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No fue magia
La selección masculina de fútbol de Canadá logró la clasificación al Mundial de Qatar 2022 con una fecha de anticipación, luego de 36 años de espera. Cómo es que una selección que hasta hace unos años no figuraba en la primera plana del fútbol, consiguió formar un equipo competitivo a nivel continental con la ambición de codearse con los poderosos. Proceso migratorio, políticas deportivas, futbolistas en ascenso y hasta un arquero nacido en la ex Yugoslavia que jugó en Argentina, entre otras cuestiones, ayudan a desentrañar lo que para muchos continúa siendo una incógnita, mientras que otros ya se encuentran preparados para ubicar a Canadá dentro de las selecciones emergentes de cara al futuro.
El pitazo final del árbitro mexicano Fernando Guerrero Ramírez sonó como un estallido en el BMO Field de Toronto, ante los estruendosos festejos de los más de 50 mil hinchas que llenaron las tribunas del estadio y se extendieron hasta los suburbios más recónditos del país. Es que el seleccionado masculino de Canadá había alcanzado el objetivo propuesto desde hace más de cuatro años, clasificar a una Copa del Mundo luego de su última aparición en México 1986. El actual entrenador John Herdman se mostró efusivo, con una sonrisa inigualable de oreja a oreja y avistando con una panorámica de 360 grados la algarabía de su gente. Claro, era la primera vez que el público se quedaba hasta el final de un partido de fútbol y no se retiraba antes de tiempo, algo que no había podido conseguir nadie en la precedencia y en lo que tuvieron que ponerse a trabajar distintos actores tan importantes como los jugadores que llevaron a cabo la gesta. Lo cierto es que el 4-0 final ante una Jamaica con mayoría de futbolistas del medio local rubricó el pasaje directo a Qatar aun debiendo jugar una última fecha con Panamá, quedando primera en el octogonal final de Concacaf y dejando atrás a selecciones con muchísima más historia como México, Estados Unidos o Costa Rica.
Tal fue la noticia de la clasificación, que no tardaron en aparecer en las redes sociales videos de la figura y estrella Alphonso Davies siguiendo el final desde su auto y luego grabándose emocionado con el final del partido (cabe destacar que Davies no disputó los últimos seis partidos por una afección cardíaca que aún sigue en evaluación); como también hilos de Twitter y posteos de Instagram tratando de contar en breves términos lo que estaba sucediendo. Todo esto generó una revolución mediática que recaló principalmente en intentar unir distintos conceptos para tratar de encontrarle una explicación posible a este hecho. Y la verdad es que, aún reuniendo datos, recopilando información y elaborando algunas hipótesis, es imposible alcanzar la magnitud de lo que genera a nivel social este suceso en Canadá. ¿Por qué? Básicamente porque el fútbol genera estas cosas. El trabajo ya está hecho. Nadie se animó a recalcar las políticas internas del presidente Justin Trudeau, ni tampoco en su momento a destacar que el técnico viene del palo del fútbol femenino, ni siquiera de que hay un hijo de padre argentino jugando en el seleccionado (del que se hablará luego), ni tampoco de que el arquero que se viste con jogging y gorrito de lana nació en la antigua Yugoslavia e hizo inferiores en Boca y River y hasta atajó en Quilmes. Todo lo mencionado y demás, lo sabemos a partir del pitazo final de Guerrero Ramírez, y acá es donde se le dará una vuelta de tuerca más para encontrar en definitiva todos los porqués (aunque, insisto, a veces no haya uno).
Lo que se sabe es que magia no fue. Canadá, desde su federación, decidió ponerse como meta llegar al Mundial de 2026 -del que será sede- siendo una selección respetada, con nombres importantes, un estilo de juego definido y, por sobre todas las cosas, estrictamente profesional. Lo que ni ellos se esperaban era que el boom llegara para el Mundial de este año. Se conoce que la liga local no tiene fuerza a nivel continental y es que recién en 2019 se creó la Canadian Premier League, con tan solo ocho equipos. El último campeón fue el Pacific FC y el más ganador es el Forge FC con dos títulos en tres años. Aún no comenzó la temporada 2022. Algunas cositas para destacar: al ser solo ocho equipos, actualmente disputan un todos contra todos repetido cuatro veces, para totalizar 28 partidos cada equipo (imaginen vender este “Producto” a nivel internacional).
Se busca ampliar el número de equipos en la liga para lograr hacerla más entretenida y que tenga más llegada, aunque por ahora las prioridades son otras. Otra cuestión que merece ser contada y en parte tiene relación con toda la gesta cosechada en estos últimos días, tiene que ver con que cada equipo debe contar con seis jugadores canadienses como mínimo y cinco internacionales. La idea es clara: formar jugadores locales en estos equipos e intentar alcanzar un nivel como para pasar a un segundo escalón más alto, que sería llegar a la MLS. Actualmente, Canadá posee tres equipos en las tres ciudades más grandes disputando la liga más importante de EE.UU: Vancouver Whitecaps, Toronto FC y Montreal Impact. Toronto FC fue el equipo con mejores resultados en la MLS, obteniendo dos subcampeonatos en 2016 y 2019, pero que no sirven de mucho porque menos de un tercio del plantel está compuesto por jugadores canadienses, aunque sí es cierto que el hecho de que estén en suelo local ayuda a promover aún más el fútbol en las ciudades más pobladas donde por lo general los flashes se los suelen llevar el hockey sobre hielo y el fútbol canadiense. Allí es donde las políticas locales incidieron en la intromisión del fútbol masculino en la agenda nacional.
Otro punto interesante es la contraposición con el fútbol femenino. Si chequean las redes, verán que las cuentas oficiales de la selección masculina de fútbol repostean los mensajes de felicitaciones de las jugadoras del plantel femenino por la clasificación a Qatar. El proceso es totalmente inverso a lo habitual, ya que la selección femenina hace décadas es potencia en fútbol. Sin ir más lejos, Christine Sinclair, jugadora y emblema con más partidos disputados en la selección (301 encuentros), festejó con entusiasmo la clasificación y en Twitter explotó de alegría: “¡Vamos a Qatar!”. Varias jugadoras la siguieron y subieron mensajes similares en las redes, lo que demuestra en cierto punto la unidad entre ambas selecciones y también que existe una especie de retroalimentación que genera positividad y termina siendo clave a la hora de establecer objetivos y luego cumplirlos. Tal es así que, para darle rienda al plan de profesionalización, acudieron a un entrenador con vasta experiencia en el mundo del fútbol femenino.
¿Por qué John Herdman no podría replicar en la selección masculina lo hecho previamente en la femenina? Nacido en Consett, Inglaterra, Herdmann aterrizó en Canadá en el año 2011 para hacerse cargo del primer equipo nacional femenino. Lo dirigió por siete años y participó del Mundial 2015 en el que Canadá fue anfitrión, además de conseguir una medalla dorada en los Panamericanos de 2011 en México y dos medallas de bronce en los JJ.OO. de Londres 2012 y Rio de Janeiro 2016. Ya a principios de 2018 y con las Eliminatorias al Mundial de Rusia finalizadas, Herdman pasó al primer equipo masculino, que no había podido llegar siquiera a disputar el octogonal final. El más que nadie sabía que con el material que tenía no iba a poder lograr torcer la historia, por eso comenzó un plan de captación de jugadores a nivel internacional para darle un salto de calidad al plantel y así poder apuntar a un proceso de mediano plazo que culminaría en 2026.
Parte de ese proceso fue seducir a jugadores canadienses que actuaban en el exterior de participar en la selección de Canadá, como el caso del mediocampista central Stephen Eustaquio que jugó en la Sub-21 de Portugal (sus padres son de allí) y más tarde fue cautivado por la Federación Canadiense de Fútbol a jugar para la mayor. Los casos de Davies y Jonathan David son sin lugar a dudas los más resonantes por sus características y por su buen andar en Europa. El primero, actual jugador del Bayern Múnich y de los mejores carrileros por izquierda del mundo, nació en Liberia, pero a los pocos años de vida debió emigrar a un campo de refugiados en Ghana por la guerra civil. Luego, tuvo la oportunidad de oro de mudarse con sus padres a Edmonton, capital de la provincia de Alberta. Años después, su fútbol hizo que varios equipos europeos se fijaran en él mientras militaba en el Vancouver Whitecaps. Su emoción vista en redes tiene que ver, quizás, con todos los obstáculos que debió sortear para llegar a donde llegaron él y sus compañeros, pero la intención no es romantizar estas cuestiones.
David, por su parte, deleita con sus goles en la Ligue 1 de Francia como centrodelantero del Lille. De padres haitianos, se mudaron de Puerto Príncipe a Brampton, Ontario, para reiniciar sus vidas. Como comentó Fernando Duclos, alias “Periodistán” en sus magníficos hilos de Twitter, Brampton tiene la particularidad de que de sus 600.000 habitantes, la mayoría son inmigrantes. David comenzó su carrera en Ottawa y pronto fichó por el Gante de Bélgica, aunque esa liga le quedó chica y por eso hace poco dio el salto definitivo a la élite francesa, donde continúa con su racha goleadora. En estas Eliminatorias, convirtió cinco goles, todos claves para sumar de a tres y quedar firmes en el primer lugar del octogonal. Tajon Buchanan, otro nacido en Brampton, es también artífice de la proeza, aportando buen juego en ¾ de cancha como interior por derecha o izquierda y llegada al área rival (convirtió cuatro goles y es el tercer goleador del equipo). Sin embargo, el máximo anotador de la Selección en este proceso es Cyle Larin, actualmente en el Besiktas de Turquía, con siete tantos. Larin también nació en Brampton y su madre es jamaiquina.
En definitiva, si se analiza la última convocatoria de Herdman para la triple fecha final que le diera la clasificación al Mundial, se puede observar cómo el proceso migratorio de hace 20/30 años termina teniendo un vínculo súper estrecho con la hazaña actual. De los 25 seleccionados -y sin contar a Davies que no está jugando por su problema cardíaco-, hay 21 jugadores que no nacieron en Canadá (una minoría) o bien sus padres no lo hicieron (la gran mayoría). Tan solo cuatro futbolistas son nacidos en Canadá de padres canadienses y solo uno fue titular en la última goleada a Jamaica: Scott Kennedy, central de 25 años que juega en la Bundesliga 2 y que reemplazó nada más y nada menos que al histórico Atiba Hutchinson, quien con 39 años sigue demostrando estar a la altura de las circunstancias. Hutchinson también es de Brampton y en esta Eliminatoria le convirtió en dos oportunidades a El Salvador: primero en Canadá en el triunfo por 3-0 y luego en Cuscatlán en la victoria por 2-0. Como para tomar dimensión de la experiencia de Atiba, su primer partido en la selección mayor fue en 2003, cuando el dúo Davies-David recién cumplía los tres años de edad. Eso se llama perseverancia.
En el tintero, quedaron dos futbolistas que fueron nombrados al inicio de la nota y que merecen tener sus líneas. Sinceramente, uno podría dedicarle una nota a cada jugador, ya que sus historias de vida están repletas de sucesos anecdóticos que sirven de marco teórico para contar a la selección de la flor de lis. Uno de ellos es el arquero Milan Borjan, un personaje de aquellos, sustraído de un cuento inverosímil de Eduardo Sacheri. En el último partido como local, Canadá eligió llevar a Jamaica a jugar a temperaturas bajo cero, en el estadio BMO Field de Toronto, para aprovechar la localía al máximo. No era la primera vez que lo hacía, y tanto ellos como Estados Unidos lo tomaron como una ventaja para afianzarse como locales frente a selecciones de Centroamérica que jamás vieron la nieve. Lo cierto es que en este último partido, los arqueros se llevaron todos los flashes; el jamaiquino Andre Blake jugó con pasamontañas y el excéntrico Borjan le añadió a su jogging color gris habitual un cuellito polar y un gorro de lana como si estuviese jugando con la nieve en familia en el fondo de su casa.
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Sin embargo, el atuendo de Borjan no llega siquiera al diez por ciento de lo que conforma a este emblema de la selección canadiense. Borjan nació en la ciudad de Knin, Croacia, en 1987. Para ese momento, aún estaba conformada la antigua Yugoslavia, por eso es que en realidad su nacionalidad es serbia. Durante sus primeros años de vida, vivió de cerca la guerra que desencadenó en la disolución del Estado en el año 1991, por lo que su historia de vida se asemeja a la de sus compañeros de selección nacional: huidas a otros países en busca de estabilidad hasta llegar a América del Norte. Lo cierto es que uno de los destinos elegidos por la familia fue en un primer momento Ottawa, pero al poco tiempo emigraron a la Argentina y ,con 18 años, llegó a jugar en las inferiores de Boca. Un año después, cruzó el Río de la Plata para probar suerte en Nacional de Montevideo, también sin mucho éxito y, ya al borde de la decepción, fichó por River. Allí, el destino no se torcería demasiado. La frustración era tanta que Milan no tuvo más remedio que ir a probar suerte a Quilmes, allá por los albores del 2008. Para esa época, el Cervecero jugaba en la B Nacional, pero ni así se le pudo dar al bueno de Borjan, puesto que no llegó a disputar siquiera un minuto.
Créase o no, tanto él como su familia no encontraron en Buenos Aires esa calidez que muchos acostumbran a destacar al momento de llegar desde otro lugar del mundo, así que volvieron a Europa y ya el arquero con edad avanzada comenzó a hacer un tour por un montón de países de la región (jugó en Turquía, Polonia, Bulgaria, etc). No obstante, hubo algo de Ottawa que le despertó cierto apego, quizás por ser la primera ciudad después de todo el terror, por lo que decidió volver al lugar donde él creía haber forjado los lazos más firmes. Y acá es donde nuevamente resurge el sentido de pertenencia, Borjan vivió en más de siete países y de todos ellos eligió a Canadá como su hogar. Lo mismo sucedió con más del 90 por ciento de los seleccionables, en algún momento hubo algo de Canadá que los sedujo para vestir esa camiseta cuando todavía no estaba ni en los planes competir por un lugar en un Mundial.
De ese sentido de pertenencia es que emerge otra de las figuras del equipo, el único con raíces argentas por definición. Se trata de Lucas Cavallini, hijo de padre cordobés y madre canadiense, que en alguna oportunidad declaró entre risas que se sentía “cero canadiense” pero que defendería la camiseta de la Selección hasta el último partido. Cavallini nació en Toronto y jugará la próxima Copa del Mundo con 29 años. No, no es ningún joven y ya tiene experiencia jugando acá, lo que pasa es que, bueno, hasta ahora casi nadie había oído hablar de él. Este muchacho que actualmente juega en la MLS con los Whitecaps, en 2017 fue dirigido por Marcelo Gallardo cuando pasó por Nacional de Uruguay, y de hecho hace poco cuando uno de los medios se acordó de él y decidió entrevistarlo, reconoció que el Muñeco lo marcó para el resto de su carrera y que, en parte gracias a él, hoy es un futbolista más completo.
Cavallini suele jugar de delantero central y su mejor atributo es el juego de espaldas al arco sirviendo como descarga permanente de los mediocampistas ofensivos, aunque también va muy bien de arriba con su metro 82 de altura. Lucas tiene la particularidad de haber jugado tanto en la MLS como en la Liga MX (estuvo en Puebla), y en su presentación como nuevo jugador de Vancouver en 2020, no dudó en afirmar que la MLS estaba camino a ser una liga superior a la mexicana, que hasta ese momento dominaba la región por encima de la estadounidense (por citar un caso ejemplificador, la Concachampions, torneo continental más importante, en toda su historia reúne a 37 campeones mexicanos, siendo América el que más títulos tiene con siete, mientras que Estados Unidos solo pudo ganarla en dos ocasiones, una con el DC United en 1998 y otra con L.A. Galaxy en el 2000). Estos últimos años, la MLS se equiparó bastante con la liga mexicana, y con seguridad habrá un equipo estadounidense y uno mexicano en la final de esta edición, ya que se enfrentan Seattle Sounders vs New York City por un lado y Pumas UNAM vs Cruz Azul por el otro. Lo curioso es que la MLS estuvo cerca de meter a sus cuatro equipos en semis (Montreal perdió por un gol en la serie con la Máquina Cementera y New England quedó afuera por penales a mano de Pumas).
Volviendo a Cavallini, el punto es que él siempre recalcó que la MLS y la Liga MX en algún momento van a equiparar su nivel. ¿Dónde entra Canadá en esta ecuación? Varios de sus futbolistas actuales, pero también los juveniles con proyección se iniciaron en una liga más competitiva, y eso ayuda a que Canadá tenga cada vez más jugadores de su Selección codo a codo con futbolistas de primer nivel. Los puntos obtenidos en esta eliminatoria un poco demuestran el auge del fútbol canadiense, el asentamiento de Estados Unidos como potencia en la región y el retroceso de México en materia de recambio, que aún así continúa en los primeros estamentos a nivel continental.
Canadá llegó a Qatar. Le sacó jugo a su ubicación en el mapa que le permite estar en la conversación con las potencias de la región, potenció a jugadores de todas partes del mundo, entendió que debía poner el ojo en la MLS que cada día crece a pasos agigantados, reunió a sus mejores futbolistas, contrató a un entrenador capacitado y le hizo creer a una población un tanto reacia a este deporte que se puede creer en grande. Este combo hoy lo deja en un Mundial después de 36 extensos años y, como se intentó explicar en estas líneas, no fue magia.
- AUTOR
- Juan Podestá
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