La Liga
La última función de Valerón
“Pagaría una entrada por ver jugar a Valerón”, dijo alguna vez Andrés Iniesta. Quizás semejante declaración sirva para entender lo que significa el retiro de este jugador que sorprendió casi a finales de la década de 1990 y que alcanzó su pico de rendimiento en la primera mitad de los 2000. Al borde de pisar los 41 años, y tras más de 20 temporadas como futbolista, Juan Carlos Valerón, uno de los mejores jugadores españoles del último tiempo, decidió colgar los botines.
Dotado de una capacidad técnica envidiable, con una visión de juego que escasea por el mundo de la redonda, de exquisito toque de balón e inteligente armado ofensivo, deleitó con lujos y asistencias a las gradas del fútbol ibérico, especialmente las de Riazor, donde el número “21” es una suerte de símbolo por sí mismo.
Valerón se retira en la que fue su primera casa. Dio sus pasos iniciales en la Unión Deportiva Las Palmas, primero con el equipo B en la temporada 1994-1995 y luego dos años con el primer equipo canario, con el cual consiguió el ascenso a Segunda División. Su calidad lo llevó en 1997 a Mallorca donde en apenas doce meses se robó los elogios por su juego.
Tras ser finalista de la Copa del Rey pasó al Atlético de Madrid, donde las cosas no resultaron del todo bien. A pesar de ser pieza clave y titular indiscutido en el Aleti que llegó dos años consecutivos a la final de la Copa del Rey, en el 2000 sufrió el descenso a Segunda División. Aun así, sus actuaciones no pasaron por alto en La Coruña, campeón de La Liga aquella temporada, que compró su pase en casi once millones de euros.
Allí empezó el romance con el público de Riazor. En los 13 años que permaneció en el Depor, Valerón escribió las páginas más doradas de su carrera. A su llegada, fue parte del plantel que ganó la Supercopa de España, logro que repitió en 2002, ya como titular indiscutido.
En el elenco blanquiazul conformó uno de los mejores equipos del fútbol europeo junto a Djalminha, Fran González, Tristán y Makaay. Con estos dos últimos afianzó una de las sociedades ofensivas más letales de aquella primera parte de la década. Tanto el delantero español como el holandés engrosaron sus cuentas goleadoras en gran parte gracias al talento del volante canario que poco a poco se terminó transformando en ídolo y bandera del club.
El fútbol del «Mago» y el Deportivo se pasearon por el Viejo Continente: Bayern Munich, Manchester United, Arsenal, Milan y Juventus fueron algunos de los que sufrieron al conjunto gallego. En el plano local, imposible olvidar el “Centenariazo”, la final de la Copa del Rey 2001-2002. En el mismísimo Santiago Bernabéu, y en el año en que Real Madrid cumplía cien años de vida, le ganó al conjunto blanco por 1-2 para quedarse con el título, con una destacada actuación de Valerón.
A partir de 2006, el volante fue víctima de una serie de lesiones de rodilla que lo alejaron del campo de juego y sólo le permitieron disputar ocho partidos en dos temporadas. Hasta se planteó el retiro un par de veces. Sin embargo, volvió. A su regreso el club ya había dejado atrás su época soñada y perdió dos veces la categoría en el lapso de tres años, en 2011 y 2013, con un esporádico regreso a la élite en 2012. Tras el segundo descenso llegó el final de su aventura en Riazor: lágrimas y ovación interminables al dejar el club en el cual había alcanzado la idolatría tras jugar 422 partidos y ganar tres títulos.
Llegó el momento de elegir dónde tirar sus últimas paredes y retornó a su tierra, la Unión Deportiva Las Palmas. Llegó con el objetivo de subirlo a primera y lo logró al segundo intento, en 2015. Ya con poco protagonismo, pero con la magia intacta, decidió darse el gusto de despedirse en Primera, y lo hizo dejando al equipo en la máxima categoría.
Valerón, quien jugó 46 partidos con la Selección de España y participó del Mundial de 2002 y las Eurocopas de 2000 y 2004, supo ganarse a lo largo de su carrera el respeto y la admiración del fútbol español también por su caballerosidad dentro del campo de juego. El fútbol perdió a uno de sus mejores intérpretes. Uno de los que entienden el juego como pocos. Talentoso. Brillante. Simplemente mágico.
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- AUTOR
- Federico Leiva
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