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La Superliga: ¿Necesidad o capricho?
Se termina un nuevo año futbolístico en Argentina. Un año que no va a ser uno más. Es que con él, pudimos ver los primeros esbozos de una Superliga que hasta ahora tiene más agrios que dulces. Este intento de los ¿nuevos? dirigentes del fútbol argentino e incentivado desde la política por profesionalizar y acomodar el campeonato vernáculo a estándares europeos, por ahora, le cuesta ver germinar la semilla con visos de futuro.
Es que al problema estructural que ya existía de un torneo que venía mal barajado desde los últimos días de la era Julio Grondona, se le sumaron, por un lado, el encarecimiento de las entradas a niveles en los cuales se le hace muy difícil a una familia poder costear una salida a la cancha (¿no era que la familia tenía que volver a los estadios?) y, por el otro, el famoso y discutido fin del Fútbol para Todos y por consecuencia la aparición del pack fútbol para el cual hay que desembolsar una importante suma de dinero.
El efecto de todo este entuerto es en definitiva ver los estadios vacíos en la mayoría de los partidos no sólo por los precios sino también por el nivel de juego. Porque las figuras que surgen del fútbol argentino se siguen yendo demasiado rápido. Ejemplos sobran y están bien fresquitos. Es inminente la salida de Ezequiel Barco de Independiente. Parece muy difícil que Racing pueda sostener mucho tiempo más a su joya Lautaro Martínez y ni siquiera un poderoso a nivel mundial como River pudo evitar el desarme masivo de su plantel a pesar de los esfuerzos que sus dirigentes dicen haber hecho.
Pero fundamentalmente también, ya que algunas de las dificultades antes mencionadas parecen ser ya endémicas de nuestro fútbol, el modelo elegido por el C.E.O. de la Superliga y sus laderos, es un modelo que hace años está decadente en España y ya no se sostiene más ni siquiera en un país donde sus equipos insignia no paran de ganar. Es que el modelo que implementó Javier Tebas es justamente todo lo contrario de lo que necesitaba nuestro bendito campeonato, que si algo tenía de bueno hasta ahora era su competitividad y este no es un dato menor.
Si algo nos contaron durante todo este tiempo es que necesitábamos tener un fútbol más comercializable en Europa y para ser sinceros si algo es vendible de la liga argentina por lo menos hoy, es justamente la posibilidad mágica que Patronato le pueda ganar a Boca en su propia cancha o que Argentinos Juniors, por ejemplo, pueda salir campeón. El plan importado de España justamente minimiza esa posibilidad hasta el límite con el riesgo de convertir un campeonato malo, regular o bueno pero emocionante, en uno con final cantado como parece que vamos a tener.
Esto y la gente, claro. El hincha lo puede casi todo, hasta el hecho que un tipo se anime a sentarse casi dos horas frente a la televisión a 15 mil kilómetros solo para tratar de sentirse dentro de un estadio argentino. Imaginarse lo que es vivir esa pasión como lo vivimos acá. Ser capaces en muchos casos, muchísimos, de viajar a Argentina solo para ver partidos de fútbol, y hasta eso está en riesgo. ¿Cómo hacer para modernizar estadios, mejorar operativos policiales (cada vez más impresentables en el fútbol porque el hincha todavía sigue siendo un ciudadano de segunda), y mantener ese condimento tan distintivo del nuestro fútbol?
Con el afán de pensar que cualquier cosa que viene de afuera está bien ya no nos dejan disfrutar ni siquiera de las salidas de los equipos a la cancha, esa fiesta que es casi como un gol, ese estremecimiento único que siente el hincha al ver su camiseta salir por el túnel, y esperar a que salga el contrario para desgañitarse en silbidos e insultos. Todo eso ya no lo tenemos porque hay que aguantarse a los dos equipos saliendo de la mano con una música tan fuerte que tapa los cantos de la gente. Ya ni siquiera nos dejaron la posibilidad de disfrutar un momento tan sublime como ése.
Más allá de todo, crédito es lo que le sobra a una Superliga todavía demasiado incipiente para hacer conjeturas definitivas, aunque la dirección donde se apuntó la nave es clara. Habrá que ver cuando el torneo se regularice con sus 22 equipos y cuando la pelota corra bastante tiempo más de lo que lo hizo hasta ahora si salir campeón sigue siendo una ilusión para todos o si como dicen los hinchas españoles: «Esto es el campeonato escocés».
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- AUTOR
- Horacio Ojeda
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