Argentina
Las distintas formas del dominio
Las principales ligas del mundo comienzan a desandar el tramo final de competencia. La disparidad es un síntoma común en la mayoría de los torneos, con un puntero que mira desde lejos a su escolta y perdió la referencia respecto al resto de sus competidores. Sin duda un tema de larga discusión entre todos los factores que lentamente parecen arruinar las competiciones domésticas en casi todas las latitudes. Y nuestra flamante “Superliga” no es la excepción.
Este domingo Boca Juniors logró estirar a nueve unidades –al menos hasta que San Lorenzo dispute su partido pendiente ante Independiente- su ventaja en relación a su escolta, hasta ahora Talleres de Córdoba, su adversario de turno en la tarde de ayer y actual escolta en la tabla de posiciones. Con un gol de Pablo Pérez en tiempo agregado, el equipo “Xeneize” se quedó con un premio excesivo para un partido en el que había reinado la paridad. Incluso en la primera etapa, el conjunto cordobés había dejado una mejor imagen de conjunto, sin concretar un dominio absoluto.
Si bien Talleres cuenta con un plantel interesante, las diferencias presupuestarias y el contraste con las figuras que conforman el plantel que tiene a disposición Guillermo Barros Schelotto, es amplio. Los nombres de uno y otro atentan contra el equilibrio competitivo. Tanto en el once inicial que presentan cada fin de semana, como en los recursos que poseen para sostener el recambio necesario para una temporada larga.
El último mercado de pases presenta datos claros: mientras los de la Docta resignaron a Jonathan Menéndez, Sebastián Palacios y Emanuel Reynoso –que justamente pasó a Boca- rellenando el plantel con algunos jugadores que ayer no participaron del equipo titular por diferentes motivos. El actual líder del torneo, en cambio, repatrió Carlos Tevez y sumó a jugadores con experiencia en las altas esferas de nuestro medio como Ramón Ábila, Julio Buffarini y Emmanuel Más. Con el ‘Apache’ lesionado, los tres últimos fueron suplentes en el choque estelar de ayer. Y no cuentan con garantías de titularidad ante la riqueza individual del plantel boquense. Las diferencias están a la vista.
No sorprende entonces la ventaja importante y prácticamente decisiva que acumula el equipo de la ribera. Ni siquiera necesita implementar novedosos esquemas tácticos ni una sólida imagen colectiva. Boca juega decididamente mal en varios aspectos del juego. Pero en la mayoría de los casos alguna de sus figuras más desequilibrantes –ayer lo hicieron Pavón y Ábila- sale al rescate con una aparición oportuna. Y todas las falencias colectivas que quedan en evidencia cuando enfrente hay rivales con niveles razonables de jerarquía –por ejemplo River-, quedan en el olvido con cada victoria. La falta de desarrollo general favorece al más poderoso.
En el otro extremo aparece Bayern Munich. Un equipo plagado de estrellas del fútbol mundial que no se recuesta en la comodidad del talento individual. Incluso se da el gusto de arriesgar en demasía. Da la posibilidad a sus rivales de perder un partido como ocurrió ante Leipzig hace pocas semanas, con la convicción de darle descanso a algunas figuras, y también estimula a sus adversarios a enfrentarse mano a mano para demostrar quién es más poderoso. Jupp Heynckes parece entender a la perfección esa identidad alemana que pretende demostrar que la fuerza se mide sin limitar al contrincante. Sin reducirlo a perseguir el balón durante todo el partido ni asfixiarlo con una presión permanente. Entregándole posibilidades de actuar. Y aun así lo demuele categóricamente como lo hizo el sábado último ante Borussia Dortmund, actualmente tercero en la Bundesliga.
El conjunto bávaro no cree en la individualidad como único punto de desequilibrio. Juega un fútbol efectivo y contundente. Una propuesta de ida y vuelta donde saca ventajas a partir de la suma de fuerzas en los dos aspectos del juego. Ataca con todos y defiende con todos. Incluso cuando debe retornar a posiciones cercanas a su área. Con enormes dosis de verticalidad a pesar de ciertas pausas que permiten sumar gente en ataque. Y con esto aventaja a su escolta, Schalke 04, por 17 unidades, quedando a un triunfo de obtener el título. Mientras tanto tras destrozar a Besiktas espera por Sevilla para dirimir un lugar en Semifinales de Champions League.
Seguramente ambos serán campeones. Lo de Bayern está prácticamente sentenciado. Lo de Boca transita encaminado y sin grandes riesgos. Pero entre uno y otro aparece una diferencia notable. Tendríamos que tenerla en cuenta cuando nos sorprendemos con las diferencias entre la elite del fútbol mundial y nuestro medio, selección nacional incluida. Más que nunca a nivel histórico, el fútbol trasciende como deporte colectivo y el equipo excede a sus figuras. Incluso aquellos que acumulan varias de las figuritas más difíciles, como Manchester City, Barcelona o Bayern Munich intentan agregar un plus de equipo que potencie los valores propios de cada componente. El reciente éxito sostenido de un Real Madrid decisivo en lo individual, obligó al resto a profundizar el modelo de perfeccionamiento táctico y estratégico. Y aquellos que no se suben al tren, como Manchester United o PSG ya han sufrido las desventajas.
Si el fútbol argentino no entiende esto como primera prioridad y construye futbolistas que piensen en el aporte al conjunto como factor de desequilibrio, por encima de un slalom extraordinario como el que enhebró Pavón, se alejará a paso firme de los espacios de privilegio del concierto internacional. Estamos preparando jugadores para trascender en la improvisación. Pero nos olvidamos de que hoy en día la inventiva está al servicio de las necesidades del equipo, mientras este busca dejar de depender de la inspiración como aspecto fundamental y descontrolado, para utilizarla solamente donde y cuando corresponda. El orden se está tragando al desorden. Y nosotros continuamos del lado equivocado.
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- AUTOR
- Nicolás Di Pasqua
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