta para vestir la camiseta de su país.
Yendo a lo que respecta con esta debacle, la misma se debió a varias cosas, pero la gota hirviendo que hizo que esta flor se secara, fue una mala gestión económica a causa del desinterés y mal manejo del club por parte de su dueño y ex presidente, Aldo Spinelli, a quien los fanáticos hace rato que no lo pueden ni ver. Para tomar dimensión de lo que sucedió, en 2013 el equipo toscano seguía jugando en la Serie A. Hoy, ocho años después, bajó a la Serie D. Tras finalizar esta temporada, terminó en el último puesto del Grupo A de la Serie C, donde obtuvo apenas siete victorias en 38 encuentros disputados. Es el segundo descenso consecutivo y los hinchas están hartos de ver en este estado a un club que a principios del 2000 jugaba torneos internacionales por toda Europa. Incluso, los jugadores quedaron libres ya que no podían pagarles un sueldo al ser considerada una categoría amateur.
Esta desgracia del club italiano llevó a que el alcalde de la ciudad, Luca Salvetti, tomara medidas en el asunto y se manifestara por escrito mediante un comunicado: «Gestión villana, me reuniré con los socios para entender sus intenciones». A su vez, el 10 y capitán amaranto, Andrea Mazzarani, se mostró enojado con los que manejan al club: «No tenemos por qué avergonzarnos de nada, trabajamos en condiciones menos que óptimas». Remarcó que estuvieron solos todo el año y que haber llegado al último partido con chances de salvarse fue un milagro: «Si llevamos la esperanza de la salvación al último partido a pesar de todo lo que pasó, es solo gracias al equipo. Nadie lo creía hasta hace unos meses, en cambio llegamos a tener esperanza hasta el final, aunque terminara mal.»
«Gestión villana, me reuniré con los socios para entender sus intenciones»
Por su parte, el entrenador, Marco Amelia, quien fue campeón del mundo en el Mundial de Alemania en el año 2006, podría dejar la institución y su futuro estaría en Roma. El técnico del Livorno, vinculado al amaranto hasta el 30 de junio, fue contactado para incorporarse a la plantilla de José Mourinho, quien dirigirá a los Giallorossi esta temporada sustituyendo a Paulo Fonseca. Pero también en estos días recibió ofertas de varios clubes de la Serie C, que querrían apostar por él como técnico de cara al próximo torneo. Amelia ya ha trabajado para Mourinho en el pasado, cuando estaba en Inglaterra al frente del Chelsea. De hecho, Mou hizo que el arquero, en octubre de 2015, actuara como suplente por Asmir Begovic tras la lesión de Thibaut Courtois. Una experiencia que duró apenas unos meses y terminó sin presencia alguna en el terreno de juego, durante la cual el ex arquero de amaranto logró ser apreciado por el técnico portugués.
En el último mes, Amelia se mostró molesto con el principal accionista del club: «Spinelli es hoy el socio más importante, pero nunca he sabido de él en los últimos meses, salvo para dar el pésame por la pérdida de su esposa». Aunque también mostró una parte de él que confía en el club del cual se enamoró de chico: «Estoy convencido de que bajo las cenizas hay fuego: la afición es la herencia de este club. Recuerdo que de joven elegí Livorno precisamente por la calidez de sus hinchas y del ambiente». Tras este desenlace, justamente los hinchas del Livorno fueron los que pidieron la renuncia de toda la junta de directivos que hicieron de un club histórico de Italia, este papelón que terminó con el equipo en una división amateur.
«Estoy convencido de que bajo las cenizas hay fuego: la afición es la herencia de este club»
Al día de hoy existe una oferta real por parte del empresario indio Yogesh Maurya por dos millones de euros para comprar el club, pero hay un obstáculo y ese mismo, como siempre, se llama Aldo Spinelli, quien aún posee el 10% de las acciones del club, es la figura física que puede negociar y pretende 700.000 euros más. Los hinchas no lo aguantan más y es por eso que hace dos semanas se reunieron en Vasco Natale Jacoponi, en Calambrone, a escasos metros de la entrada a la terminal que posee la familia Spinelli. Pasan los días, pero a pesar de todo, aún no se ha dado el paso decisivo para el ansiado cambio de titularidad, necesario para aligerar el futuro amaranto. Esta circunstancia llevó a la afición a decir basta y protestar bajo el lema de «Spinelli vete».
Los fanáticos recordaran los años dorados en los cuales disputaron la Copa de la UEFA y las temporadas en la Serie A molestando a los grandes de Italia. Los años de Protti, Amelia (como jugador), Galante, y de los desafíos europeos. Hoy, intentan recuperarse de una guerra ante el dinero y de quien lucró con sus sentimientos. Pero esta lucha terminará con quien ha sido señalado como el principal culpable, Spinelli. Porque el fútbol, como sabemos, tiene poca memoria, pero este club buscará brotar y abrirse nuevamente como ya lo ha hecho. A pesar de que una parte de sus tallos hoy está en la oscuridad con este suceso, sería lindo indagar qué le espera al futuro de este club y de su gente; y para esto estaría bueno recitar, como dice una canción: “Cava una fosa en la montaña, y entiérrame bajo la sombra de una bella flor, y la gente cuando pase dirá ¡Que bella flor! ¡Ésta es la flor de un Partisano, muerto por la libertad!
Ciao, Aldo…
- AUTOR
- Sebastián Baccarelli
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