Historias
Nada de Ciego, puro talento
El fútbol argentino está lleno de jugadores que, si bien no llegaron a las categorías más importantes, enamoraron a los amantes del fútbol. Como el Trinche Carlovich, uno de los mitos más interesantes, o Víctor Antonio Legrotaglie, quien encontró en Gimnasia de Mendoza su lugar en el mundo, y en esa sintonía podemos llegar hasta Bahía Blanca y toda la Liga del Sur, que fueron testigos de una de las gambetas más prodigiosas, comparables con las máximas figuras argentinas. El ídolo de Rodrigo Palacio, sinónimo del Bella Vista bahiense y hasta reconocido por los hinchas rivales. Con ustedes, Pablo Arriagada.
Seguramente, a ustedes que leen nuestras líneas mes a mes, alguna vez se les cruzó por la cabeza, mientras veían un partido en el barrio o en algún canal de YouTube donde transmiten esos duelos por plata en algún lugar de nuestro país, o incluso con un talentoso que les tocó compartir alguna canchita y lo cruzan después de años sin verlo, “¿qué le pasó que no llego?”. También están esos que llegaron a la Primera de un club pero nunca pudieron dar el salto siguiente para mantenerse en las categorías de mayor relevancia. Los melancólicos nos pueden decir que ellos vieron muchísimos porque antes había mucho talento, pero poca exposición, donde Carlovich es el máximo exponente. Los contemporáneos podemos meter en ese grupo a «Garrafa» Sánchez o, en mi caso personal, “La Vieja” Moreno. Pero en Bahía Blanca pueden decir sin titubear de haber disfrutado de su propio Trinche o Víctor Legrotaglie: Pablo Arriagada. El «Ciego» para aquellos que lo vieron gambetear rivales como si fuesen conos.
A diferencia de los mencionados, es fácil encontrar sus goles en internet y deleitarse con su habilidad. Sin embargo, todo lo contrario pasa cuando se quiere buscar datos más puntuales. Su perfil no existe en Transfermarkt, uno de los portales más prestigioso en materia de datos futbolísticos, o en BDFA. Es más, ni siquiera está “creado” en Wikipedia. Toda una incógnita.
Por la cercanía, sus primeras gambetas las tiró en Tiro Federal de Bahía Blanca. «Vivía a unas cuadras de las Tres Villas, por eso empecé jugando en Tiro (lo hizo desde los seis años hasta los 12). Pero por un problema a la hora de ficharme, me tuve que ir del club. Tiempo después, jugando en el complejo de las Tres Villas, me vio gente de Bella Vista y me ficharon de por vida», una clara descripción de su amor a primera vista con el Gallego. Debutó a los 17 años, de la mano de Domingo Ferrer, y enamoró a los hinchas desde el primer momento, aunque que por ese entonces no era el Ciego. «De chico me decían el ‘Chueco’. Una noche en un partido ante Liniers, por el Regional, me hicieron unos anteojos especiales, con unas patillas de goma. Me molestaban, y en el túnel, me los saqué. Hice un gol y ahí nació el festejo con el bastón».
El Ignacio Nicolás fue el patio de su casa, la albiverde su mejor traje, el que vistió en 283 ocasiones y con el que marcó 118 goles; y Bahía Blanca su lugar en el mundo. Incluso, jugando en Cipoletti hizo todo lo posible para hacerse una escapada a la ciudad del interior de Buenos Aires. Así como Romario, según cuentan esos mitos futbolísticos, le prometió dos goles a Johan Cryuff para “ganarse dos días más” de Carnaval en Rio de Janeiro, Domingo Perilli le hizo una propuesta al Ciego durante el entretiempo entre «Cipo» y Douglas Haig: «Si antes de los 15 minutos, haces un gol o una asistencia, te sacó, te bañas, agarras el bolso y te vas«. Lo demás es historia. A los tres minutos del segundo tiempo, el volante creativo aprovechó una gran jugada individual de José Benjamín Ancantén y aumentó la diferencia en favor del local. Perilli cumplió con su palabra y sustituyó a su figura. De esta manera, el bahiense pudo tomarse el micro de la 19 horas y llegar a su casa unas horas antes.
El mismo Perilli le contó a Roberto Parrottino (periodista de Tiempo Argentino), que una vez Arriagada se escapó de una pretemporada en Necochea para visitar a su familia. «Son feas pero son mis hijas«, le dijo al hoy secretario deportivo del elenco rionegrino, quien lo pintó de cuerpo completo al expresar que «los jugadores de Bahía tienen una particularidad: a la gran mayoría se les hace muy difícil salir de Bahía. A veces hablan del Trinche Carlovich. Yo no lo vi jugar. Pero a este pibe, sí. Y no tuvo la trascendencia que tendría que haber tenido. No llegó más lejos porque le gustaba tener todo cerca: la casa, la familia, el barrio«. Para reflejar esta afirmación, está la posibilidad trunca de llegar a Atlanta, donde marcó un gol pero Jorge Ghiso lo bochó por no seguir las órdenes tácticas. «Me pusieron de 8, porque necesitaban un jugador en ese puesto, pero yo me cambiaba constantemente de punta. No quedé por eso. Además, en una charla que tuve con él, me dijo ‘morrudo’ y me agarré un veneno bárbaro«, fueron las palabras del talentoso sobre su aventura en Villa Crespo en una entrevista con Javier Schwab, periodista en La Nueva Provincia.
Su carrera futbolística lo tuvo jugando, además de las instituciones mencionadas, en la Liga del Sur con Sansinena y Villa Mitre, en la pampeana defendiendo los colores de Pampero, Natura y Sportivo y Cultural de General de San Martín; además de Ferroviario de Coronel Dorrego, Automoto de Tornquist y Juventud Agrario de Algarrobo. También jugó dos partidos para Sporting, en la final para mantener la plaza en el Argentino B, contra Rosario Puerto Belgrano. Sobre esta particularidad, el Ciego contó: «Me preparé dos meses para jugar el clásico de Punta Alta. Jugarlo fue una de las satisfacciones más grandes que viví, ya que nunca había jugado con tanta gente«. Pero más allá de qué camiseta defendió, los hinchas iban a verlo a él. Hinchas propios, ajenos o fanáticos del fútbol, todos se acercaban para empacharse de su magia.
Amante del tango y devenido a golfista, su cable a tierra tras su retiro, puede sacar pecho cuando escucha los elogios de Rodrigo Palacio y Martín Aguirre, con quienes compartió plantel en Bella Vista. El primero lo puso a la altura de Lionel Messi y Juan Román Riquelme, el Gula lo describió como «un distinto en cualquier deporte». El ex River lo invitó al Monumental para que lo vea jugar. Como hincha del Millonario no dudó y de yapa, el volante le regaló un golazo de tijera, que para el Ciego fue el mejor gol que vio como espectador.
Los libros del fútbol no lo tendrán en sus páginas predilectas. Tampoco estará entre las máximas figuras que nos dio nuestro fútbol. No obstante, para los enamorados del potrero y de los mitos que pisaron alguna cancha argentina, podemos decir que en Bahía Blanca existió un 10 que llegó a enamorar a propios y ajenos y que, incluso, existen personas que llevan su nombre en forma de homenaje. El Chueco, el Ciego, o simplemente, Pablo. Una historia de pasión en Bella Vista a la que él definió así: «Si naces a dos cuadras de la cancha de River y tenés condiciones, seguramente vas a jugar en River. Bueno, yo nací cerca de la cancha de Bella Vista. A veces, hay que estar en el lugar indicado, en el momento justo«.
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- AUTOR
- Claudio González
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