Entrevistas
«La revolución está en las bombitas pequeñitas que tenés al lado»
«Claro que sí, que le damos para adelante», así comienza la charla por chat con Bigote López, no tiene sentido decirle Santiago, seguramente casi nadie lo llame por su nombre. Una respuesta rápida y amistosa comienza lo que será una charla donde iremos desde Los Redondos hasta el Che, pasando por Europa, el St Pauli y Messi. Referente de Villa Española, un equipo humilde de Montevideo que volvió a la Primera hace poco y lucha contra los poderosos uruguayos, este delantero se toma el fútbol como un trabajo e intenta darle más importancia a la familia, el barrio y los amigos. Su imagen se potenció luego de que colocara una cláusula en su contrato, donde dejaba claro algo: «Si toca el Indio Solari tengo permitido faltar a los entrenamientos o algún partido». Esto incluye a los derivados de la banda platense o bien, quien te dice se le cumple el sueño, si los Redonditos se vuelven a juntar. Un hombre que no tiene problemas en mostrarse tal como es, pero vale la pena recordar que es un jugador de fútbol y charlas como esta no abundan…
CR: ¿De dónde nació tu pasión por Los Redondos?
- Los orígenes nacen por un compañero del barrio que escuchaba Los Redondos y me pasó un disco. ¡Yo tenía un discman, escuché Gulp! por primera vez y tengo ese recuerdo. Tengo 39 años y esto fue a los 14. Un recuerdo de preguntarme “uy, ¿esto qué onda?”, lo escuché un par de veces, fui y le pregunté “¿no hay más de esto?”. Y ahí me pasó un par de discos más y tá, fui incursionando un poco en la cultura del rock también. Uno como adolescente iba viendo qué le gustaba en la vida y dónde quería arrancar, y el Indio, Los Redondos y el rock’n’roll se me cruzaron por delante y entendí que una forma de vivir puede ser esa. Después, todos los que somos ricoteros no podemos explicar qué es lo que pasa, por qué te pasa y por qué vas a todos lados, hacés todas las pelotudeces que hacés y todo termina en una cláusula de Los Redondos. Pero en realidad lo que yo digo es que es una forma de vivir, mi forma de vivir y que no le rompo las bolas a nadie y tá, pero fue incursionar por el oído más que nada. Creo que la forma en la que Carlitos y Los Redondos querían llegarle a la gente fue por ahí y a mí me llegaron de una: tenía un discman, me puse los auriculares y nunca más me los pude sacar. Hasta el día de hoy, en algún momento del día, escucho Los Redondos seguro. Pero tá, es una forma de vivir.
CR: Y cuándo intentás explicárselo a la gente, ¿cómo se lo explicás?
- Ya de grande entendí que no hay necesidad de explicarle a nadie lo que a uno lo hace feliz. Después saqué bondi para ver al Indio durante muchísimo tiempo con una barra de amigos de acá, viajé y había gente que me preguntaba. Yo les decía “bo, no podés explicar lo que es la felicidad. Hasta que no vas y lo ves no lo vas a entender”. Andar explicando ahora es como medio raro. Después, en el fútbol, sí lo utilicé como una forma de militancia y de lucha, con la excusa de usar a Los Redondos para muchas cosas que quería visibilizar. Pero tá, tengo 39 años y ya no me gasto explicándole a nadie. Cuando tengo la oportunidad sí intento llevarme al que quiere que le explique y ahí se termina conjugando todo lo que decimos. Es como abrir la compuerta de otro mundo y cuando volvés la cerrás y arranca el mundo nuevamente.
CR: ¿Te pasó de encontrar o descubrir cosas gracias a las canciones de Los Redondos?
- Todo el tiempo. Hasta me pasa con temas que antes los pensaba de una cosa y que hoy los pienso de otra manera. Me sorprendió que un loco que tenía como 40 años pensaba cosas que yo pensaba con 13, poesía pura. Hoy esas mismas cosas me pasan de otro lado y me pregunto “mirá lo que quería decir acá”. La filosofía y la poesía son así, van mutando según el estado de ánimo y la línea del tiempo y del espacio.
CR: Me imagino que debés haber mentido muchas veces para poder ir a ver un recital.
- Tá, ese es un poco el cuestionamiento que uno se hace. Siempre entendemos que la vida de un futbolista no va de la mano con estas cosas como salir a bailar o tomarse una cerveza. Los futbolistas son prototipos ideales que no pueden salir de la línea y están encarrilados en un sistema que es así. Obvio que dentro de eso muchísimo tiempo anduve mintiendo de lesiones y algunas veces no ir, aparecer cuatro días después y que sea lo que sea. De lesiones mentirosas tengo siete millones porque tampoco es algo que pueda controlar. Cada vez que venía un toque yo estaba toda una semana enfermo (de la cabeza, no del cuerpo), y cuando llegaba el día inventaba cualquier cosa sin tomar las consecuencias de lo que podía pasar. Imaginate que de las mil que tengo ya no recuerdo tantas.
CR: ¿Tenés contados cuántos recitales llevás en el lomo?
- Sabés que no. La otra vuelta me hicieron una nota, pero no sé. Arranqué con Los Redondos en Jesús María y diez/doce tengo, repitiendo algunas veces dos días. Y después del Indio debo llegar a veinte fácil. En 2008 lo vi en La Plata y de ahí no paramos más. Si no cuento ni los goles, no voy a contar los recitales.
«Si no cuento ni los goles, no voy a contar los recitales»
CR: Si le tuvieras que explicar a alguien, ¿cómo definirías una misa ricotera?
- No tengo una explicación porque para mí puede ser una cosa y para vos otra. La peregrinación es lo más lindo. Todo lo que pasa desde que uno se levanta hasta que concurre a un lugar que hace mucho tiempo no juntaba tantas personas. Se asemeja un poco a la militancia, que es congregarte con gente que entiende un mismo camino o una misma forma. Lo que puedo explicar es el respeto y el carisma que se genera y que podemos ver un lugar donde la felicidad para todos es casi la misma. Ahí entiendo que ese mundo es casi ideal. Cuando vuelvo tengo el alma llena y siento que todo valió la pena, porque después vuelvo y todo sigue igual: laburar, hacer la vida de padre o la vida que tengas. Por eso la misa es un momento para salir y ver lo que te apasiona, porque cuando la pasión le gana a la razón es inexplicable. Y tampoco tiene sentido explicarla. A mí me gustaría tomarme un vino con el Indio y saber qué le pasa a él con eso.
CR: ¿Qué significa el Indio Solari en tu vida?
- Nunca me había preguntado esto. Yo siempre digo que soy ricotero y me cuesta identificar a Carlos como mi referente. Fui a ver a Los Decoradores y me generó lo mismo que ver a Skay o al Indio con Los Fundamentalistas. Entiendo que Los Redondos abrieron una puerta de mi vida y me hicieron cuestionar ciertas cosas que me hicieron feliz por muchísimo tiempo. Es obvio que el Indio acompaña mi pasión y la continué con él, pero hace poco estuve hablando con Semilla y también me junté con Skay hablando de par a par y el loco me conocía a mí. Cuando salió la cláusula se enteró de quién era y lo que había pasado. Lo mismo el Indio que pidió para escucharme en una nota.
CR: ¿Ser ricotero te hizo empezar a militar por otras causas y apartarte un poco del mundo del fútbol?
- Desde Los Redondos me surgieron cuestionamientos políticos e ideológicos. Y también influyó la cultura de la calle, de curtir esquinas y ver lo que pasaba en el barrio. También de estar mal parado en lugares y decir tá, esto no es por acá. No sé si tanto el fútbol, porque en el lapso en el que conocí a Los Redondos no jugué mucho. Arranqué de vuelta a los 18 años y ahí hice mi carrera sin apartarme del rock’n’roll. Sé que soy bastante especial en eso. Lo que puedo asegurar es que ser ricotero me abrió la cabeza.
«Lo que puedo asegurar es que ser ricotero me abrió la cabeza»
CR: El otro día saliste a la cancha de Peñarol con una camiseta contra los militares. ¿A qué apuntás? ¿Llegar a mucha gente o tratar de darle vuelta un poco la cabeza a otras personas?
- En realidad esa remera fue bastante particular. De las pocas que fue acción y reacción. Se había muerto Gavazzo [José Nino], que fue uno de los represores más hijos de puta de la última dictadura. Pasó el día anterior y los hinchas de Peñarol justo estaban luchando para que saliera del padrón social del club. Salió casi sin pensar, de no quedarse callado en un estadio y decirle a este hijo de puta lo que tengo ganas de decirle. Sí cuando caminé por el túnel y salí a la cancha sentí que era la voz de muchos que ya no estaban. Fue de las pocas veces que me sentí muy observado pero diciendo “tá, esta la agarré y no me comí ninguna ni con los militares ni con nadie.” Cuando terminó el partido comprobé la repercusión porque el teléfono y las redes sociales estallaron. Después dormí tranquilo diciendo “bo, hice lo que tenía ganas de hacer”. Si estuviese Gavazzo vivo le escupiría la cara. Después todo lo que hacemos nosotros que se llama cultura de barrio sí tiene la intención de abrirle la cabeza a alguien. Poner las cosas sobre la mesa, que estén y que cada uno resuelva como le dé la gana. Eso seguro.
«Si estuviese Gavazzo vivo le escupiría la cara»
CR: ¿Necesitamos que los futbolistas se comprometan más socialmente?”
- La responsabilidad cabe directamente en nosotros. Nos ponen demasiadas responsabilidades y miserias de los demás para que nosotros ejecutemos. En todas las cosas que hago intento que los futbolistas se cuestionen como futbolistas y como individuos, y creo que, si estuviéramos con otra conciencia y con otras responsabilidades de poder salir del sistema, todo sería mejor. Más que nada por un tema de visibilidad que tiene el futbolista, aunque no es mejor ni más que nadie. A veces el argumento que doy es más chico que el que da el pibe de la villa, pero tengo la herramienta de la caja de resonancia y tengo que utilizarla. Si no la utilizo yo, la va a utilizar otro medio de comunicación de la forma que quiere y como quiere. Ya bastantes responsabilidades tiene el futbolista como para sumarle otras, pero me encantaría que se replicara la Democracia Corinthiana o que existieran más Maradona. Aún con sus boludeces en la vida que son criticables, el loco no deja de ser un astro que casi siempre cae del lado del pueblo, y eso no es fácil. Toda la gente pobre del mundo se identifica con Maradona y eso no se compra. Tuvo errores, mucho machismo y ha generado cosas para la sociedad que no aportan, pero menos aporta Messi para mí. Prefiero a alguien que se equivoque pero que siempre caiga del lado del pueblo antes que no hacer nada y ser muy sumiso.
«Prefiero a alguien que se equivoque pero que siempre caiga del lado del pueblo antes que no hacer nada y ser muy sumiso»
CR: Cuando aparece algo nuevo de Villa Española, siempre suben cultura de barrio. ¿Qué es la cultura de barrio?
- No sé qué es la cultura de barrio (risas). Si tuviera una explicación única no sería cultura de barrio. Para mí es la amistad, el compromiso social, la militancia y el sentido de pertenencia a flor de piel. Y en el fútbol se puede llevar al disfrute. Vos podés decirme que para vos la cultura de barrio es ir a tomar unos mates con tus amigos y yo puedo decir tá, algo estás generando. Dentro del club nos movemos en esos parámetros, generando actividades para que esas cosas se puedan cumplir. Tiene una forma, un logo, gente que labura y referentes que se identifican con eso. En Villa Española buscamos que cultura de barrio se expanda para donde sea. Estoy convencido de que si hubiese más cultura de barrio el mundo sería mejor.
CR: ¿Qué termina siendo el sentido de pertenencia hacia Villa Española o hacia el barrio donde te criaste?
- Todo. Soy un convencido de los procesos y de las transformaciones. Los procesos hacen las transformaciones acá y en el mundo. No estoy de acuerdo en estar en este espacio y transformar la República Argentina. No, para transformar la República Argentina, viajá, instalate, genera lazos en la República Argentina y no me hagas la revolución por chat. Entonces creo que a mi barrio, que me dio todo lo malo y todo lo bueno con el poder de sentarme, resolver y decidir lo que quería en mi vida -mal o bien-, le tengo que retribuir de esa manera. Intento cambiar la comunidad, reformar o transformar y generar argumentos para que eso pase. Hasta ahora entiendo que pasa y que tenemos puntos de referencia. Ni a palos somos mejores que nadie, pero yo al barrio le doy todo. Hoy no vivo en el barrio porque me separé y me tuve que ir, vivo en el centro pero tá, estoy todo el día acá.
CR: Leí hace poquito que habías ido a Cuba y que el socialismo te voló la cabeza. ¿Qué te generó la sociedad cubana?
- Fui en 2010. Jugaba en Guatemala y viajé una semana a Cuba, pero me quise quedar dos meses primero y después a vivir. Siempre tuve un idealismo de la Revolución Cubana y del socialismo, y verlo en su máxima expresión a uno lo hace cuestionarse ciertas cosas. Lo mejor es la relación entre los cubanos, desde el lado del respeto. Eso también lo hace que no hay un capitalismo bruto y abusivo. Yo me sentí re bien, sentí que muchas cosas que pensaba de Cuba eran así, que no me sorprendieron y sí me las afirmaron. Llegué a sentir que capaz era un lugar para vivir, que no pintó, pero que me voló un poco la cabeza.
CR: ¿Qué te genera la imagen del Che Guevara?
- No me gustaría que fuera mi padre. Porque no tuve, me abandonó, se fue a hacer la revolución cuando la revolución está en las bombitas pequeñitas que tenés al lado. Me parece eso, pero me encanta que el Che tuvo la valentía para hacerlo. Eso me parece terrible, el loco tenía tremendos valores. Pero hay una parte ahí que no me gustaría, yo no dejaría a mi gurisa por hacer la revolución en Argentina. Ni un segundo. Porque entiendo que la revolución está acá, es lo que nosotros desarrollamos a la par nuestra. Estoy convencido de eso, generar nuevas personas, mejores bombitas pequeñitas como dice el Indio. Me parece que es un poco por ahí, porque si transformamos acá transformamos el mundo. Entonces si yo me voy y lo que más quiero lo dejo ahí, esa parte es medio rara. Pero es terrible la Revolución Cubana. El socialismo hoy en día sigue resistiendo ahí de la manera que puede y es lo único que va quedando como esperanza de darle guerra a Estados Unidos, por eso sigue ahí a flor de piel.
«La revolución está en las bombitas pequeñitas que tenés al lado»
CR: ¿Qué sentís cuando ves tanta desigualdad en algunos lugares?
- Me re jode. Es terrible porque llega un punto en el que nos queremos matar entre los pobres, entre nosotros nos enjuiciamos. Ahí llegamos a un punto en el que está enferma la sociedad. También nos tocó un tiempo de bonanza en el que gente de clase media pudo subir un poquito, pero ni siquiera pasó a clase alta y nos creímos mejores y catalogamos a ciertas personas de tal manera. Esa es la mayor miseria que tenemos como sociedad en el mundo por un capitalismo de mierda. No dejamos de ser todos iguales como seres humanos, pero cuando entramos entre los pobres a pelearnos digo: “qué peligro, loco. ¿Qué está pasando? La que se viene. Y me da tristeza, bo.” Para solucionarlo creo que hay que generar mejores lazos, con los hijos y con la vecina o el vecino. También estamos viviendo la revolución de los derechos. Creo que se están conquistando varios derechos, se empiezan a tener algunas igualdades y esa es la que nos tocó a nosotros.
«Llega un punto en el que nos queremos matar entre los pobres, entre nosotros nos enjuiciamos»
CR: Te vi con una remera que decía “Nos mata la desigualdad de género”. ¿Qué te gusta de esa pelea que da el colectivo de las chicas?
- Lo que yo intento es deconstruirme. Seguro soy machista porque el chip lo tengo, pero siempre trato de deconstruirme. Primero por mí, para poder aportar mucho más a la sociedad desde esta lucha feminista que se viene y que me encanta, y segundo para que mi gurisa me pueda enseñar el nuevo mundo. Muchas veces hago comentarios machistas sin darme cuenta porque soy así, obvio que no llego al límite y obvio que me he deconstruido en algunas cosas -otras no las puedo-, pero me parece genial la fuerza con la que viene la lucha de las gurisas. Se comen el mundo y se ponen en lugares donde no estaban, lo que me apasiona. Igual siempre tengo los cuidados porque no deja de ser una lucha de ellas, y siempre cuando la lucha es de uno tiene que ir para adelante uno con los demás viendo cómo apoyar. Entonces tá, no puedo opinar mucho pero sí apoyar desde el lado que uno puede, intentando deconstruirse porque es la mejor manera en la que se puede tener un mejor mundo.
CR: El fútbol es un ambiente híper machista. ¿Intentás que alguno reflexione sobre esto que estamos hablando?
- Todo el tiempo. En la cancha siempre hay algunos cruces fuertes en los que el rival te dice “dale puto”. Y yo la respuesta ya la tengo medio automática, que es que en 2021 eso no es un insulto. “Muchas gracias” le digo, y se queda mirando. “Ya pasó ese insulto, sé libre. Si lo fuera, me estás saludando”. Después en los chats que yo estoy no permito, rompo las bolas o los anulo a todos. De a poco fueron cambiando. Si te lo proponés te podés deconstruir y no repetir boludeces que no llevan a nada en realidad.
CR: ¿Es cierto que no te gusta jugar al fútbol con tus amigos?
- Es así, me putean mis amigos (risas). Es como tener una fábrica de chocolate y no comer chocolate, te asquea un poco. A mí me pasa como eso, me embola en un punto. No me gusta mucho el fútbol, me gusta el juego y siempre lo tomé como un laburo. En los momentos que he tenido de vacaciones no me puse a jugar al fútbol, tá. Capaz los miro jugar en la playa mientras me tomo una cerveza o miro el sol. Siempre lo pongo en relación de que un albañil cuando se va de vacaciones no va a mirar las casas de afuera para arreglar una pared, va a comer un asado. Y a mí me pasa de no tener ganas de jugar al fútbol. Con mi gurisa sí juego y capaz que con mi sobrino también. Me putean todos porque no voy a ningún fútbol 5 ni a ningún lado. Cuando termino de jugar no quiero saber más nada y seguramente cuando deje no voy a jugar nunca más. O al principio no. No me llama el jugar por jugar, pero cuando veo que los demás se emocionan me encanta.
CR: ¿Hubieras preferido ser rockero o ser artista?
- Los futbolistas somos artistas. El fútbol es un arte porque si no todos lo jugarían. Así que artistas fuimos y somos, pero sí me hubiese gustado tener una banda de rock, haber triunfado en eso y recorrer algunos países. Estaría genial. Siempre digo que si tuviera que nacer de vuelta me encantaría ser Manu Chao, pero no llegué.
CR: ¿Qué termina siendo Villa Española para vos?
- Hoy en día es mi casa de verdad. Ya no es la segunda porque estoy todo el día en el club. Capaz si me preguntás en unos años te digo: “Fue mi segunda casa”. Desde que me levanto hasta que me acuesto soy Villa Española y también tengo la mala suerte de que todo el mundo me identifica con Villa Española. A mí me dicen: “Bigote es Villa Española” y capaz no me guste mucho, pero yo estoy pensando y hablando del club todo el día. En algún momento busco hablar de otra cosa pero tampoco pasa, no puedo evitarlo.
CR: ¿Por qué le pusieron Sócrates a la cantina del club?
- Quisimos llevarlo democráticamente a una votación que fue nefasta, así que terminamos decidiendo con mi compadre Agustín Lucas (somos los creadores de cultura de barrio) y surgió el nombre del Doctor Sócrates. Somos apasionados de la Democracia Corinthiana, la hemos leído pila de veces y Sócrates para mí fue el primer revolucionario del fútbol. Entonces le pusimos Cantina Sócrates en homenaje a él.
CR: ¿Te hubiese gustado estar en un equipo con esa temática?
- Obvio, me hubiesen gustado dos cosas. Una era haber jugado en la Democracia Corinthiana y conocer a alguien como Sócrates y la otra era haber integrado algún plantel ricotero. El otro día el Palillo Aprile (Gustavo) me contaba que cuando jugó en Temperley salían a la cancha con Ji Ji Ji y me pareció alucinante.
CR: En el fútbol está el tabú de que si un jugador se fumó un porrito es apartado del plantel. ¿Qué te pasa con el deporte y las drogas?
- Que las drogas sociales estén prohibidas en el deporte me parece una pelotudez terrible. Son sociales, no le sacás ventaja a nadie. Igual las cosas han cambiado. Antes la policía de las drogas estaba mucho más cerca y hacía control antidoping todas las veces intentando cagar a los futbolistas profesionales. Hoy en día me parece que eso ha cambiado y que hay cierta flexibilidad. Por ejemplo, en Uruguay la regularización de la marihuana es un cambio generacional terrible y eso lleva a que los gurises vengan con otra cabeza. Que se pueda comprar en la farmacia abre a que te puedas cuestionar desde otro lado. En el fútbol sigue prohibido, pero ya no es tan loco que te fumes un faso y tu compañero no. La mayoría del plantel fuma faso y está clarísimo. No hace falta que sea en el vestuario para saber quién fuma y quién no fuma. Y está bien porque son cosas sociales. Tomarse una cerveza está permitido, fumarse un cigarro. El exceso de todo eso me parece que es lo que hay que atacar porque te perjudica. Después, cada uno con su vida hace lo que quiere. Si quiere jugar en la élite, con Messi en París Saint-Germain, va a tener que hacer una vida muy correcta y tener un don increíble. Si jugás en otra liga, ahí vas viendo cómo es el sistema y te podés tomar más cervezas que comer fiambre.
CR: ¿Qué te pasa con esos tipos que dejaron todo para llegar a la élite?
- No estoy de acuerdo, pero entiendo que es una forma. Para mí se hipoteca mucho de lo que es la vida y si te funcionó lo único que te va a quedar son los millones de dólares. Después vas a volver a la casa donde naciste, con plata. ¿Eso qué te va a dar? A mí lo que me va a dar es el transcurso de la vida, cuestionarme qué hice y qué no hice. La adolescencia fue el momento más lindo y no la cambio. Pero eso es lo que pienso yo, que no cambiaría nada por ser Messi. Nada de nada. Para mí es un tipo muy infeliz en lo que es la vida. Si el loco no puede ir a un súper a comprarle un chocolate a los hijos es un infeliz, aun teniendo millones y millones de dólares. Tiene que mandar a un tercero, a un cuarto o a un quinto para que le hagan. La felicidad está en las cosas simples de la vida. Hay cosas que me llaman la atención de Messi y que están buenas como la sencillez que tiene adentro de la casa cuando lo muestran. Ahí deja entrever el niño que es, pero después es todo muy protocolar. Yo no quisiera ser el mejor jugador del mundo después de verlo con diecisiete milicos dando vuelta para saludar. ¿Qué estamos? ¿En una dictadura? Yo les pego una patada a todos los milicos y les digo: “Arranquen más allá”. Tá, puedo entender al que quiera ser el mejor, pero ahí lo que querés son los billetes y la obsesión de la fama. Eso te lleva a un profesionalismo de élite que no sé si está tan bueno, porque después tenés plata pero no te podés comer una napolitana. Te tenés que comer una milanesa de berenjena porque al otro día tenés que jugar. No digo que sean todos unos borrachos, pero para mí el ideal es jugar al fútbol profesional en tu liga, salir a alguna como la brasileña, conocer tres o cuatro países y volver. Eso sería alucinante. Viajar con el fútbol es lo mejor que te puede pasar porque te pagan por viajar. Después podés elegir qué hacer. Hay jugadores que se encierran en un hotel, pero yo salgo y te conozco todo el país al que voy de una. Pero si te hace feliz ser Messi dale para adelante.
«No cambiaría nada por ser Messi»
CR: ¿Te gusta ese fútbol de Play, en el que viene un millonario y compra a todos los mejores?
- Yo jugué en cuatro décadas. Estoy desde el ’99 y vi todas las transformaciones. Ese fútbol no podría jugarlo, miro poco pero cuando miro esos partidos digo “bo, ¿cómo pueden jugar así?”. El fútbol se modernizó y es para los que vienen de atrás. Va a ser algo re estratégico.
CR: ¿Conocés al St. Pauli? ¿Qué reivindicarías de ese equipo?
- Conozco toda la historia y la creación es alucinante. El proceso de St. Pauli está divino hasta que entra la comercialización de las cosas. No puedo opinar porque es de Alemania, primer mundo, pero tiene cosas ideológicas terribles. Todo lo que se genera alrededor de la cancha los días de partido me encanta. Después es el tercer equipo que vende más camisetas en el mundo y con eso no estoy tan de acuerdo, pero tá. Es un ejemplo a seguir, pero es Alemania.
CR: ¿Y te da satisfacción que un equipo así sea alemán?
- Sí, obvio que es raro y que sea en Alemania más. Después hay un marketing que explota todo, pero prefiero que se masifique eso y no la gilada del Barcelona.
CR: ¿Ves algo de St. Pauli dando vueltas en Villa Española?
- A nosotros nos dicen siempre que somos el St. Pauli de Sudamérica, pero para mí somos más la Democracia Corinthiana. Eso me apasiona mucho más, aunque sí tenemos cosas de St. Pauli porque ideológicamente somos parecidos.
CR: A nuestras tapas siempre le ponemos algún nombre de un tema o una frase de alguna canción. ¿Cómo te gustaría que le pongamos a la tuya?
- Ponele “Un infierno encantador”
- AUTOR
- Facundo Mirata
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