Argentina
MWU: Ponelo a este
Saca del medio la sección Millennials Will Understand, esa que ha de repasar momentos futbolísticos claves, bisagra o de culto que marcaron los años más tempranos de la actual generación millennial, rememorando tiempos donde la banda ancha ya llegaba a casa de prácticamente todos, pero aún el asunto era primitivo como para poder gozarla a través de memes. En esta ocasión, una táctica tan obvia como entusiasta para uno de los juegos-concurso más fugazmente apasionantes de la primera década del Siglo XXI.
En el año 2008, el regreso del Gran DT generó un entusiasmo que trascendió la brecha generacional. A los mayores de 30 -que recordaban su primitiva versión de los ’90- se sumaban en expectativas pequeños en edad de primario y secundario, habitúes usuarios de internet que desconocían cómo cuerno hacían antes para jugar por medio de un diario y cupones, pero que sabían que con sus conocimientos a la hora de domar la computadora, podrían registrarse en el sitio web y sentirse entrenadores por un rato.
Lo curioso de este regreso fue el impacto positivo y la alta convocatoria que generó, aún en tiempos en donde los simuladores de directores técnicos -Football Manager, Championship Manager y hasta FIFA Manager- estaban altamente consagrados y resabidos en el mundo del entrenador de fantasía. Pero el Gran DT tenía dos factores altamente apetitosos: la competencia en tiempo real -en términos generales, con premios monetarios, y en torneos entre amigos- y la vinculación al mundo real, en donde uno veía los partidos de fútbol de equipos ajenos al propio para saber si el 4 de Godoy Cruz no traicionaría nuestra confianza.
La ligazón de los puntos que un jugador podía generarte estaba en el puntaje que el diario Clarín concebía al sujeto -Magnetto siempre nos tiene en un puño (?)-, sumado a los adicionales por gol, asistencia, penal atajado en caso de tratarse de un arquero, o los recortes culpa de amonestaciones, expulsiones o bajos minutos de juego. Había algunos márgenes insólitos, como el que nos convoca hoy, respecto a que un arquero haga un gol de jugada, lo cual sumaba un alto puntaje a causa de lo insólito de su situación. Pero…
¿Qué podía suceder? ¿Un gol en el último minuto de cabeza, a lo Carlos Bossio? ¿Un gol de arco a arco? Por más espectacular que fuera, uno vía tiro libre o penal tampoco valdría, ya que es pelota parada. Los visionarios que veían una opción más a esto fueron los que alinearon al arquero de Banfield en ese entonces, Cristian Lucchetti, un habitué pateador de penas máximas con una efectividad alta, pero que en un cotejo por el Apertura 2008, casi que accidentalmente, rompería las limitaciones de los porteros en el escenario del Gran DT.
Su equipo visitaba a San Martín de Tucumán en un partido que hacía parecer inquebrantable el empate en cero. En el complemento, bordeando los veinte minutos, la cosa parecía cambiar cuando Alejandro Sabino cobró falta en el área del Santo, permitiéndole a los del sur bonaerense ponerse en ventaja. Lucchetti cruzó toda la cancha y, pelota en mano, se colocó frente a frente con Marcos Gutiérrez. El referí pitó.
El tiro, levemente cruzado a la izquierda y sin demasiada potencia, fue interceptado por La Anguila, que, sin embargo, no pudo evitar dar un rebote que cayó cercano al botín de CL. Éste se encargó de remediar su error y decretar el 1-0 para Banfield.
La locura que debió haber recorrido (?) la mente de los técnicos virtuales de Gran DT que habían puesto al Laucha entre sus once titulares. ¡Había marcado un gol de jugada! Una jugada poco tradicional e inesperadamente arriesgada, pero contundente, en fin. Nos podemos imaginar que en las oficinas y patios del recreo de la Argentina ingresaron con las espaldas anchas los ponedores de Lucchetti, colocando su saber táctico al nivel de Arrigo Sacchi, Carlos Bilardo y Pep Guardiola. Bueno, Guardiola no porque en ese momento aún no había nacido. Ustedes entienden.
Increíblemente, el Gran DT aún sigue en pie. Su boom del 2008 está muy lejos, pero hay ciertos usuarios que despuntan el vicio en la marginalidad del mundo virtual. Al fin y al cabo, Lucchetti sigue jugando.
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- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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