Copas selecciones
Nasazzi, el primer balón de oro
En esta serie de entregas que iniciamos en Cultura Redonda, se propone revisar uno por uno los Balones de Oro, es decir quién fue elegido como mejor jugador de la Copa del Mundo desde su primera edición en 1930 hasta 2014. El detalle de estas notas pasa no por una descripción de la carrera del jugador, situación que ha sido harto detallada por la literatura, sino por describir exactamente qué es lo que hicieron en el Mundial para obtenerlo. ¿Fueron justos ganadores u otro debió haber ocupado su lugar?
El primer jugador en obtener un Balón de Oro fue el capitán de Uruguay, el campeón: José Nasazzi. Ya al momento de disputar el Mundial como local, siendo jugador de Bella Vista, había conducido a su Selección al oro olímpico en 1924 y 1928, competencias en las que fue elegido también como mejor jugador.
Nasazzi fue uno de los mejores defensores de la historia y tal es así que, al día de hoy, es el único que ha obtenido un balón de oro. Era el caudillo del equipo, con una fuerte personalidad y una gran ascendencia sobre sus compañeros. Cuenta la historia que un compañero de su selección le iba a pedir casamiento a la hermana de José, pero antes le pidió permiso a él, que era el capitán de todos ellos. Era el técnico en la cancha y en buena medida afuera de la misma, más allá de la figura de Alberto Suppici.
Nuestro homenajeado llegó al primer Mundial de la historia con 29 años. Su primer partido fue el 18 de julio, el día que se cumplían 100 años de la independencia uruguaya y cuando se inauguró el mítico Estadio Centenario, llamado así precisamente por este acontecimiento. El juego fue contra el seleccionado de Perú, que venía de perder por tres tantos contra uno contra su similar de Rumania en el que fue apenas su séptimo partido internacional. Los locales y candidatos formaron con Enrique Ballestrero; Domingo Tejera y José Nasazzi (c); José Leandro Andrade, Lorenzo Fernández, Álvaro Gestido; Santos Urdinarán, Héctor Castro, Pedro Petrone, Pedro Cea y Santos Iriarte. El trámite del juego no fue sencillo para la escuadra charrúa y el half Gestido sufrió notablemente las gambetas del extremo derecho peruano José María Lavalle. Finalmente en el segundo tiempo, Héctor Manco Castro consiguió anotar el único tanto del partido a los 60 minutos.
Aquel encuentro seria el único del compañero de zaga de Nasazzi, Domingo Tejera. De cara al segundo partido, contra Rumania el 21 de julio, sería reemplazado por el joven Ernesto Mascheroni, del Olimpia de Montevideo, por razones que radicaron precisamente en las dificultades que sufriría Tejera, más veterano, en el caso de que hubiera otro Lavalle del lado izquierdo de la defensa. Adicionalmente, como fruto de las dificultades experimentadas en ofensiva, se hicieron tres cambios arriba, dejando su lugar Urdinarán, Castro y el centroforward Petrone para dar ingreso a Pedro Dorado, Héctor Scarone, uno de los mejores jugadores del mundo en su momento, y Pelegrín Anselmo. Ellos tres anotarían los primeros goles uruguayos, complementados por Cea, que anotaría el cuarto y definitivo a los 35 minutos del primer tiempo. Con esta victoria, Uruguay se aseguraba el paso a las semifinales contra Yugoslavia, que había eliminado en su grupo a Brasil, el cabeza de serie. En el segundo tiempo, los uruguayos resguardaron el físico, de cara a este enfrentamiento al que los yugoslavos llegarían luego de diez días de descanso, mientras que los locales apenas tendrían seis.
Para las semifinales, donde también dirigiría el árbitro brasileño Almeida Rego, al igual que en el partido contra Rumania, Uruguay mantuvo la misma formación, esperando obtener los resultados que tanto éxito le habían generado en el encuentro anterior y así alcanzar la final para enfrentarse a la Selección argentina en una revancha de los Juegos Olímpicos de dos años atrás. Para sorpresa de todos, a los cuatro minutos abrió el marcador Yugoslavia por intermedio de Đorđe Vujadinović. Sin embargo, los uruguayos no se amedrentaron y, por intermedio de Cea y Anselmo en dos ocasiones, se fueron al entretiempo con una ventaja de 3-1. Otros dos goles de Cea y uno de Iriarte completaron la cifra en seis tantos, al igual que había hecho Argentina contra Estados Unidos.
La final llegó el 30 de julio, con un clima enfervorecido y mucha carga emocional y hasta de violencia afuera de la cancha. El árbitro belga John Langenus necesitó obtener garantías por su seguridad antes de dirigir. Un solo cambio tuvo Uruguay de cara a este juego. El centro delantero Anselmo dejó su lugar para el autor del primer gol, Castro. Hay distintas versiones. Algunas indican que Anselmo dijo no estar en condiciones de enfrentar el partido, por razones físicas y anímicas, y su sustituto natural Pedro Petrone no se encontraba en la mejor forma. Otras, que prefirieron insertar a Castro, que había jugado el primer partido en la posición de Scarone, por un mejor rendimiento físico. El rol de Nasazzi en el primer caso fue crucial, bajo el propósito de prescindir del virtuoso Anselmo con la frase: “El que no quiere jugar, no juega”.
A la hora del encuentro, del lado argentino todas las crónicas destacaron que a Luis Monti, feroz centro half argentino y clave hasta ese momento, se lo vio de muy mal nivel. Había recibido amenazas anónimas y luego de ese partido viajó a Italia, donde se consagraría campeón del mundo cuatro años después. Por otro lado, Francisco Varallo, joven jugador de Gimnasia y Esgrima La Plata, no se encontraba en óptimas condiciones pero jugó de todas formas, un tanto porque él lo quiso y otro poco por ciertas presiones de dirigentes de su club. Su actuación no fue destacada.
Otro evento adicional al partido fue que cada equipo entró con un balón propio. Ni Nasazzi ni Manuel Ferreira, el capitán argentino, quisieron dar el brazo a torcer. Finalmente, se jugó el primer tiempo con la pelota argentina y el segundo con la uruguaya.
En la etapa inicial, Uruguay abrió el marcador a los 12 minutos por intermedio de Dorado, pero igualó rápidamente Argentina gracias a Carlos Peucelle y luego el goleador Guillermo Stábile marcó el dos a uno. En esa jugada, Nasazzi quedó desubicado, protestando por un offside que no se dio finalmente. Uruguay se fue al descanso con derrota. Pero en el segundo tiempo, lograron el empate por intermedio de Cea a los 57′. Once minutos después, con el juego igualado, Mascheroni le entregó una pelota al extremo izquierdo Iriarte, quien, con un fuerte remate desde 30 metros que se coló en el arco de Juan Botasso, logró desnivelar el marcador a favor de los uruguayos. Luego, Argentina fue por el empate con ahinco, llegando a estar cerca de lograrlo. Sin embargo, en un contraataque, Castro anotó el tanto definitivo. Cuatro a dos. Campeón mundial. Primer balón de oro para Nasazzi.
José Nasazzi no sólo fue el primer balón de oro de la historia, sino que se erigió en el primer y único defensor en lograrlo hasta la fecha. Su concurso en el Mundial fue de altísimo nivel, al igual que en los JJOO anteriores. Su ascendencia sobre el plantel era indiscutida, así como su caballerosidad, dado que siempre se comportó correctamente tanto fuera como dentro más allá de su fiereza en el campo. Fue, sin dudas, el primer gran caudillo del fútbol uruguayo y mundial.
Nota de Redacción: se usaron como fuentes artículos de la web Ilusión Mundial y el libro Historia de los mundiales (1930-2010) de Robert Castro, Editorial Fin de Siglo.
- AUTOR
- Pablo Dragun
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