Herederos de la Redonda
La última joya de la Academia
En el marco del clásico de Avellaneda apareció, tras una patriada del mejor jugador de la cancha, para sellar la victoria de Racing en un clásico en el que la Academia se jugaba algo más que los tres puntos y el honor. Ganó y sacó chapa de campeón ante su eterno rival. Sin ser más desde lo futbolístico, fue letal en donde se ganan y se pierden los partidos. Hoy en Herederos de la Redonda hablaremos de Matías Zaracho. Ese que puso la guinda para una victoria más que especial.
Federico Matías Zaracho (10/03/1998) cumplirá este año 21 y lo puede hacer gritando campeón. En un equipo que se ilusiona nuevamente con quedar en lo más alto, pelea este año mano a mano con Defensa y Justicia. El sábado en una jornada muy demandante para Racing Club, se quedó con el clásico de Avellaneda ante Independiente y con tres puntos sobre el sorprendente escolta del campeonato, que horas más tarde perdería el invicto ante Boca. Pero centrémonos en Zaracho: cuando los torneos se hacen adultos, y los minutos se acumulan, así como el esfuerzo, los puntos y la presión aumenta conforme el final se aproxima, ahí se diferencian los hombres de los niños, y hoy Matías está mostrando su faceta más determinante. Ya era conocido por la nación racinguista como ese media punta vertiginoso y barullero. Pero en las últimas dos jornadas se están encontrando con su faceta más determinante de cara al gol.
Ya contra Godoy Cruz había convertido su primer doblete como profesional, ahora en el clásico ratifica que puede ser un activo importante en cualquiera de los dos frentes abiertos que aún tiene su Club (Liga y Copa Sudamericana)
Zaracho es heredero de una pléyade de jóvenes valores que históricamente vienen surgiendo del Cilindro. Hoy es el que goza de mayor proyección y visibilidad. Se trata de un media punta capaz de ocupar eficientemente cualquiera de las tres posiciones detrás del punta. Es versátil con el balón en los pies, cuenta con un gran regate corto y un cambio de ritmo electrizante, es de esos jugadores llamados a enamorar a la grada. Cuando goza de la posesión del esférico sabe aguantarlo, utiliza a la perfección su 1,71 metros de estatura para garantizar la continuidad de la jugada.
Seguramente que con los blasones que está asumiendo, muy pronto veremos a Matías lejos de Avellaneda, brillando en las principales canchas de Europa, tiene el talento y el respaldo para hacerlo, lo demás depende de él.
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- AUTOR
- Abda Barroso
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