#Rusia2018xCR
La mixtura entre frustración y épica
La épica guarda momentos que trascienden, que quedan en la memoria colectiva. El gol de Marcos Rojo quedará archivado en el inventario de lo que deje Rusia 2018 para Argentina, incluso más allá de lo que suceda en los partidos de eliminación directa. Su volea con el pie inhábil, en medio de la frustración que nuevamente acarreaba al equipo hacia el ocaso, depositó a la selección entre los 16 mejores. Atrás habían quedado los mejores 30 minutos disputados en la competencia, y una segunda etapa propia de la tensión y desprolijidad de los dos anteriores juegos.
Con el triunfo in extremis, logró coronar a través de la clasificación a octavos de final una semana atravesada por audios y videos incriminatorios, fuegos cruzados y versiones que apuntan a la cogestión de los jugadores junto al cuerpo técnico. Precisamente este último punto no tendría necesariamente su aspecto negativo si viajamos a los inicios de Brasil 2014 y el cambio que el plantel propició tras la línea de cinco hombres que dispuso Alejandro Sabella ante Bosnia. De hecho, tras aquella derrota ante España de abril pasado, hablábamos en este mismo sitio de cómo Jorge Sampaoli había aceptado ceder sus posturas y cambiar lo que muchas veces parecía sentenciado.
Bien podría ingresar el gol de Lionel Messi al inmenso museo del Hermitage, el icónico lugar de San Petersburgo donde nació la Unión Soviética tras la revolución de 1917 y que alberga más de tres millones de obras de arte. Al pase inmejorable de Ever Banega le siguió un gran control del ‘10’ tras su desmarque. Se hizo lugar con su zurda y definió con un derechazo al segundo palo. Un golazo que asentó a Argentina, dispuesta en campo rival con una circulación muy fluida de balón, dominando a partir de sus interiores a Nigeria.
Volvió a cambiar Sampaoli, como hizo en sus 15 partidos como entrenador del equipo. Esta vez Argentina fue un equipo más cohesionado, tras el retorno a la línea defensiva de cuatro hombres, con un repliegue en 4-4-2 en el que abundaban las ayudas de carrileros a laterales. Banega y Enzo Pérez fueron la carta diferencial y dictaron el tiempo del juego, logrando que el conjunto se asiente arriba con la posesión y desactivara los intentos de Nigeria. Por ambas bandas, la Albiceleste tenía superioridad numérica cuando se juntaba con la pelota, y pudo haber aumentado la diferencia en sendas oportunidades durante la etapa inicial.
Si en el costado derecho eran Gabriel Mercado, Pérez y Messi los que combinaban a un toque, sin que la nutrida zona de contención nigeriana llegase al corte, por el flanco opuesto lo propio realizaban Nicolás Tagliafico, Ángel Di María y Banega. Hacían la pausa cuando era necesario y aceleraban en los momentos exactos, como en una acción en que el centrocampista del Sevilla asistió al espacio al extremo del PSG. Una falta de Leon Balogun evitó que Fideo se adentre en el área. Los volantes internos argentinos recibían en posiciones intermedias y el trivote africano, compuesto por John Obi Mikel, Oghekenaro Etebo y Wilfred Ndidi no llegaba a cubrir los huecos que se originaban en un principio a sus espaldas.
Fue una media hora a gran nivel, con Gonzalo Higuaín apoyando la circulación a partir de toques simples cerca de la mitad del campo en las salidas por bajo y atacando luego con diagonales al espacio. Pero lo que siguió fue la ausencia de profundidad, acaso por las presiones en que estaba sumido el equipo, urgencias que pusieron punto final al control. A pesar de que Nigeria no estaba logrando plantarse frente al debutante Franco Armani, sí jugaba mayor tiempo en territorio argentino. La velocidad de Ahmed Musa comenzó a abrir a la defensa argentina, sobre todo cuando el triángulo compuesto por Nicolás Otamendi, Rojo y Javier Mascherano (demasiado impreciso) dejaba un vacío entre líneas. Al central del Manchester City se lo vio algo errático durante el primer tiempo, y quien fuera el hombre decisivo del partido saltó en algunas ocasiones a su rescate.
El cierre de los 45 minutos iniciales se transformó en una muestra de lo que sería el inicio del complemento. Mediante un saque largo de lateral, Musa puso el balón en el área, y una confusión en el despeje hizo que el balón fuera al córner. Fue en esa pelota parada que Mascherano sujetó a Balogun dentro del área, y posteriormente Victor Moses transformó la pena máxima en empate. Argentina retornó al pobre libreto de sus dos partidos anteriores, sobre todo el que exhibió en el debut ante Islandia. Juego demasiado plano, con Banega y Mascherano multiplicándose en el mismo sector, sin rupturas entre líneas, con Messi buscando nuevamente la pelota cerca del círculo central. Era la antítesis de lo sucedido en el período de arranque, cuando al crack el juego le llegaba con precisión por la finura de Pérez y Banega.
Di María falló una y otra vez en los controles, las ventajas en campo rival no existían y cada pérdida se transformaba en un suplicio. Sampaoli apostó por el ingreso de Cristian Pavón, como lo hizo en los anteriores encuentros, por Pérez. El objetivo estaba claro, intentando que el de Boca desnivelase por derecha y rompa mediante sus desbordes. Generó muchas faltas y córners, aunque luego falló con centros demasiado flojos. Armani dijo presente en una clara oportunidad que tuvo Odion Ighalo, y así dio vida al seleccionado con una salvada providencial.
Sin juego, atormentado por las presiones y un empate que sólo arrojaba como resultado un rápido retorno a casa, todos los intentos argentinos eran intrascendentes. Incluso la entrada de Maximiliano Meza y de Sergio Agüero, con lo que el DT juntó a dos centro delanteros en el área. Sólo Sampaoli sabe la razón de porqué Giovani Lo Celso sigue sin disputar un sólo minuto en la Copa del Mundo, cuando se lo antoja tan necesario para dar dinámica al juego.
El derechazo de aire de Rojo se celebró con el alma por los futbolistas y la enorme cantidad de público presente en la “Venecia del Norte”. El ex Estudiantes había pasado escasos minutos antes de la zaga al lateral izquierdo, ante la salida de Tagliafico, y decidió realizar una diagonal hacia el punto penal en el momento exacto. La justeza en el centro de Mercado tuvo su correspondencia en la definición del hombre que, en Brasil 2014, le había anotado a Nigeria con la rodilla. También Messi había convertido en Porto Alegre aquella vez, aunque para la culminación de una zona de grupos con puntaje perfecto.
Sólo las sucesivas horas dirán si puede nacer otro equipo tras la clasificación a octavos de final. Francia, dueña de un talento poco equiparable con otros seleccionados del Mundial aunque con algunas deudas colectivas al cierre del Grupo C, será el rival en el comienzo de los duelos mata-mata.
Relacionado
- AUTOR
- Nicolás Galliari
Comentarios