Copas europeas
La otra Champions
La República de Malta es el territorio más densamente poblado de la Unión Europea. Es una isla que podemos ubicar al sur de Italia, coqueteando con Túnez y Libia en el medio del Mar Mediterráneo, y su capital es la ciudad de La Valeta. Allí existe un club, el Valletta Football Club, que juega en la Primera División de aquel país, una liga que cuenta con más de un siglo de vida y desde 1960 se encuentra bajo el sistema de competiciones de la UEFA.
Desde junio de 2015 y con la idea de ayudar a elevar el nivel de la Premier League de Malta, la Asociación local determinó que cada club puede contar con siete extranjeros en cancha. Esto le abrió las puertas a Juan Cruz Gill, defensor central cordobés de 32 años, surgido de las inferiores de Talleres de Córdoba. En Valletta se encontró con otros tres argentinos: Leandro Aguirre, Federico Falcone y Santiago Malano. Gill le contó a Cultura Redonda que la propuesta para jugar en Malta le llegó mediante su representante, y rápidamente lo sedujo la idea de volver a Europa. Si, volver, porque ya había tenido su experiencia en la Liga de Chipre, donde jugó durante tres años en el Ermis Aradippou, antes de pasar al fútbol de ascenso de Chile.
«En junio (2015) asumió un director técnico que quiso armar un proyecto serio, el equipo estaba clasificado a la Europa League y me pareció una posibilidad importante, si bien es un país chico, no deja de ser Europa y lo tomé como un nuevo desafío, una nueva experiencia».
En referencia al nivel de la Liga, Juan Cruz afirmó que esta posibilidad de poder formar un conjunto con tantos extranjeros hace que sea una competencia fuerte, al menos entre los primeros siete u ocho equipos. Además destacó: «Me sorprendió la organización en cuanto a como el técnico programa los entrenamientos, te pasan un plan de trabajo dos meses antes con días y horarios y eso se mantiene, nunca se modifica nada».
No solo de fútbol vive el hombre, el tipo tiene una vida mas allá de la pelota, su mujer, Melina con quien comparte el día a día (y las mudanzas) desde hace diez años y sus dos hijos Bautista de nueve y Lorenzo de tres. «La vida en Malta es tranquila», nos contó y agregó: «Algo que me llamó la atención es la gran cantidad de autos, es una isla pequeña, pero en los horarios pico suele ser un caos. Lo lindo, algo que uno reclama en Argentina o en algunos lugares de Sudamérica, es la seguridad. Acá dejo el auto estacionado en la calle, muchas veces con las ventanillas abiertas, y realmente no pasa nada, eso es algo impagable».
Antes de llegar al Valletta y de jugar Pre-Champions, mucho antes, hasta antes de pasar por Chile, Chipre y Venezuela, Gill debutó en la Primera División de Argentina. Fue en el Clausura 2004, casualmente un torneo que los futboleros recordamos, y bastante. Con solo decir, «Talleres», «Piris Alvez», «Promoción» muchos se darán cuenta que nos referimos a ese campañón del Tallarín cordobés, que peleando el descenso (por el maldito sistema de promedios) se fue haciendo fuerte a lo largo del torneo y terminó en el tercer puesto. Sí, recuerdan bien, no le alcanzó y debió jugar la Promoción con Argentinos Juniors. pero antes de ese cruce se dio el debut de Gil en Primera. Fue en el Chateau Carreras, contra River (club del que es hincha), fue titular compartiendo la zaga con Julián Maidana, aquella tarde le tocó marcar a José Sand, Marcelo Salas, Fernando Cavenaghi, entre otros. Talleres ganó 3-2 y privó a River un festejo anticipado. «Ese fue el día más importante de mi vida futbolística, logré llegar a Primera después de haberla luchado tanto en Divisiones Inferiores. El marco del estadio era impresionante, sí River nos ganaba daba la vuelta, tener la posibilidad de enfrentar a todos esos grandes jugadores. Jugué los 90 minutos, ganamos, la verdad que mejor imposible».
Después de eso, vendría la página negra, el descenso que podemos llamar injusto, y varias temporadas en la B Nacioanl defendiendo los colores de la T. Pero hoy la suerte es distinta tanto para el club cordobés, que logró volver a Primera, como para este trotamundos que lleva su acento inconfundible por donde le toque jugar. Ahora la vida, el fútbol, el destino, lo encuentran formando parte de algo que tal vez nunca soñó, pero que lo hace feliz. En su primer semestre en el Valletta se afianzó como titular y con el club lograron el título de la liga, sacando boleto para jugar la Pre-Champions. Esos partidos de la Champions League que no se ven por TV, pero que en cada edición permiten a un club desconocido, por muchos, llegar a la fase de grupos y codearse con los Lionel Messi, los Cristiano Ronaldo, los Paul Pogbá.
Valletta primero eliminó al B36 Tórshavn (o Boltfelaggio 1936) de Islas Feroes, ganando 1-0 en Malta y cayendo derrotado 2-1 en condición de visitante. Los dos goles de la serie los hizo otro de los argentinos, Federico Falcone, rosarino surgido de la cantera de Newell´s. «Por suerte la presión no es tanta, no está esa cuestión de vida o muerte por parte de los hinchas o dirigentes, pero si tenemos la presión que nosotros mismos nos imprimimos, el hambre de gloria y la necesidad de hacer historia están», afirmó Gill, quien además sostuvo: «También tenemos la esperanza de hacer un buen papel, peleando con nuestras armas, sabemos que tenemos la oportunidad de estar en boca de todos, al menos por un rato». Y si, porque el fútbol es un deporte de once contra once, en el que no siempre los millones valen a la hora de saltar al verde césped. Y aún sabiendo que Valletta es el equipo más débil, en los papeles, de los que quedan en competencia, la esperanza de codearse con los grandes es lo último que se pierde. «Sabíamos que teníamos que superar la primera fase, porque eramos favoritos, ahora todos los rivales que nos puedan tocar son, a priori, superiores, entonces todo lo que venga de acá en adelante será bienvenido».
Hoy es día de partido, un partido importante, un escalón más para acercarse a la fase de grupos, se juega la ida de la segunda fase preliminar de la Champions. Valleta recibe a Estrella Roja de Belgrado, un club que supo levantar la orejona en la temporada 90/91, pero que desde 1992 no juega la fase de grupos. Este periodista se comenzó a despedir del jugador, imaginando que en poco tiempo irán a concentrar, pero no «en un rato vamos a entrenar y nos volvemos, pasamos la noche en nuestras casas. Unas tres horas antes del partido nos encontramos en una cafetería para tomar una merienda y cuando ya estamos todos nos subimos a un micro que nos lleva al estadio». Algunas ventajas que tienen quienes juegan sin tanta presión, sin esa obligación de tener que ganar sí o sí, de jugar en un lugar donde el fútbol se vive como lo que es, un deporte.
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- AUTOR
- Matías Zampini
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