América
Parece que sí pero no
Una escena común en las películas de ciencia ficción, o de ataques apocalípticos, es una especie de pantalla ubicada en el bunker del villano más villano de los villanos, en donde un planisferio rellena nuestra mirada y, en él, se esgrimen puntos sobre diferentes sitios en el mapa. Más específicamente, se posan sobre las principales capitales del mundo, en referencia a un hipotético ataque que aniquilaría los más importantes faros geográficos, culturales y referenciales de la actual civilización.
Desde hace una década, el fútbol de élite europeo se nutrió del universo petrodólar y, con ello, de una ramificación sumamente amplia de sus esferas. A las transferencias exorbitantes y los mega-estadios, se sumó una nueva forma de domar horizontes con la pelota en el piso, la adquisición –o directamente creación- de una franquicia de la institución madre, en otro país, para aprovechar los brotes futbolísticos que pudiesen potenciar a un determinado equipo, pero también para fortalecer la marca.
El mejor ejemplo es el Manchester City, o, mejor dicho, su holding company, City Football Group, cuya insignia es el conjunto inglés, pero que esparce horizonte en otros lares: New York City FC, Melbourne City FC y un 45% del Girona atestiguan esto. La geografía no falla. Se coloca un punto en Norteamérica, en Oceanía y en la península ibérica. África sigue arrojando su suerte a los scoutings y a las academias de formación. En suelo asiático, los popes del CFG ya entablaron buenas migas con el Yokohama F. Marinos, en pos de cooptar talentos por aquellos pagos. La pieza del rompecabezas que nos falta, claro está, es Latinoamérica.
Aquí es donde nos sumergimos en la particular vida de un conjunto ecuatoriano extranjero en su propio país. Sin querer regatear al Club Atlético Torque, escuadra uruguaya perteneciente a la mencionada compañía, y que seguramente en futuros post repasemos, el Guayaquil City Fútbol Club nos presenta una nueva parada en el avance infinito de la globalización invadiendo el deporte rey, lejos del potrero, el barro y el choripán antes de entrar a la cancha, las cosas sanas (?).
Pero lo interesante es la doble cara de los muchachos guayaquileños. Primero, su génesis está directamente vinculada a un equipo argentino. El Guayaquil City nació en 2007 como Club Deportivo River Plate Ecuador, logrando ascender a la Serie B en 2009. Sin embargo, una década después a su fundación, esta filial optó por el desprendimiento de la institución de Núñez en pos de un mejor futuro. La refundación implicó, claro, un nuevo nombre, ajeno a las mieles riverplatenses. ¿Qué nombre utilizó? Claro, Guayaquil City FC. Y aquí empieza lo interesante.
Corría mitad del 2017, y la Comisión Ejecutiva de la Federación Ecuatoriana de Fútbol recibió la noticia. El Millonario de ellos mutaba a un nuevo nombre, en inglés y de inmensa similitud con los cuadros bajo el aura del petrogrupo que maneja los hilos del City inglés. ¿Algo más? ¡Claro! El nuevo escudo y los flamantes uniformes, ¡lucían muy parecidos a los del mencionado team del Viejo Continente! ¿El City Football Group puso, con el mayor de los silencios, pie en Ecuador y nunca nadie se enteró? ¿Por qué eligió ese club, y qué estrategia estaba elucubrando?
Los medios locales rápidamente hicieron eco del tamaño envión marketinero que había envuelto a dicha institución, regodeándose con titulares que delataban a la “nueva filial del Manchester City en Ecuador”. Rumores de potenciales transferencias y vitoreos de becados del Cono Sur partiendo a las islas británicas eran diseños mentales de propios y extraños que arribaban a la noticia. Hasta que la novedad cayó depositada en el despacho de uno de los abogados de la corporación detrás del verdadero (?) City. ¿Y qué pasó? Un cordial llamado diciendo que los popes del equipo ecuatoriano deberían aclarar lo innegable. No había vínculo directo real entre Manchester y Guayaquil, y de usar la imagen del grupo económico para revitalizar los nuevos horizontes del nuevo equipo, las denuncias por dicho ilícito podrían ser astronómicas.
El dirigente del Guayaquil, Miguel Ángel Loor, sería el encargado de desnudar la verdad, en una nota con el portal El Universo donde ¡no se nombró ni una vez al Manchester! Y donde él se encargó de despejar las dudas: “Nosotros no hemos cambiado el nombre por algún interés ligado a un equipo de afuera o el Municipio. Se trata de un club ecuatoriano e independiente, que tiene una situación jurídica autónoma. Quien piense algo distinto, está equivocado. En el tema del emblema, por ejemplo, este es una composición del escudo colonial de Guayaquil y la bandera, eso es todo.”
Hoy en la Serie A de Ecuador, y aspirando a afianzarse en ella con su nueva identidad, el Guayaquil City FC deambula en el mundo del fútbol con un traje que aparenta más de lo que es. Con un excelente trabajo publicitario de su lado, y con la pereza de algunos medios como excusa, juega a parecerse a su ¿primo lejano? que disfruta las mieles del fútbol supremo.
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- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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