América
Lo que sigue siendo Talleres
En 1913, año de su fundación, seguramente nadie imaginó las idas y vueltas históricas que atravesaría el Club Atlético Talleres con el correr de los años. Hablamos de éxitos y fracasos de un conjunto que sigue en vida, que supo disfrutar la gloria pero que también debió padecer los peores panoramas. Un equipo que volvió e intentará convencer y no echar a perder el sacrificio hecho para llegar a esta instancia competitiva que es la Primera División.
Talleres siempre fue un club del interior reconocido en Argentina por haber tenido grandes planteles, grandes jugadores, y haber logrado grandes campañas. A modo de ejemplo, debemos recordar que ha conseguido ser subcampeón en Primera División allá por el año 1977, campeón a nivel internacional de la Copa Conmebol en 1999 y es el único equipo cordobés que ha participado en la disputa de la Copa Libertadores, en el 2002. En la provincia de Córdoba, la T es uno de los clubes más importantes junto a su clásico rival el Club Atlético Belgrano y por ello se destaca entre sus hazañas, que en 1998 haya obtenido el ascenso a Primera ganando una durísima final contra el Pirata que también se jugaba el pase para ascender en un partido que quedará en la memoria de todos los cordobeses. No obstante lo mencionado y las distintas alegrías obtenidas, al Matador le ha faltado en varias oportunidades de estos últimos años, el buen manejo administrativo y financiero, y por qué no también la buena cuota de suerte en lo futbolístico, todo lo cual conllevó a crisis importantes del club que devengaron en las peores consecuencias.
Si hablamos de mala suerte, quizás cabe rememorar aquel Torneo Clausura del año 2004. El equipo de los Tallarines, comandado por Juan José López como director técnico, dispuso de un plantel bien armado para aquel entonces, donde solían ser titulares: La Anguila Gutiérrez en el arco; Facundo Erpen, Julián Maidana, Ariel Donnet y Víctor López en la defensa; Maximiliano Salas, Chicho Serna, Javier Capelletti y Luciano De Bruno en el medio campo; Víctor Píriz Alvez y Aldo Osorio en el ataque. Con un inmejorable arranque de torneo donde jugó siete partidos sin perder: seis victorias y un empate, Talleres estaba puntero.
Sin embargo, en Argentina se requería y requiere de más de una buena campaña para mantener un gran “colchón” de puntos, que lo alejara del descenso y Talleres no lo tenía en ese momento porque permanecía en zona de peligro y debía seguir sumando. En la octava fecha comenzó a tambalear, perdió ante Boca en la Bombonera 4-1, y luego la regularidad no sería la misma. Se trató de un “excelente” campeonato para la T en la tabla de posiciones: con 35 puntos terminó tercero, a cinco puntos del campeón (River) y a uno del sub-campeón (Boca), puntaje que le permitía clasificar, incluso, para la Copa Sudamericana. Lo cierto es que la realidad era paradójica ya que la “buena campaña” realmente no lo era si no alcanzaba para mejorar el promedio. Así las cosas, el club abandonó la categoría en la que se había mantenido durante seis años con una sensación de total injusticia perdiendo la Promoción ante Argentinos Juniors. Este hito marcaba el puntapié de una debacle.
Ese mismo 2004 se produjo una crisis institucional cuando el club entró en quiebra. A diferencia de lo que ocurre en otros países, el conjunto cordobés pudo sobrevivir gracias a la ley nacional N° 25.284 que prevé el “salvamento deportivo” pero para ello debió soportar la lógica intervención en cuanto a determinaciones y decisiones administrativas del juez que estuviera a cargo, lo que significó alternancias de manejo entre gerenciamiento y fideicomisos. Los años que siguieron se vieron reflejados por más problemas aún también en lo futbolístico. El equipo no lograba buenos resultados y por cada entrenador que pasaba, el equipo se renovaba o se desconcertaba. No había estabilidad.
En el 2008, el empresario Carlos Ahumada se hizo del 70% de las acciones del club y se encargó de refaccionar el estadio “La Boutique” para que el equipo, luego de cinco años, pudiera volver a jugar en su casa. Eso llenó de alegría a la hinchada del famoso barrio cordobés de Jardín Espinoza resultando útil para tapar la cruel realidad futbolística y administrativa que iba a llegar posteriormente.
Al año siguiente y bajo su mando, Talleres volvió a descender, pero esta vez al Torneo Argentino A. Pocos sabían, al principio, que Ahumada tenía una mala reputación empresarial, que había estado involucrado en escándalos políticos y mediáticos del fútbol mexicano y que incluso, había estado detenido en aquél país por varios años. En Argentina no fue muy diferente: se lo acusó de distintos delitos, entre ellos, el haber coaccionado a varios jugadores del plantel para que estos perdieran contra Juventud Unida, que era el club que tenía en miras de adquirir. El juez de la quiebra, Carlos Tale, se vio obligado a quitarle el gerenciamiento por su mala gestión económica y por si fuera poco, cuando este se marchó decidió llevarse inversiones que ya estaban materializadas, dejando el estadio sin luz y sin butacas.
Era todo un verdadero drama para los albiazules. Un equipo que supo ser campeón internacionalmente de pronto se encontraba peleando en la tercera categoría y en pésimas condiciones económicas para remontar o plantear un proyecto. Los hinchas no podían comprender lo que sucedía, pero lejos de perder la esperanza, la pasión se volvió más fuerte y Talleres podía llenar el estadio Mario Alberto Kempes (capacidad para 60.000 personas) ante cualquier rival de cualquier categoría. Del mismo modo, sus hinchas han viajado a distintos puntos del país para alentar al equipo de una manera cuasi anecdótica, dado que Talleres ha tenido que jugar con equipos de poca trayectoria futbolística en canchas que muchas veces apenas podían considerarse “estadios”.
Salir del Argentino A costó cuatro años. La transición de entrenadores y de jugadores demoró el cumplimiento del principal objetivo que era ascender. Desde adentro, era muy difícil acompañar a un Talleres totalmente golpeado y sumado a ello, el torneo tenía un sistema propio donde había que lograr ganar la final del “undecagonal” para ascender a la B Nacional. De por medio, en el 2011 su eterno rival Belgrano lograba un histórico ascenso a primera ante un grande del fútbol argentino y conseguía mantenerse allí con buenas campañas y buen manejo administrativo.
El contraste futbolístico e institucional entre ambos clubes cordobeses era muy fuerte y lógicamente daba pie a reforzar las “cargadas” por parte del Celeste. Entre ellos, a excepción de partidos amistosos o de verano, solo han vuelto a jugar oficialmente en la Copa Argentina. Se trata del clásico más importante de Córdoba, y lo ocurrido es comparable en algún punto con lo sucedido en la misma época indefectiblemente entre River y Boca, sólo que el Millonario volvió pronto y supo conseguir nuevas alegrías para camuflar la herida.
Bajo la dirección de Arnaldo Sialle y varios refuerzos que dieron pie a un mejor juego, el Matador consiguió el ascenso a la Primera B Nacional en mayo de 2013, provocando la rápida ilusión de los fanáticos que aún aspiraban volver a la Primera División de la Argentina. Talleres había resultado invicto en el undecagonal pero no se libró de las críticas: en los últimos partidos el equipo había ganado con goles convertidos desde los doce pasos. Se habló de posibles arbitrajes fraudulentos entre otras cuestiones, pero poco le importaba al hincha y al club dado que ninguna de las acusaciones había sido confirmada.
Poco duraría la ilusión: los malos resultados volvieron y en el 2014 Talleres estaba de regreso a la tercera categoría, en el ahora llamado Torneo Federal A. Era imposible de creer que otra vez pasara, pero pasó. No obstante, la T siguió intentando por el buen camino. Ese año la justicia resolvió normalizar el funcionamiento del club en función de los fondos y garantías existentes para hacer frente al pasivo, motivo por el cual Talleres volvió a los socios de la mano del actual presidente Andrés Fassi (vicepresidente del club Pachuca de México), quien ha invertido durante estos últimos años aproximadamente diez millones de pesos de manera no reintegrable en pos de salvar al club.
Que la quiebra aún no se haya levantado es por cuestiones procesales, pero su conclusión es un hecho ya solicitado ante los tribunales. Poco importa hoy la oportunidad de ascender desperdiciada aquel 2014 (pese a haber llegado a instancias finales) ya que en el 2015 todo empezaría a dar un nuevo giro. Otra vez bajo las directivas de un empresario proveniente de México el equipo buscaría la hazaña acompañado de grandes cambios institucionales, con un nuevo patrocinador de significancia como lo es “BBVA Fránces” y con el gran apoyo en la campaña de socios. Vale decir sobre Fassi que no la tuvo fácil con la hinchada azul y blanca, pero al día de hoy logra convencer con los objetivos y el trabajo detrás de los triunfos. Su gran desempeño gestionando al club León (que había tenido un mal legajo también de Ahumada), le generó al socio una gran confianza pero siempre con los pies sobre la tierra.
De esta forma, los dirigidos por Frank Darío Kudelka encabezaron el regreso, primero, volviendo a disputar la Primera B Nacional. En este 2016 llegaron al equipo nuevas figuras tales como Hernán Sapo Encina, Mauricio Caranta (quien terminaría lesionado) y el experimentado Pablo Guiñazu para seguir aportando al juego y seguir creciendo, a lo que se sumaba el regreso del tan querido Gonzalo Klusener (quien había jugado entre el 2012 y 2014) y la continuidad de jugadores claves como el paraguayo Rodrigo Burgos. Talleres jugó en total 37 partidos de la Primera B Nacional, terminó invicto y con Guiñazú como capitán.
Junto a los miles de hinchas, la dirección técnica y con el equipo jugando cada partido como si fuera el último, se posibilitó el regreso de Talleres a Primera División. Después de 12 años, con una excelente campaña para el albiazul en el torneo de transición, se concretó el sueño en Floresta contra All Boys. Si bien Talleres estaba a un paso, se sufrió hasta el final. Fue un triunfo 2-1, con el agónico gol en tiempo de descuento convertido por Pablo Guiñazu (49’), quien la anotaba luego de siete años de sequía y por primera vez con esta camiseta. Así como es el fútbol, el nuevo héroe declaró después totalmente emocionado diciendo: “No pateo nunca al arco y esta vez entró al ángulo”.
Entonces: ¿puede un equipo que pasó los peores infiernos recuperar el prestigio que una vez supo tener? ¿pueden los malos momentos de los años recientes contrarestar la imagen que el club tenía? La respuesta dependerá de las apreciaciones de cada uno, pero lo cierto es que Talleres, con todo lo bueno y lo malo que ha transitado increíblemente hoy está de regreso. Bienvenido a Primera División.
Por María Florencia Caminos Garay
- AUTOR
- Cultura Redonda
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