Entrevistas
Leandro Lázzaro, el optimista del gol… y de un fútbol mejor
“Un laburante del fútbol”. Así se autodescribe el primer sudamericano en emigrar al fútbol de República Checa en la historia, cuando allá por los albores del año 1995 inflaba las redes con golazos jugando para el Club Atlético Nueva Chicago y el destino lo llevó a la ciudad de Liberec. Esa frase lo pinta de cuerpo y alma, ya que siempre tomó al fútbol como un laburo más y no como algo que lo apasionara verdaderamente. De hecho, comenzó su carrera a los 18 años cuando fue a una prueba abierta en el club de Mataderos y demostró en pocos minutos su capacidad goleadora. No son muchos los casos como el de Lazzaro, de jugadores que tengan una trayectoria de más de 20 años como profesionales habiendo empezado muy de grandes, quizás sea esa la explicación de por qué en tan poco tiempo dejó familia y amigos para continuar su vida en un país europeo tan peculiar. Tal es así, que a los 18 años comenzó la carrera universitaria de Nutrición, que obviamente quedó trunca por el sueño futbolístico.
Cada vez que le preguntaron si habiendo jugado en Europa estaba salvado económicamente, él respondió que “no, es un mito. De hecho, laburé de un montón de cosas después de haberme retirado profesionalmente del fútbol”. En una panadería, en un negocio de ropa, en bienes raíces, como agente de jugadores, Lazzaro siempre se las rebuscó para seguir con su vida. Sin embargo, en la actualidad, se le apareció casi sin querer la chance de volver a un vestuario, esta vez como ayudante de campo de Juan Bautista Chumba en Deportivo Español: “Tuve un par de charlas con Caruso Lombardi y en ese ínterin justo se fue Pablo Migliore como ayudante de Chumba, entonces me propuso sumarme al cuerpo técnico con la perspectiva de sumar experiencia y de ver en campo lo que uno estudió previamente en la teoría”.
El hecho de iniciarse desde esta arista del fútbol tiene un sentido, un significado. Lazzaro entiende que para lograr su objetivo principal que es desarrollarse en el área de la Dirección Deportiva de un club, primero debe sumar millas en campo, por ello vio en Español la posibilidad de formar parte de un proyecto deportivo serio a largo plazo que le incorpore herramientas de cara a futuro. “Tengo el curso de entrenador hecho y también otro de Mánager Deportivo. Mi intención es dedicarme a lo segundo, algo que todavía está muy verde en el fútbol argentino, un poco por desconocimiento de la dirigencia en general y otro por falta de información. Acepté esta propuesta para ganar experiencia, pero también porque todavía me siento futbolista, de hecho, a veces hago los entrenamientos a la par de los pibes jajaja”.
El arribo de Lazzaro a Deportivo Español coincide también con un presente polémico en la política de la institución. Si bien la parte deportiva de la que él forma parte está bastante aceitada y con vistas a crecer en los próximos años, la figura de Ricardo Caruso Lombardi volvió a formar parte de la “agenda setting” de los medios, ya que se encuentra envuelto en un conflicto que lo vincula con el gerenciador del club y líder de Generación Zoe, Leonardo Cositorto, por “presuntas estafas y asociación ilícita”. Según cuenta el sitio web de noticias Infobae, dentro del contrato firmado entre la institución deportiva y Zoe, figura una cláusula que involucra al presidente Diego Elías, Caruso y Cositorto, que expresa que los derechos económicos de los jugadores de Primera se ceden en un 40% a favor de la empresa fantasma y en un 20% a favor de Caruso. Todo esto fue desmentido por el excéntrico entrenador, pero lo cierto es que, de base, huele a tufo.
Lo cierto es que a Lazzaro poco le importa esto, él se encuentra motivado por un trabajo que le pueda abrir puertas a futuro. Es una realidad que el oficio de los scouts, secretarios técnicos y directores deportivos o manager aún está en vías de desarrollo y colisiona constantemente con el vetusto modus operandi de la dirigencia actual, caracterizada por una anticuada forma de ver el negocio del fútbol profesional en lo que respecta a lo financiero y ni mencionar de la descoordinación entre las distintas áreas. “Hoy en día todavía no se toma dimensión de la mejora que podrían lograr los clubes si se profesionalizara la dirección deportiva. Generalmente los dirigentes trabajan a merced del entrenador, cuando en realidad debería ser al revés. La elección del entrenador y de los fichajes debe corresponderse a muchos factores, entre ellos tener en cuenta la filosofía que maneja el club, lo que el plantel necesita y no abunda en las juveniles, entre otras cosas”, destacó el ex delantero. Y agregó: “Esto también se ve mucho en Europa, no es la misma la política de fichajes del Real Madrid que la del Barcelona, son distintas filosofías. Quizás el Barcelona responde más a un `paladar negro´ y el Real Madrid apuesta a otra cosa. Son distintas formas de ver el fútbol y ambas son válidas”.
Un poco de sus andanzas en el exterior y la vuelta al fútbol local…
En 1998, arribó al Slovan Liberec, equipo de la ciudad homónima checa ubicada al norte de esta nación, sin mucha historia futbolística pero sí con un arraigo alemán muy marcado. Sus habitantes en su mayoría tienen descendencia alemana, punto importante en la culminación de la Guerra Fría a principios de los años 90. La llegada de Lazzaro coincide con el fin de esa época cruenta para varios países de Europa, entre ellos la República Checa, que tan solo un par de años antes se había separado de Eslovaquia para dejar atrás sus años socialistas y ser un país independiente.
Sin embargo, lo que perduraba allí era la rigidez en el estilo de vida. “Ellos tenían un horario para todo, eran muy pragmáticos en ese sentido. Por suerte yo me adapté bien, aunque no puedo negar que estando a solas manejaba mis tiempos como prefería, cenaba más tarde, dormía en horarios distintos. Pero dentro de todo, me adapté rápidamente y no tuve problemas”. Futbolísticamente, la situación no fue muy distinta. Cuando uno creía que le costaría adaptarse a un fútbol más físico que estético, los goles se hicieron presente de forma rápida y en cantidad: 41 goles en 85 partidos. “Esas buenas actuaciones permitieron que el equipo más importante del país se fijara en mí”. Y, así, fue como llegó a Sparta Praga, equipo principal de la capital checa, en el que paradójicamente el centrodelantero jugó poco tiempo y desestimó quedarse a jugar la Champions League. Esas decisiones son las que en cierto punto describen la excentricidad de este personaje. “De República Checa me fui a Italia, a jugar a Salernitana. Allí convertí un gol importante ante el Napoli en el San Paolo, pero yo no le doy mucha bola a eso. Si me preguntas por ese gol y el de Tigre a Chicago en la promoción del 2007, obviamente ambos están entre los mejores que hice, pero de verdad no tengo tanta memoria, jajaja. Igualmente, todos los 27 de enero me llaman para recordarme por ese gol”.
El San Paolo estaba repleto, clásico entre salernitanos y napolitanos. Minuto 94 y titro libre para Salernitana. Lázzaro aguarda dentro del área el centro desde la izquierda. Insólitamente, el ejecutante del tiro de esquina le entrega la pelota a un compañero que esperaba haciéndose el otro en la medialuna. Controla, dispara de zurda, y la pelota se estrella en el palo. En el rebote estaba esperando él, amargado por no haber jugado el tiro libre como corresponde, con un centro directo. Le cayó del cielo como si se la hubiese tirado el mismísimo Diego Maradona en un acto de rebeldía contra los suyos. Pumba, de derecha, abajo, esquinado. Gol, victoria y entrada prohibida a Nápoles a posteriori.
Luego de estar un año en Salerno, se paseó por varias ciudades italianas jugando en equipos del ascenso. Primero fue a la Associazione Sportiva Dilettantistica Nocerina, club cercano a la ciudad de Nápoles en el sur de Italia. Allí estuvo una temporada en la que disputó 29 partidos y convirtió 14 goles, para después pasar al Tívoli Calcio 1919, ciudad cercana a la capital romana, donde también se desempeñó en 17 encuentros marcando diez goles. Allí compartió plantel con el compatriota Matías Cuffa, actualmente entrenador del ascenso italiano. Abandonó el centro del país para poder disfrutar un poco del Mar Adriático en el noreste del país, cuando jugó en Ravenna Football Club de la Emilia Romaña. Allí solo convirtió un gol en 12 partidos para luego atravesar la última experiencia en el norte tano, jugando en S.S.D. Pro Sesto, en la ciudad de Lombardía, lugar en el cual vivió tres años, jugó 47 partidos e hizo tan solo cinco goles. Ya con 32 años y habiendo tenido la experiencia de jugar en República Checa e Italia, Lázzaro volvió al país para jugar en Tigre, y la historia es más que conocida: ascenso con gol de chilena a Chicago en 2007, subcampeón de Primera División en el Apertura 2008 con el famoso triangular que tenía a Boca y San Lorenzo, el de la famosa anécdota del Cabezón Ruggeri que decía que “a Savino lo mandaron a comprar pizzas” y Grondona armó el fixture desfavoreciendo al Ciclón.
En aquel triangular, Tigre marcó dos goles, ambos convertidos por Lázzaro, el primero en la derrota ante los cuervos por 2-1 en el estadio José Amalfitani (marcó el descuento en el complemento con un cabezazo certero dentro del área tras un centro quirúrgico de Sebastián Rusculleda desde el costado izquierdo); y el segundo en cancha de Racing en la victoria del Matador por 1-0, con un gol también de cabeza en este caso tras un hermoso centro de Matías Giménez. Sobre ese gol, el goleador de Tigre no dudó en recalcar que “si bien todo el periodismo y la gente en general criticó a Javier García por aquel gol, lo cierto es que también hay mérito de Matías por el centro y mío por haber leído donde iba a caer la pelota y llegar primero entre el defensor y el arquero. Creo que hay más mérito mío que error del arquero en ese gol”. Y agregó: “Ese Tigre con Diego Cagna merecía ganar el campeonato, teníamos un equipazo y jugábamos muy bien. Estuvimos ahí”.
La excentricidad siempre fue el toque que le dio a este delantero killer que es y será recordado tanto por momentos y hechos específicos como goles clave o bien por su trayectoria en la que se destaca el punto de no abandonar la actividad aún hasta hoy. “Sigo jugando al fútbol, lo hago en la liga de Lobos”, concluyó el protagonista de esta historia, que claramente percibió un nicho sin explotar del todo en el mundo de las direcciones deportivas y apunta a eso para su futuro. El destino dirá si pronto lo veremos desarrollando sus tareas en algún club.
- AUTOR
- Juan Podestá
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