América
Mágico Gónzalez, un crack bohemio..
De pequeño vivía para mirar fútbol, lo consumía todo el tiempo y era una esponja que absorbía conocimientos constantemente. Por aquellos tiempos, ESPN jugaba con la pregunta de cuál jugador fue el mejor de la historia y, en medio de grandes nombres como Diego Maradona, Pelé o Alfredo Di Stéfano, los muchachos tiraban a un tal Jorge Mágico González. En ese momento, sinceramente, muchos creíamos que era una mera cuestión de marketing como para meter a alguien de Centroamérica, porque esa señal llegaba y llega a todo el mundo. Los años pasaron y la curiosidad golpeó en mi mente, será este tipo tan bueno como decían o habrá sido todo una mentira total. Perdón por mi ignorancia, pero no creo que haya sido el único que pensó algo así y por eso vamos a intentar dejar en claro quién fue este hombre.
Luego de investigar, se puede llegar a varias conclusiones sobre este jugador y por suerte se pueden despejar prácticamente todas las dudas. Para empezar, Jorge Alberto González Barillas, tal cual aparece su nombre en su documentación, no nació en una patria de las llamadas futboleras, sino que lo hizo en El Salvador y por ende el mundo de la redonda lo descubrió más tarde, porque como siempre los ojos están enfocados en otros lugares de mayor relevancia. Su nacimiento fue hace casi 60 años (el 13 de marzo de 1958) en San Salvador, capital del país caribeño, y él fue el menor de ocho hermanos.
Su carrera futbolística arrancó en su país, jugó en tres equipos de esas tierras, y logró clasificar a su seleccionado al Mundial de España 1982. Hasta acá todo más que bien, sin dudas. Su actuación en la cita mundialista hizo que los grandes clubes del mundo se fijaran en él, aunque de aquí en más la cosa ya pasaría a tener otro color. Los rumores lo situaban con la camiseta del PSG o del Atlético Madrid en la siguiente temporada. Los galos arreglaron su pase, cuánto iban a pagarle y, el día en que se iba a hacer el cierre de la trasferencia, el tipo dijo que le «parecía demasiado compromiso» y no acudió a la cita.
Finalmente recaló en el Cádiz, que por ese entonces militaba en la segunda división de España, y al parecer encontró su lugar en el mundo. Quizás haya sido por el ambiente del lugar o por la menor presión, la cuestión fue que se sintió cómodo. Antes de recalar en el conjunto andaluz, su apodo era el «Mago», sin embargo los muchachos se pusieron semánticos y dijeron que se le debía nombrar como el «Mágico», porque mago es el que hace magia y mágico es aquel que hace cosas mágicas. Como verán, sus actuaciones en la cancha fueron muy buenas y por eso mutaron mote (?).
Tras este arribo y el ascenso a Primera, la figura del Mágico comenzó a hacerse más conocida y poco a poco se convirtió en ídolo de los hinchas del team amarillo. Igualmente, su historia siguió por rumbos que están fuera de los parámetros normales y él mismo se encargó de explicar las razones. “Yo he respetado mucho al fútbol, al que no he respetado es a mí mismo. Tal vez me cuidé menos que los demás porque venía de un fútbol sin fundamentos. Es como ir a la universidad sin antes pasar por la escuela”, adujo. Ustedes se preguntarán a qué se refiere cuando habla de esto y ahora intentaremos explicarlo.
Muchos mitos se generaron detrás de la figura de González, alguno de los cuales con el paso del tiempo se confirmaron por él mismo y otros aún mantienen ese misticismo que le dan un aura de héroe-villano. Su gusto por la noche, las salidas y la buena vida se hicieron conocidos en poco tiempo. Además y como para completar, al hombre le gustaba mucho dormir. Una de las leyendas más conocidas asegura que en el entretiempo de un partido entre el Cádiz y los Colchoneros, este delantero se quedó dormido en la mesa de masajes mientras que el DT, el serbio Dragoljub Milosevic, daba indicaciones. Obviamente esto generó el enojo del entrenador, pero el que terminó fuera del equipo fue el técnico, ya que el presidente de la entidad andaluza se puso de lado del atacante.
El salvadoreño siempre desmintió esta versión, pero no pudo negar muchas otras. Asimismo, hubo algunas que fueron recontra confirmadas por sus compañeros o entrenadores. Como, por ejemplo, la de que tenía un espía personal que lo seguía en sus noches de fiesta, lo rescataba del sitio donde se encontrara y no se iba de su casa hasta que lo veía acostarse. El hombre tuvo una persona que lo perseguía y hasta lo despertaba para que no llegase tarde a los entrenamientos, algo que era muy normal en su andar cotidiano. Todas estas faltas le valieron varias multas por sus actos aunque a él mucho no le importó.
Como sabrán, muchos jugadores del mundo tienen su anécdota con Diego Armando Maradona y el Mágico no es la excepción, igualmente es algo distinta a las que muchos narran. Los libros (?) cuentan que estos dos cracks coincidieron en un mismo hotel en Estados Unidos, Pelusa activó la alarma de incendios para hacer una broma y el nacido en El Salvador en vez de salir de su habitación se quedó en ella porque estaba gozando de una buena compañía (léase como tenga ganas). “Maradona activó la alarma. Me enteré de la jugada y no quise bajar, pero al final me obligaron porque la seguridad era muy estricta”, tiró a modo de defensa.
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Su estadía en Cádiz lo convirtió en ídolo del club, aunque por una temporada vistió la casaca del Valladolid y, como lo asechaban, decidió regresar al conjunto que lo vio debutar en España. Su retorno no fue el más sencillo porque los dirigentes decidieron hacerle un contrato por partido jugado. A pesar de esta restricción, González se quedó por esos pagos hasta 1991 y siguió tirando magia por las canchas. Luego regresó a su país, donde le dijo adiós a la actividad profesional en el 2001. Si a alguno se le ocurrió sacar cuentas, se sorprenderá porque verá que se retiró con 43 años, edad en la cual la mayoría de los players está tomando mate en una playa.
No son pocos los que aseguran que el salvadoreño era mejor que el Diez y hasta el propio Diego comentó que está entre los mejores jugadores de la historia. Pavada de elogio. En ese encuentro en tierras yanquis estos dos muchachos jugaron un partido con la camiseta del Barcelona y sinceramente, al observar las imágenes, mete miedo lo que podrían haber hecho estos dos monstruos si llegaban a tirar paredes mucho más seguido o con constancia. Soñar no cuesta nada.
El Mágico no concebía al fútbol como un trabajo y de esa manera se puede explicar su manera de ser. “Sólo juego por diversión, no por dinero”, aseguró una vez y terminó por cerrar el círculo. El hombre vivía la redonda de esa forma y la verdad quién puede decirle que eso esté mal, porque el fútbol tiene que ser diversión y el que no es feliz tirando gambetas seguramente nunca entienda los pensamientos de este crack bohemio que vale la pena recordar o empezar a conocer.
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- AUTOR
- Facundo Mirata
One Comment
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