Qatar 2022
Montiel no sabe qué hacer
Gonzalo Montiel llega a la línea de fondo, se le acaba la cancha, no sabe qué hacer. Ya se sacó la camiseta, la hizo un bollo y con ella tapa su rostro. Ha comenzado a llorar. Varios compañeros se prenden en su espalda e intentan alentarlo. El no hace más que hundir su cabeza en la pelota de trapo que hizo con su remera celeste y blanca.
Gonzalo Montiel cruza la línea de fondo y cae al suelo, empujado por una montaña de compañeros eufóricos que lo entierran en el pasto del Lusail Staduim. Nadie sabe qué es lo que puede estar haciendo ahí abajo. Tapado de camisetas albicelestes.
Cuando por fin logra salir, ya comienza a entender de qué se trata la situación. Despega el trapo de su jeta, y sus ojos están rojos, hinchados de emoción. En su cuello, tatuadas tres estrellas, si lo pensamos fríamente esto es mitología pura.
Montiel no supo qué hacer con semejante peso encima, ser el héroe circunstancial que firma definitivamente que el sueño es realidad, que los dioses estuvieron del lado argentino, que no podíamos volver sin esa copa, porque iba a ser demasiado el dolor, incluso sería prácticamente insoportable ese puñal.
Por eso Montiel se tapó la cara, porque lo de los penales no era problema, el problema vino después. Cómo iba a ser problema un penal para el pibe de González Catán que pateó miles, en arcos de todos los tamaños y con pelotas de todos los materiales. Con botines, descalzo, en tierra, en cemento. No, el penal no era problema. Puedo asegurar que nunca dudó de que fuera a ser gol.
El problema se le vino después, cuando descubrió que acababa de firmar un contrato con la historia. Cuando procesó en su cabeza lo que significó ese penal, no pudo siquiera mirar a la tribuna. Solo se tapó el rostro porque no sabía qué hacer con semejante peso. Fue él quien dijo, aquí se termina todo, está perfecto esto de que debemos sufrir, pero ya está, se acabó.
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- AUTOR
- Nicolás Diana
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