Argentina
MWU: 6 a 1
Reinicia este espacio autodenominado Millennials Will Understand, ese que ha de repasar momentos futbolísticos claves, bisagra o de culto que marcaron los años más tempranos de la actual generación millennial, rememorando tiempos donde la banda ancha ya llegaba a casa de prácticamente todos, pero aún el asunto era primitivo como para poder gozarla a través de memes. In this episode, una goleada con una década de antigüedad que, en lo más alto del continente, nos enterró hasta el inframundo.
Diez años atrás, lo inesperado del desastre (futbolístico) nos pinchaba el globo de la efervescencia maradoniana. Un seleccionado revolucionado por el arribo de El Dié al banco de suplentes, reintegrando conceptos como la importancia de la selección y el sacrificio ciego por la celeste y blanca, se topaba con una pared de concreto, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
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Un guardameta con una fragilidad desconocida hasta entonces, una defensa a destiempo y cuyas piernas parecían pesar toneladas, un mediocampo desconectado y un ataque a donde la pelota jamás llegaría. Aquella tarde en el altiplano se definió lo que sería el andar maradoniano en el resto de las eliminatorias: calidad regular, apuestas tácticas devenidas en manotazos de ahogado, épica para contrarrestar la malaria, sufrimiento, miedo a no llegar a la Copa del Mundo y, finalmente, la afonía por el gol de Martín Palermo a Perú y las lágrimas del abrazo entre Pelusa y Carlos Bilardo, a espaldas del 1-0 a Uruguay.
Todos recordamos la tarde del 6 a 1, quizás como prueba de que (nuestro) Dios es humano, sangra y hasta pierde por goleada. La vida misma.
Caer derrotado así es feo. Pero peor es no reconocer un golpe de estado.
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- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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