Copas europeas
De aliados a enemigos
Italia y Alemania son dos naciones que respondieron a un mismo régimen durante la primer y segunda guerra mundial. Ambas en el mismo bando durante el conflicto bélico, lucharon codo a codo, especialmente durante la guerra desarrollada entre los años 1939 y 1945. Pero el fútbol las separó. Con equipos correspondientes a sus naciones en la final de un certamen de gran relevancia en el continente, pasaron a ser cunas de dos conjuntos, que batallaron por un solo cometido.
El año 1989 sería quien depararía el enfrentamiento de estas dos instituciones que, hasta la década de los ochenta, poca trayectoria de relevancia tenían en este deporte a nivel continental. La Società Sportiva Calcio Napoli y el VfB Stuttgart, respondían a la lógica de dos instituciones que peleaban por mantener la categoría, navegando mientras tanto en divisiones de ascenso en sus respectivas ligas, pero que con una gran campaña de parte de ambos lograrían llegar a una final continental.
El Napoli, entidad nacida en la ciudad de Nápoles, capital de la región de Campania, al sur de la bota itálica, y ciudad con mayor cantidad de población en esa región, representaba a una escuadra que pocos logros deportivos había conquistado hasta la década de los años ochenta.
Con apenas dos Copas de ese país, correspondientes a las temporadas 1961-62 y 1975-76, aparecía como un ente de menor envergadura, rodeado de instituciones como el A.C Milán, el Inter de la misma ciudad, o la Juventus, eventuales protagonistas y principales candidatos a llevarse todo en su torneo.
Fue entrando a los años ochenta en que la historia tendría un giro hacia el sur, en donde por aquella época, proclamaron la palabra campeón durante algunos años y las vueltas olímpicas en el San Paolo, estadio del equipo, empezaron a ser más frecuentes.
Todo arrancó en 1984. Después de un paso agridulce por el fútbol español, más precisamente en el F.C. Barcelona, en donde sólo consiguió una Copa del Rey en la temporada 1982-1983: Diego Armando Maradona, dejaría la región catalana, para mudarse al sur de Italia. Con él, más la incorporación de jugadores de renombre como Antônio de Oliveira, mejor conocido como Careca, y Andrea Alessandro Carnevale, conformaron un tridente de ataque de miedo y que comenzaron a llenar las vitrinas del celeste.
Con la obtención del título de la Serie A en el período 1986-1987 y la Copa de Italia en el mismo año, llenaron de buen fútbol a los tiffosi, que deliraron con los títulos y que gestaron esa adoración que tienen para con su máximo ídolo, a quien años después le retiraron su camiseta: Diego Maradona.
En la otra esquina, aparece el Stuttgart, un noble de la liga alemana, que vivió una situación similar a la de su adversario de turno. Convivió durante varios años con el todopoderoso Bayern Múnich, asiduo campeón del certamen regional y habitual contrincante a vencer a nivel europeo, sumado a equipos que dieron qué hablar como el Borussia Mönchengladbach, durante los años ’70, o el Hamburgo que, con apariciones esporádicas, peleaba la Bundesliga y rompía con la hegemonía en una liga creada en 1963.
Con dos copas nacionales en sus vitrinas, correspondientes a los años 1953-54 y 1957-58, junto a dos títulos ligueros, antes de la conformación oficial de la Bundesliga como liga de excelencia, llegaba a la década de los ochenta sin gran impronta en materia internacional y a la sombra de los grandes conjuntos que había por aquel entonces.
Sin embargo, y al igual que lo que pasó con su contrincante eventual, durante la década en cuestión, logró proclamarse campeón en 1983-84, sin apellidos de renombre, pero bajo la conducción de Arie Haan, con quien comenzó su periplo hacia una posible consagración.
La Copa de la UEFA de 1989 representaría un certamen lleno de grandes candidatos del viejo continente, pero con varias sorpresas como veníamos anticipando. Al siempre temible Bayern Munich, se sumaron el Benfica, la Juventus, Inter, Roma y Sporting de Lisboa, entre otros. Cualquiera presupondría que la Copa quedaría en manos de algunos de estos, pero la historia fue otra.
La travesía de parte del Napoli fue dura y aguerrida, antes de lograr llegar a la final. En la primera ronda sorteó al PAOK Salónica de Grecia, con un global de 2-1. En la segunda, tocó enfrentar al Lokomotive Leipzig alemán, a quien dejó en el camino con un resultado final de 3-1. La travesía se tornó más tensa a partir de los octavos de final, en donde dejó en el camino al Girondins Bordeaux de Francia y tocaba enfrentarse ante la Juventus.
El encuentro entre los del norte de Italia, enfrentándose a los sureños, tomó carácter de derby con el correr de los años. Situaciones como “traiciones” de jugadores que vistieron ambas camisetas, llaman al conflicto y a una traición imperdonable de parte de cualquiera de los dos bandos.
Los cuartos de final, hicieron que estas dos instituciones se vieran las caras. Con una victoria en casa de parte de la Juve, por dos a cero, la revancha sería en el San Paolo, en donde el Napoli se impuso por el mismo resultado en los noventa minutos, y lo ratificó en la prórroga, en donde en el global, quedó tres a dos.
En las semifinales, por si fuese poco, tocó el Bayern de Múnich. Una victoria en casa primero, por dos tantos contra cero, y un empate igualado en dos en al estadio del elenco teutón, le valieron para llegar a la final, esperando al escuadrón oponente.
Del otro lado, el Stuttgart tuvo un camino más sencillo para acceder a la fase definitoria de este certamen. Primero, dejó en el camino al Tatabányai Bányász de Hungría, seguido por el Dinamo Zagreb, a quien sorteó tras un cuatro a dos global, para acceder a los octavos.
En las últimas llaves, Groningen de Holanda, le dio el boleto hacia los cuartos de final, en donde enfrentó a la Real Sociedad de España, a quien venció tras una tanda de penales en donde se impuso por cuatro a dos. En semifinales, tocó toparse con Dynamo Dresden de la liga alemana, a quien derrotó por un dos a uno en el resultado definitivo y con quien selló su pasaje para verse las caras con el Nápoli y viajar a Italia en primera instancia.
El 3 de Mayo de 1989, sería el día designado para la final de ida, en donde el Napoli haría de local, ante unos 83.000 aficionados, que colmaron el San Paolo, para alentar a su equipo. Ese día, con Diego Maradona como capitán, el elenco local formó con: Giuliano Giuliani; Ciro Ferrara; Giovanni Francini, Gancarlo Corradini, Alessandro Renica; Alemao, Luca Fusi, Fernando De Napoli; Careca, el “Diego” y Andrea Carnevale, dirigidos por Ottavio Bianchi.
Del otro lado, el Stuttgart, dirigido por Arie Haan, dispuso que los once titulares sean: Eike Immel; Gunther Schafer, Guido Buchwald, Michael Schoder, Srecko Katanec; Jurgen Hartmann, Nils Schmaler, Ásgeir Sigurvinsson, Maurizio Gaudino; Karl Allgower y Fritz Walter.
Para sorpresa de todos los napolitanos, el que primero golpeó fue el elenco visitante, con un tanto de Maurizio Gaudino, de tiro libre y con complicidad del arquero italiano, a quien se le escapó la pelota que iba al medio del arco, a los diecisiete minutos del primer tiempo. Pero, en la parte complementaria, el score cambiaría rotundamente. De la mano de un Maradona encendido, encontró el empate, en la zurda del “diez”, quien la metió de penal, definiendo a la derecha del arquero que se volcó hacia la izquierda, tras una mano que sancionó el juez Gerassimos Germanakos y que gestó el propio Diego.
En la parte complementaria, y faltando tres minutos para la finalización del partido inicial, Careca le daría la victoria al elenco itálico, en una jugada que parte de un pelotazo en la mitad de la cancha, la baja el propio delantero, cede para Maradona que, abierto en la derecha del área grande, tira el centro atrás y conecta con el número nueve que trajo tranquilidad y un resultado alentador de cara a la vuelta.
Pasaron catorce días para que vuelvan a verse las caras. El 17 de Mayo, italianos, alemanes y el mundo del fútbol conocerían qué equipo se proclamaría campeón de la edición de 1989.
El Neckarstadion albergó a 67.000 espectadores que se hicieron presentes para apoyar a su equipo. El anfitrión, en este entonces, presentó una única modificación. El ingreso del delantero Jürgen Klinsmann, en lugar de Guido Buchwald, mientras que la visita conformó el mismo once que venció en la ida.
Con un tanto de Alemao, a los dieciocho minutos de la parte inicial, Napoli estiraba la ventaja y ponía el global tres a uno a esa altura. Sin embargo, los del estado de Baden-Wurtemberg, no renunciaron y, de la mano del ingresado Klinsmann, dejaron las cosas en tablas, a los 27 minutos. La primera mitad, daría lugar a una emoción más. Tras un córner ejecutado por Maradona desde la parte derecha y una devolución de cabeza hacia el mismo sector, el diez capitalizó el rebote y, sin dejar que caiga, la volvió a meter al corazón del área con la testa, para que Ciro Ferrara decrete el dos a uno parcial y el inicio del descanso.
En la parte complementaria, los alemanes, volcaron su juego hacia el ataque, en busca del resultado anhelado, pero la cuestión se tornaría más difícil. A los diecisiete minutos de comenzada la segunda parte, Maradona encabezó una contra, en donde quedó mano a mano con un defensor. Careca se sumó, por la parte del medio, ingresó al área tras una habilitación del capitán y convirtió el tres a uno, esfumando casi las posibilidades del Stuttgart campeón.
Así y todo, con más ímpetu que fútbol, los locales fueron en busca de la heroica. Fernando De Napoli con un tanto en contra, les dio vida a los de Haan que buscaron por todos los medios durante los últimos 20 minutos de juego. Sesenta segundos antes de finalizar la serie y tras un centro atrás, sí, un pase bombeado hacia el área napolitana en donde había un solo central, Olaf Schmäler ingresado, puso el empate y resurgió la esperanza.
El tiempo y un gol de distancia no dieron para más. El árbitro Victoriano Sánchez Arminio de España señaló la mitad de la cancha y promulgó el abrazo de todos los jugadores, que dejaron encerrado a Maradona en el medio, mientras los hinchas que pudieron acercarse, flamearon sus banderas italianas o de color blanco y azul, al compás del grito de la victoria.
El Napoli se proclamó campeón de la Copa de la UEFA en 1989, primer título internacional hasta ese momento de la entidad napolitana, mientras el Stuttgart se inundó en el llanto y la melancolía de pensar que un tanto y un poco más de tiempo, les ahogaron los ánimos de la victoria. Todo esto, en una batalla que no dio tregua, pero en donde siempre hay un solo vencedor.
- AUTOR
- Julián Barral
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