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La tribuneada inoportuna
Hacer un gol en un clásico de visitante en el último minuto y gritárselo en la cara a la hinchada de ellos. Esto es lo que seguramente soñaba Lucas Pérez, cuando de chico jugaba en las canchas de La Coruña en Galicia. Y ese sueño pudo cumplirlo el sábado pasado cuando, en el minuto 92 del Celta vs Deportivo, convirtió el gol del empate batiendo al arquero vigués con un remate fuerte y seco que infló la red en Balaídos.
No solo eso. Lucas corrió, o más bien trotó hacia la esquina del campo y, una vez en el límite del mismo, le mostró a quien quiera ver, tres dedos de cada mano apuntando al césped formando un seis. Un seis que equivale a los títulos del Deportivo en su historia en primera división. Cinco copas y una liga, sabiendo que ese gesto es un ataque directo al corazón celtista, que en sus vitrinas sólo junta polvo.
Pero ese gesto no hubiera sido motivo de tertulia alguna más allá de la provocación en sí misma, que algún programa de prensa rosa deportiva se encargaría de polemizar, si no fuera que Lucas había tenido una temporada difícil. Llegó a préstamo desde el Arsenal inglés como la estrella y la esperanza de un equipo que buscaría dar el salto de calidad que hace años no tiene, y fracasó.
El Deportivo que arrancó la temporada prometiéndole a sus hinchas Europa, fue cayendo como por un tobogán sin fin hasta terminar en los últimos puestos. Un equipo indolente y frágil que nunca mostró rebeldía aunque más no sea por su historia y terminó dando el último manotazo de ahogado agregándose plomo al traje de baño, contratando a un inexperto Clarence Seedorf que parecía no saber si estaba en Coruña o en Alcorcón.
Hace unas semanas, cuando el final de la liga parecía cantado, las esperanzas de salvación flaqueaban y Lucas padecía una sequía goleadora que aceleraba la caída. Aparecieron pintadas en el viejo barrio coruñés donde Lucas aprendió a hacer goles. “Lucas Pérez vete ya”, “Lucas Pérez Pesetero”, entre otras dagas al alma del delantero.
Quizás por eso, la reacción del último sábado en el derby gallego. Quizás por los insultos y las cargadas con que los hinchas del Celta quisieron amedrentar a Lucas y a sus compañeros. Su sueño y el de muchos parecía cumplirse si no fuese por un detalle.
El fin de semana anterior y en el mismo instante en que el Barcelona de Lionel Messi se proclamaba campeón, el Depor bajó a segunda división por tercera vez en ocho años dando lugar a la grieta de los hinchas corteses.
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Muchos de ellos apoyaron la moción tribunera de Lucas festejando su ocurrencia y perdonándole, aunque sea por un rato, su año fatal en el club de sus amores, conscientes de que bueno, en un clásico se festejan todos los goles así, que para colmo ese gol le termino de robar el sueño al Celta de llegar a clasificarse a una copa internacional entre otros argumentos.
Muchos otros, tal vez con la mente más fría, criticaron duramente la reacción del delantero y no precisamente aduciendo al fair play, sino todo lo contrario. Son aquellos que entienden que festejar así un empate cuando ya estás descendido no es más que seguir descendiendo para un Depor que hace mucho que dejó de ser súper.
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- AUTOR
- Horacio Ojeda
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