Entrevistas
«Las masculinidades están en discusión y eso es un avance»
Rompe las cadenas que te atan
A la eterna pena de ser hombre
Y de poseer
Es un paso grande en la ruta de crecer
Serú Girán – Salir de la Melancolía
Cuando hablamos de fútbol y sanción, la imagen que viene a nuestra cabeza usualmente es la de un referí con cara de culo, mirada fría, silbato en boca y brazo en alto firme, mostrando una tarjeta. Es que el castigo por un accionar ajeno a las reglas de aquel deporte es limitado al juicio del árbitro que transita el campo de juego y cuya labor culmina una vez cerrados los 90 minutos.
Sin embargo, una (necesaria) mirada un poco más en profundidad nos puede ayudar a descubrir que circular en el ámbito del fútbol, sea con botines y en el césped o cubriendo un partido, y desde la más temprana edad hasta los días de las canas, implica sancionar y ser sancionado por un reglamento omnipresente que sanciona a diferentes signos de debilidad, curiosidad o rechazo a la hegemonía que yace en el pensar colectivo del fútbol. Una hegemonía ligada a la masculinidad, la superioridad sobre el otro, anexar el llorar a la flaqueza, la postergación del juego y el señalamiento del diferente.
Rafael Crocinelli identificó a lo largo de su carrera la presencia de estas sanciones. En la cancha, vestuario, césped o medios, la presión está, y la curiosa contradicción es que parece sostenida por nosotros mismos. Este ex futbolista de Sarmiento de Junín y Everton de La Plata, se volcó académicamente a la comunicación social y en su teclado las palabras, las entrevistas y el análisis comenzaron a tirar paredes para culminar en «Cuerpos que (no) importan» (editorial Malisia, presentado en 2021).
El laburo de Rafael no se limita a la denuncia pública. Es una invitación hacia los lados más crueles del arte que todos aquí más amamos. Más aún, es encontrar en sus líneas los momentos en que nosotros fuimos sancionados, y aquellos en dónde nosotros fuimos los sancionadores.
CR: ¿Cómo fueron los primeros momentos, en tu experiencia, de empezar a problematizar y debatir la masculinidad en el fútbol? ¿Te topaste alguna barrera o resistencia?
- Desde muy chico recuerdo observar cosas que me hacían ruido. Ciertos manejos de mis partes o amigos que no compartía, y partiendo desde la adolescencia: los chapes o sacar a bailar a alguna chica de manera obligada. Me hacía ruido no respetar el no-interés del otro. Por enfocarme en lo mío, yo no tomaba alcohol o salía de noche cuando mis pares si lo hacían, y me sancionaban a través de chistes. Uno se suponía que debía hacerlo, ¿para qué? ¡Para poder pertenecer! Y ahí hay, en el fútbol, un correlato con el vestuario: muchas veces los chicos socializan las experiencias sexuales que tenían para recibir la aprobación de un otro, y ahí aparecía la cosificación de la mujer. Cuando con más mujeres estas, más macho sos. Y si estás de novio y respetás a la chica, sos un boludo. De esa forma se teje una forma de ser varón, una masculinidad nociva, llena de presiones, no deja sentir libremente al varón, no admite la diferencia, se construye la masculinidad a la oposición a la figura de la mujer, del niño y del varón gay. Y me centro en la oposición a la figura del niño: los pibes contaban que, tras firmar contrato, dejaban de ser niños, tuvieran 15 o 30 años. Firmar contrato era transformarse en adulto, ¿por qué? Porque un niño no puede jugar al fútbol profesionalmente, ¡no se disfruta, hay que ganar a toda costa, se te impone eso! Es un momento fundacional, dónde uno abandona un estado para formar parte de un rito. ¡Eso es la firma de un contrato! Mi problematización, entonces, empieza desde la adolescencia, y académicamente, en la Universidad de La Plata, con toda la investigación que desarrollé sobre masculinidad en el fútbol. Me topé con resistencias, generadas por el prejuicio que se acorta solo con la información. Tenemos discusiones pendientes, hay que abordar este tema de forma integral, sobre todo en el fútbol, uno de los puntos más enmarcados e influenciados por el patriarcado.
«Cuando con más mujeres estas, más macho sos. Y si estás de novio y respetás a la chica, sos un boludo»
CR: ¿Cómo observas que el debate juega en las diferentes etapas del futbolista, desde inferiores hasta entrenadores?
- El fútbol no es un espacio en dónde se habilite el intercambio: el jugador que se corre de la norma es sancionado, y ni hablar de la heteronorma. Cuando hacía la investigación, me dejé la barba y el pelo largo, por un tema de no querer cortarlo, y mis compañeros me preguntaban si tenía algún problema, o que estaba muy dejado. Todos tenían la barba marcada y el corte degradé. Un mismo jugador que entrevisté en mi trabajo me dijo que si iba de jogging y zapatillas lo gastaban, le decían que estaba descuidado. Se reproduce entre los jugadores una imagen social que se multiplica y al verlos en la calle nos deja ver algo como lo que explica el hexis corporal de Bourdieu, ¿qué significa esto, puntualmente? Que podés reconocer a un futbolista por cómo se viste y se comporta. Dentro del ámbito de la sexualidad, está la heteronorma que no admite la diferencia. Se socializa a la mujer como trofeo y no se habilita el escenario de algo distinto, porque hay mucha desinformación. Te pongo un ejemplo: si un jugador llora en el vestuario, los compañeros lo miran raro, ¿qué hacemos con este que está llorando? puede aparecer como pregunta, en vez de una respuesta como un abrazo. Socializar las emociones entre varones está asociado a un signo de debilidad. No llorés, maricón. Y está mal. Yo cuando quise llorar, lloré. Es más: una vez, en un partido, en medio de una injusticia del árbitro, le pedí que terminara el partido. Mis compañeros me miraban diciendo que me pasaba. A mí no me importaba lo que decía esa horda masculina. Mis compañeros querían terminar el partido, hay que ser macho. Por mi terminalo, ¡el rival es superior! Un sapo de otro pozo. Nos estaban ganando ampliamente. Tenía bronca. Te sumo otra: en Sarmiento tuve un preparador físico que nos decía Chicos, pregunten ¡siempre! todo lo que necesiten saber. Y yo lo tomé como un principio de vida. Me ayudó a incorporar el hábito de la pregunta, para acercarme a un otro, y así surgió el libro, así surgió esto de decirles a los chicos que pregunten todo lo que necesiten, para que se habilite el lugar de hacer consciente al jugador del lugar político que ocupa en la sociedad. Una formación más allá de la pelota del fútbol: en lo afectivo, social, personal. Levantar la cabeza de la redonda, porque nos queda un fútbol muy nocivo y contaminado. Hay que trabajar a través de equipos interdisciplinarios y dar otro mensaje, para tener no solo un fútbol mejor, sino una sociedad mejor.
«Hay que hacer consciente al jugador del lugar político que ocupa en la sociedad»
CR: ¿En qué parte sentís que podemos ser optimistas en este caso y en donde el panorama aún es adverso?
- Positivo es el estar hablando de estas temáticas. Mirá: en el marco de la Fecha 3 de la Copa de la Liga Profesional diferentes equipos salieron al campo con pancartas que decían No a la homofobia en el fútbol, clara muestra de que hemos tenido conquistas. Pienso también en las creaciones de áreas de genero transitamos un gran cambio, DNI no binario también, incluso en un contexto en donde Argentina ha sido vanguardia en diferentes materias de inclusión y ampliación de derechos, a la altura de cualquier potencia europea, en Italia o España es impensado hablar de sexualidad con jugadores, o de promover áreas de genero en los clubes, y esto tiene que ver con la presencia de las sociedades anónimas. Las masculinidades están en discusión y eso es un avance. Soy pesimista, por ejemplo, cuando escuchamos cantos xenófobos u homofóbicos aún presentes. Pienso en el Josh Cavallo, jugador que a fines del 2021 manifestó ser homosexual, siendo el segundo jugador en actividad en hacerlo tras Justin Fashanu, y recibió la sanción y burla desde adversarios e hinchas. Todavía hay que desbinarizar, entender que el mundo no es solo hombre y mujer, hay un sinfín de diversidades, y hay que informar para que la gente sepa -y habite el mundo de una mejor forma-. El día que la sexualidad de un jugador deje de ser noticia, tendremos un cambio concreto. Pero ojo que no se trata solo de lo que pasa en el campo de juego: la resistencia está incluso en la mesa de asado con amigos, a través de chistes o narrativas que hay que cambiar.
«Las masculinidades están en discusión y eso es un avance»
CR: ¿Cómo cambió tu vida profesional y personal, en lo que quieras contarnos, tras introducir este debate?
- Empaticé con muchos chicos que querían saber. Al publicar el libro, me han mandado muchos mensajes padre, madres y entrenadores contando experiencias, fue muy fuerte. Revaloricé un montón de experiencias: el mensaje de, como se dice, nada se pierde, todo se transforma. Un mensaje contra la deshumanización. Contra aquello que el hecho de solo vivir para ganar partidos y dinero nos quita. Visibilizar que cuando se para la pelota, por el retiro o porque un pibe queda libre, los pibes sufren. Y a veces culminan en suicidios. Estas cosas se pueden prevenir, ¡se tienen que prevenir! El ser la voz de una microesfera como es el mundo de los futbolistas, aportando mi grano de arena, es importante, me hace tener más fuerzas. El libro en sí es un laburo artesanal, a pulmón, con la colaboración del Ministerio de Cultura de la Nación, así como de clubes como Vélez, Lanús, Sarmiento o San Lorenzo, que se contactaron conmigo y me permitieron hablar con los chicos de la pensión y presentar mi trabajo allí. Lo veo como una manera mía de retribuir. Hoy hacemos acciones matriculadas con el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad para tratar de materializar esta otra manera de atravesar la masculinidad. Mismo el #9M estaré participando del Primer Congreso Nacional de Deportes, Género y Diversidades en Chaco. Y también quiero reconocer que más allá de las banderas políticas, me senté en la mesa con gente del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio. El genero es un tema sin bandera, y en Argentina, en ese sentido, se están haciendo muchas cosas, y lo quiero resaltar.
- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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