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La Premier vuelve a Sheffield
El Sheffield United regresa a la élite del fútbol inglés. Luego de doce años, los “red and white wizards” vuelven a medirse ante los mejores elencos de Gran Bretaña, tras más de una década vagabundeando en el ostracismo del ascenso.
Sheffield es un municipio perteneciente al condado de Shoth Yorkshire, una ciudad que, según el último censo, posee poco más de medio millón de habitantes. Es cuna del parque nacional Peak District, de bandas internacionales tales como Artic Monkeys o Pulp, y hogar del estadio más antiguo de todos: el Sandygate Road, propiedad del Hallan Football Club.
Todos estos –sobre todo el último, ya que toca la materia que nos compete- son condimentos de uno de los barrios más pintorescos de la nación ubicada en el continente europeo. Pero algo faltaba, o al menos eso podían divisar los hinchas del Sheffield United, histórica institución de más de 130 años de trayectoria, desterrada de la Premier League hace más de una decenio. Pongámonos en contexto.
La Premier de la temporada 2006/07 estaba por llegar a su fin. El cuadro rojiblanco peleaba la permanencia con Fulham, Wigan –rival en la última fecha- y West Ham, mientras que Manchester City, sí aunque parezca mentira, respiraba un tanto más aliviado por su salvación en la anteúltima jornada.
En la trigésimo octava fecha, el Sheffield hacía de anfitrión ante el contendiente anteriormente nombrado, y hasta el empate le servía para mantener la categoría. Sin embargo, la derrota por dos a uno –los goles de la visita los hicieron Paul Scharner y Chris Unsworth- decretó el descenso para el equipo local. Muchos no lo sabrían, pero el 13 de mayo del 2007 marcaría el comienzo de un largo camino cuyo final se haría desear.
El objetivo inmediato era, tan lógico como complicado, consumar el ansiado regreso. El estreno no sería el mejor, ubicándose novenos en la tabla general de la Championship, muy lejos de los puestos de ascenso.
Sin embargo, la situación mejoraría en el segundo año. La tercera colocación abría la posibilidad de jugar en los playoffs junto al cuarto, quinto y sexto, que decretarían quien obtendría la tercera plaza. En semifinales fue victoria por dos a uno en el global ante el Preston North, y el Burnley aparecería en el horizonte.
Wembley se vestía de gala para albergar a los más de 80.000 espectadores que presenciaron el cotejo en donde, nuevamente, la suerte sería esquiva. Wade Elliott estampaba el 1-0 definitivo a los 13 minutos de juego, y el triunfo sería para los de Lancashire. Otra vez Mike Dean, el mismo juez que pitó los noventa minutos en la batalla ante el Wigan, entonaba la melódica sinfonía del silbatazo final que desataba la desazón y el llanto.
La rueda siguiente representaría un lapso sin pena ni gloria, alcanzando un insuficiente octavo puesto, mientras que un nuevo punto de inflexión arribaría en 2011. De los 24 elencos que componían el torneo, nuestro protagonista quedó ubicado en la vigésimo segunda colocación, acarreando una nueva pérdida de categoría a su historia, esta vez a la League One, tercer eslabón del fútbol inglés. En el inconsciente del olvido quedaron las cuatro copas de Inglaterra capitalizadas a comienzos del pasado milenio y las más de 50 temporadas codeándose con los mejores.
Cuatro largos años de este periplo debieron pasar hasta estacionar en el campeonato disputado entre 2016-17, donde los fanáticos anhelaban un solo destino: volver a vivir los mejores pleitos deportivos en su ciudad, en su cancha, con su gente.
En una campaña de ensueño, sacándole 14 puntos de distancia al escolta Bolton, y alcanzando las 100 unidades, la primera colocación devolvía al Sheffield a la segunda división. Todavía quedaba camino por recorrer y pasos por caminar hasta llegar al destino.
El ascenso venía avizorándose. El décimo lugar en la 2017-2018 abría las puertas para pelear el título el año siguiente y su comandante, Chris Wilder, haría todo lo posible por llevar a su tripulación a buen puerto.
El extenso calendario, de 45 escollos para cada quien, aguardaba por conocer al segundo ascendido. El Sheffield, detrás del Norwich, aguardaba a ver qué acontecía entre el Leeds y el Aston Villa. Los de Marcelo Bielsa dependían de un milagro para escalar desde la tercera colocación y sacar boleto a la Premier sin escalas previas.
Durante uno de los juegos decisivos, el Loco acudió al Fair Play y solicitó a sus dirigidos no oponer resistencia ante la avanzada del rival, para que le empataran el partido. ¿El motivo? La supuesta actitud antideportiva por la puesta en ventaja de los suyos, a través de un gol de Mateusz Klich, mientras Janathan Kodjia –jugador de los Villanos– quedaba tendido en el piso.
Con las tablas en uno ajenas, Sheffield allanó el camino para aparcar por fin la nave nodriza que los depositaba en el tan ansiado fin del camino. Otra vez, Bramall Lane volvería a ser casa de las mejores batallas –deportivamente hablando-, con futbolistas de primer nivel provenientes de todo el planeta.
El cuadro del día naufraga las tumultuosas aguas del primer nivel. Dos empates –uno ante el poderoso Chelsea-, una victoria y dos derrotas lo colocan en la 15° posición a día de hoy, expectante de hacer una campaña que los lleve a la permanencia y, ¿por qué no? a diversas latitudes del Viejo Continente.
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- AUTOR
- Julián Barral
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