Calcio
La Juve de la variabilidad
Son varios los especialistas en la élite del fútbol mundial que hablan de que la próxima revolución del mundo del fútbol será la del fin de los sistemas tácticos. Que ya no se podrá hablar de 1-4-3-3 o 1-4-2-3-1, etc. El juego se verá de una manera holística y las variabilidades entre los posicionamientos en defensa y en ataque o a lo largo de un mismo partido serán tan grandes que hacer ese tipo de lecturas ya no tendrá sentido.
Algunos equipos de punta han comenzado a dar muestras de esto. Señales, esbozos, de que quizás ese futuro esté más cerca de lo que pensábamos. ¿Será así?
Viendo el encuentro de vuelta de las semifinales de Champions League entre Juventus y Mónaco, esa sensación me quedó repiqueteando en la cabeza. Porque, ¿cómo juega la Juve? Con el correr de los minutos concluimos con el grupo de personas que veíamos el partido que era difícil dar una respuesta concreta. La complejidad de un deporte que cada vez suma más elementos para el análisis y que se aleja de esos axiomas que marcaban que ya estaba todo inventado.
En los papeles, los cronistas hablaban de un 1-4-2-3-1 con Andrea Barzagli como defensor por la derecha, Dani Alves como un inédito extremo derecho, Paulo Dybala en la mediapunta, y Mario Mandzukic, en esa función que le permitió sobrevivir en el once titular en el año y ser importante, como extremo izquierdo. La pelota rodó y era difícil leer el partido de esa forma.
Dani Alves hacía un surco por la derecha, pero no partía fijo como extremo. Barzagli se cerraba como tercer marcador central por momentos, y en otros ejercía como lateral. Mandzukic alternaba entre sostener a su marcador en el lateral, pero sobre todo metía diagonales como segundo delantero. Así, tanto Gonzalo Higuaín como el croata jugaban mano a mano con los marcadores centrales monegascos. Dependiendo de la maniobra, Alex Sandro pasaba a ocupar el rol de volante izquierdo que dejaba libre el balcánico, y en general en esas acciones Dybala terminaba como volante ofensivo por la derecha.
¿1-4-4-2? ¿1-3-4-1-2? El ex Instituto jamás ejerció un rol fijo, pero cuando se recostaba por la derecha y se asociaba con Alves, por la otra banda Alex Sandro y Mandzukic jugaban con ese corrimiento con reminiscencias al mejor Barcelona de Luis Enrique, cuando Messi aprovechaba al propio Alves para lanzar al espacio a Jordi Alba mientras Neymar generaba superioridad numérica junto a Luis Suárez en el área. ¿Copia? No, aprovechamiento de los recursos.
Otra de las claves de esta Vecchia Signora de la variabilidad es el eje central del campo. Miralem Pjanic, Claudio Marchisio, Sami Khedira… todos ellos son referenciables con el perfil del centrocampista moderno, capaces de ejercer tareas defensivas sin minar sus posibilidades en ataque. La búsqueda del club es clara, antes había relanzado a lo más alto del fútbol mundial a Paul Pogba y Arturo Vidal con esa misma funcionalidad.
Un equipo fresco, versátil, con variantes, difícil de contrarrestar en ataque. Pero que en defensa adquiere otro matiz. Porque la Juventus consigue replegar líneas y hacerse férreo con Gianluigi Buffon, Leonardo Bonucci, Giorgio Chiellini y Barzagli, cuando es de la partida este último. La escuela defensiva italiana dice presente y permite reconocer a esa escuela tacticista azzurra en este conjunto que al mismo tiempo posee maneras continentales. No es casual que el bloque de la línea de fondo sea fatto in casa.
A excepción de Higuaín, quien quizás es el más liberado de ejercer tareas en defensa, el resto de los jugadores de campo participan de esa restricción de espacios al rival. Una foto habitual en el año ha sido ver a Mandzukic batallando en propio campo. El convencimiento es una parte central para que un jugador con un perfil totalmente diferente se preste a entregarse así en función del colectivo.
Más allá de que este domingo haya vuelto a consagrarse a nivel local (sexto scudetto de manera consecutiva), el gran objetivo de los turineses era la Champions League. Como corolario de este proceso de Allegri, el norte era pelear en serio en Europa y quitarse la espina de aquella final perdida en Berlín ante el Barcelona. El cuerpo técnico juventino buscó llegar a estos meses decisivos de la campaña en alza. Si la primera mitad de la temporada sirvió como puesta a punto, en la segunda el DT afianzó una idea y consiguió rendimientos excepcionales cuando más lo necesitaba. Así eliminó al Barcelona sin atenuantes y al sorpresivo Mónaco, también con total justicia.
Los entrenadores trabajan para resolver problemas del día a día, con la mira en aquello que creen que sería lo óptimo para sus dirigidos. No lo hacen pensando en la historia o en el devenir del deporte. Sin embargo, cuando se mire con una visión de mediano alcance, y si finalmente llega ese fútbol sin sistemas, quizás esta Juve de Allegri ocupe algún lugar en esa necrológica de los sistemas tácticos.
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- AUTOR
- Diego Huerta
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