Historias
Llevar al fútbol a otras latitudes
Amanece que no es poco en Mangundze, ciudad ubicada al sureste de Mozambique. Este país donde viven aproximadamente 33 millones de personas tiene como capital a la ciudad de Maputo, que se ubica aún más al sur que Mangundze, aproximadamente 240 kilómetros. En verano, los rayos de sol acribillan a cualquier ser vivo, nadie sabe bien cómo hace el Padre Juan Gabriel Arias para soportar eso, pero lo cierto es que un ratito antes de que el gallo cacaree, él se levanta para emprender su recorrido habitual por más de 40 comunidades que conserva como sus nidos donde puede misionar y ayudar a la población que realmente lo necesita. Efectivamente el fútbol siempre reluce como nexo para transmitir, como si ello se tratara de una cuestión filosófica. A pesar de que los idiomas castellano y portugués tengan ciertas semejanzas, toda comunicación resulta más sencilla y amena si se habla con el lenguaje del fútbol. Lejos de pecar de orgulloso, sería de una necedad absoluta no creer que Maradona, Messi, el Papa, el Che, o cualquier otra figura funciona como comodín en cualquier parte del mundo para entablar una conversación y no sufrir ninguna consecuencia.
El Padre Juan Gabriel tiene una debilidad, o varias en realidad, pero una de ellas está literalmente a flor de piel: es fanático de Racing, y siempre se planteó como objetivo expandir a “La Academia” por cualquier lugar que transite. Su tatuaje en el hombro así lo justifica y ni hablar de la parroquia en la cual realiza la ayuda social, pintada en su totalidad de celeste y blanco. En Mozambique se encontró con jóvenes que amaban este deporte también, a pesar de practicarlos en condiciones precarias, y vio una luz al final del túnel que muestra un poco su locura y sus ganas de expandir la marca Racing por aquellos lares: fundó así el Racing de Mozambique, gracias al aporte de una parte de la Comisión Directiva que envió desde acá todo tipo de indumentaria y materiales de entrenamiento para fomentar el fútbol en Mangundze -por medio del Departamento de Relaciones Internacionales- y también a Helder Carlos Muianga, alias “Mano- Mano”, ex futbolista histórico del país del sudeste africano que jugó en Sudáfrica y llegó a Europa, donde formó parte del primer equipo del Honved de Hungría. Luego fue entrenador durante tres años tras su retiro oficial en 2008 en Sudáfrica y finalmente retornó a su país natal para desarrollar el fútbol local, aportando dinero y experiencia de lo vivido como futbolista y entrenador en ligas muchísimo más preparadas.
Muianga tenía una particularidad, sabía más de La Academia que el propio Arias. Esta situación terminó siendo la última pieza del rompezabezas que le faltaba a Juan Gabriel para formar el Racing de Maputo, alguien que conociera el fútbol local y todas sus internas, que sepa medianamente de negocios y, por sobre todas las cosas, que también sea fanático de Racing. Aún así, al comienzo de la relación no se lo veía muy convencido: “Quería ponerle de nombre Benfica, pero lo convencí de ponerle Racing. A él le sorprendió mucho que un cura sea dirigente de un club de fútbol y mucho más que encima esté trabajando en su país”, sentenció Arias. Cabe destacar que Mozambique es de los países más pobres del mundo y las desigualdades están a la orden del día y son muy marcadas, de hecho, es de las naciones con peor esperanza de vida. El propio sacerdote en más de una oportunidad arrojó un dato desolador: “Es el país con mayor tasa de suicidios en jóvenes de entre 15 y 25 años”. Aun así, al Padre Juan Gabriel hubo algo que le impactó de lleno cuando arribó en el año 2000 para una misión de -a priori- tres cortos meses. Ya pasaron 23 años y hoy es uno más de ellos. En medio de todos esos años, más precisamente en 2016, fue que el sueño del Padre se hizo realidad y Racing de Maputo se erigía oficialmente como institución.
Volviendo a lo que respecta al fútbol en sí mismo, con el correr del tiempo y la ayuda externa, Juan Gabriel armó una maquinaria compleja en una nación poco desarrollada y siempre apuntó al crecimiento. De un cúmulo de jugadores amateurs en un pueblo campesino alejado de las grandes urbes a un club con representación en la ciudad capital y futbolistas semi amateurs, la idea fue, es y será continuar con el desarrollo. En más de una oportunidad, cuando dio entrevistas a varios periodistas, remarcó que su mayor sueño es que un jugador de Mozambique consiga establecerse en Buenos Aires y llegue a jugar en la primera de Racing Club de Avellaneda, es decir, que pase de un Racing a otro: “Hace un par de años llevamos a un jugador de acá talentoso que lamentablemente no logró adaptarse y tuvo que volverse”, le contó a Nahuel Lanzón en una entrevista. También es consciente de que el hecho de estar latente la posibilidad de emigrar a nuestro país, es un aliciente para que lo jóvenes futbolistas elijan ese club por sobre otro.
Entre el crecimiento del club, el sueño de jugar la Moçambola y las interminables peregrinaciones por las comunidades, al Padre Arias se le presentó en una oportunidad un caso hasta ese momento sin precedentes en el Racing de Maputo. Fue el caso de Pipito, sí, así lo apodan a Antonio Pedrito Marques Furuma, que, en 2019, cuando jugaba para Racing de Mozambique, fue convocado a la Selección Sub-20. Fue el primer jugador en lograr este hito, gracias al descubrimiento de nada menos que “Mano-Mano” Muianga, quien notó sus cualidades técnicas desde que Pipito era muy pequeño. “Mi sueño es jugar en el verdadero Racing, en el de Argentina”, expresó el joven futbolista, lo que denotaba el buen trabajo que estaban haciendo Muianga y Arias, al elegir al club de nuestro país por sobre cualquier otra potencia del fútbol portugués o español, destino predilecto de los más soñadores.
Fue Juan Gabriel quien nos confirmó hace muy poco tiempo que finalmente el destino de Pipito fue otro y, de paso, nos comentó en pocas líneas la actualidad en la Capital: “Pipito se fue a jugar a otro club, si no me equivoco, de Angola. Él y otro jugador estaban con un pie en el avión para viajar a Argentina y estalló todo lo del COVID”. Golpe duro. Lejos de romantizar, estas historias están plagadas de sinsabores, vaivenes emocionales, momentos de extrema felicidad y otros de profunda desolación. No todo siempre es color de rosa y menos en este tipo de situaciones y contextos en los que por cada paso que avanzas, quizás retrocedas tres. Por eso, y ahora sí pecaré de egoísta con una opinión propia en medio de esta historia de la que no formo parte, lo que hace Juan Gabriel es impresionante, y esto va más allá de Racing. Es todo el tiempo una colisión entre los sueños, las metas, los objetivos contra la dura realidad. Y el tipo está ahí hace más de 20 años y no baja los brazos.
Sobre la actualidad del club y el proceso de “fichajes”, Arias nos contó que “siempre estamos buscando jugadores para enviar a Argentina, pero tiene que ser bueno. No puede ser cualquier jugador porque le estaríamos cerrando la puerta a aquellos que puedan venir después”. Y agregó: “Hay uno que se fue a jugar a Portugal, lamentablemente ya era grande para viajar a Argentina, tenía 24 años. Además, tenemos otros dos en vista que ojalá evolucionen bien para que puedan ir para allá”. Por último, sobre la relación que tiene con la actual dirigencia de Racing Club de Avellaneda manifestó que “está todo hablado y más que bien”, dando a entender que continúa el estrecho vínculo que los une a ambos Racing.
8478 kilómetros separan al cilindro de Avellaneda de Maputo. 8478 kilómetros separan también a dos realidades bien marcadas y distintas. Racing de Maputo llegó por medio de la pasión por el fútbol y se mantiene gracias a la devoción por el bienestar de la gente. Juan Gabriel Arias lo sabe. El fútbol, por más que muchos no lo quieran admitir, une. Una pelota rodando por el suelo es suficiente para creer que no todo está perdido. Aferrarse a estas historias, investigar si hay otras. Preguntarse si todo se puede lograr y quitarse prejuicios. Se puede hacer en la potencia mundial más rica del mundo y en la sexta peor economía. El fútbol es fantástico.
- AUTOR
- Juan Podestá
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