América
La realidad toca la puerta
Un resultado puntual en un momento dado no quiere decir en sí mismo demasiado. El fútbol como juego se compone de un montón de variables y factores que llevan a que las evaluaciones se vuelvan más difíciles de realizar que en otras disciplinas. Sin embargo, cuando esa base de actuaciones se acrecienta y se replica, se puede llegar a hablar de tendencias marcadas.
Cuando Jubilo Iwata superó por penales a Independiente en la Suruga Bank, después de haber sido superior en el desarrollo del encuentro, no dejaba de ser un hecho puntual, anecdótico, que quizás hablaba más del momento del equipo de Antonio Mohamed que de una generalidad. Si bien la idea asociativa de los japoneses había sido más que interesante, no se podía abordar a mayores conclusiones. Luego, Kashima Antlers derrotó a Lanús (en el cuarto éxito nipón al hilo en ese trofeo) y ya sí podía evidenciarse una tendencia.
Claro que luego River ganó con comodidad la Suruga en el 2015, aunque es verdad que Gamba Osaka actuó con muchos jugadores suplentes, por lo que esa victoria tenía un pequeño asterisco en el análisis multifacético que debe realizarse. El punto es que, además, ese logro riverplatense se dio entre medio de las dos actuaciones de equipos argentinos más recientes en el Mundial de Clubes.
San Lorenzo en el 2014 fue a Marruecos con muchas ilusiones. Néstor Ortigoza se encargó de dejar en claro que saldrían a intentar imponer su fútbol antes de partir en Ezeiza, ya declarando en función del Real Madrid de Carlo Ancelotti. Sin embargo, los de Bauza casi no llegan a jugar la final: fueron al tiempo suplementario ante el semi-amateur Auckland City. La improvisada respuesta del cuerpo técnico azulgrana fue que ellos habían preparado la virtual semifinal ante el Setif de Argelia y que no esperaban a los océanicos.
La final fue un trámite. Un Real Madrid que lejos estuvo de tener una noche de gran nivel, ni se despeinó para superar al equipo azulgrana. San Lorenzo no generó prácticamente situaciones de peligro y todo su plan de resistencia se derrumbó luego del tanto inicial de Sergio Ramos. Solo el resultado fue decoroso; los Santos jamás estuvieron en partido.
River llegó a Japón por segunda vez en ese 2015 con la quimera de superar al Barcelona de Lionel Messi, Neymar y Luis Suárez. Al igual que su antecesor argentino, el conjunto variaba en relación a aquel que se había impuesto a nivel continental ya que algunos futbolistas no continuaban en el club. Pero de la misma forma que San Lorenzo, los de Núñez seguían bajo el mandato del mismo entrenador, en este caso Marcelo Gallardo. Por lo que no se trataba de un equipo que comenzaba de cero en el segundo semestre del año.
Si bien los Millonarios sí atacaron algo más, y durante un pasaje del primer tiempo cortaron el circuito de pases de Barcelona, el segundo tiempo fue demasiado contundente: los blaugranas vencieron por 3-0 y en un momento del complemento se florearon y hubo olor a goleada mayúscula.
Tanto Real Madrid como Barcelona concentran a buena parte de las estrellas de élite a nivel mundial. En el plano doméstico como en Europa, marcan habitualmente una diferencia significativa con diferentes rivales de turno. Lo lógico es que triunfen también en este certamen. Ahora bien, ¿es imposible competir contra estos equipos?
Rápidamente aparece en el mapa mental la gesta del Estudiantes de Sabella en 2009 ante el Barcelona de Pep Guardiola. Aquel conjunto catalán se quedaría con los seis títulos que disputó ese año y así y todo los Pinchas estuvieron a segundos de quedarse con la copa. De la misma manera, diferentes escuadras con menores recursos individuales y económicos han puesto en aprietos a estos gigantes.
El último caso, y quizás uno algo inesperado, ha sido el del Kashima Antlers. Los japoneses ya habían despachado en semifinales a Atlético Nacional por 3-0 en el partido de la polémica por el fallo arbitral con ayuda de la televisión. Este domingo, el equipo rojo puso en jaque al Madrid de Zidane. Pese a ir abajo en el marcador antes de los diez minutos, no se derrumbaron, pasaron al frente y llegaron hasta el suplementario. Allí apareció Cristiano Ronaldo y todo terminó en actuación memorable pero sin premio final para los orientales.
Individualmente tanto River como San Lorenzo contaban con futbolistas de mayor relieve y valía. Sin embargo, colectivamente no se podría afirmar lo mismo. A la concentración de talento en manos de pocos clubes, la única alternativa pasa por la amalgama colectiva. El fútbol como deporte dio un crecimiento brutal en estos años a través del acceso a información y nuevas metodologías para cualquier cuerpo técnico que quiera avanzar como tal. No todo es sabido. No todo está inventado. El fútbol argentino está lejos de ser el mejor del mundo (más allá de explosiones puntuales de una selección plagada de talentos individuales de primerísimo nivel). La evidencia está allí. La realidad toca a la puerta. Habrá quienes la quieran ver y otros negadores que se ajusten a discursos de ocasión cómodos y pueriles.
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- AUTOR
- Diego Huerta
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