Qatar 2022
Paredes, el Caravaggio de la Scaloneta
Al día siguiente de los cuartos de final ante Países Bajos, un diario muy importante del país publicó una nota que fue motivo de discusiones. A grandes rasgos, la misma decía que Messi había olvidado su categoría extraordinaria como deportista y se había transformado en un hombre vulgar. A su vez, que la Selección no era confiable, y que lo negativo de la jornada había sido el estilo “pendenciero” del equipo.
Pendenciero y borracho decían que era el pintor milanés Michelangelo Merisi Da Caravaggio. Aquel pintor oscuro y mortal de finales del Siglo XVI, que fue una estrella de la época por sus acciones dentro y fuera del atelier. Su vida es una aventura que incluye deportaciones, protecciones, crímenes, peleas con el Vaticano, y una muerte muy dudosa. Caravaggio, ese pintor maldito, que retrató decapitados, bacos y crucifixiones. Todos los perfiles que se escriben hoy, no dudan en definirlo como el extraordinario pintor, y el hombre vulgar y pendenciero que se disputaba la vida en los boliches.
En ese partido de cuartos de Final entre Argentina y Países Bajos, Paredes ingresó por De Paul en el segundo tiempo y generó la jugada que terminó de recalentar las aguas. Fue al piso, llevó pelota y pie. Se levantó y volvió al piso nuevamente para levantar por los aires a otro jugador naranja. No satisfecho con el quite, volvió a levantarse para chutar la pelota contra el banco de suplentes rival. Iban 89 minutos, Argentina ganaba 2-1, Países Bajos se venía con todo, y Paredes pintó un cuadro de una estética maravillosa; sus piernas adelante, los ojos cerrados, el pasto destruyéndose en la barrida. La pelota girando tras el impacto y un jugador vestido completamente de naranja cayendo sobre una alfombra verde que nadie hubiera imaginado que pueda ser qatarí, esa tierra de desiertos. La gresca que se armó parecía incontrolable. Manotazos, corridas, empujones. El capitán de Países Bajos embistió a Paredes por la espalda y lo mandó al suelo directamente. El encuentro, definitivamente, se había picado.
Argentina puso todo lo que tenía que poner y pasó a semifinales. Superó al rival en todas las líneas, en cada una de las estadísticas. El aire pendenciero parecía ser un motivo de vergüenza para un diario nacional. Uno se debería preguntar qué sería del mundo artístico sin las pinturas del pendenciero Caravaggio, o del loco Van Gogh.
El guerrero de los segundos tiempos en este Mundial no era un soldado raso. Cuando la Selección de Scaloni todavía no era la Scaloneta, y el joven técnico recibía críticas y consejos de todo tipo, se discutía quién era el indicado para cubrir el amplio hueco que había dejado Javier Mascherano.
Desde el primer momento fue Leandro Paredes el que se hizo cargo de una mitad de cancha compartida junto al motor De Paul, Guido Rodríguez o Lo Celso. Salvo alguna ocasión particular, fue el número cinco de Argentina en la era Scaloni, que comenzó en 2018 y no sabemos cuándo terminará. Cuatro años como termómetro del Campeón del Mundo.
Las críticas sobre el estilo de juego de Paredes seguían presentes, y más cuando Argentina quedó afuera de la Copa América 2019 en las semifinales frente a Brasil. Más allá de haber abandonado el torneo con buena imagen, se buscaban culpables desde los medios deportivos. Otra vez Paredes fue motivo de discusión. Muchos pretendían que el centrocampista de la Selección debería ser un jugador más parecido al capitán saliente, metedor, caudillo, sacrificado, dinámico. Otra porción empezaba a intuir que la dupla De Paul-Paredes consolidada en 2019 era algo poderoso que se estaba gestando.
Paredes jugó y jugó. Fue el cinco del campeón de América. Paredes llegó al Mundial como titular indiscutido, aunque seguían alerta las críticas y los interrogantes: ¿Cómo marcará contra un equipo europeo?
Paredes no fue el cinco titular del Mundial. Comenzó el torneo en cancha y lo terminó en cancha, pero quien agarró el puesto en plena tormenta fue Enzo Fernández, jugador aún más ofensivo que Paredes. Jugador que tiene un capítulo aparte por ser una de las grandes figuras del campeón. Los que pedían un cinco metedor no entendían cómo podía nuestro 5 ser un jugador que ama el área rival.
Mientras tanto Paredes, el CINCO de la Selección, relegó su lugar y encontró su manera de aportar lo suyo. Entrar en los segundos tiempos, para reforzar el medio, para que descanse De Paul, para manejar la pelota. En la final del mundo, Paredes dio 15 pases correctos de 15 intentados, todos hacia adelante. También repitió lo hecho en cuartos; fue al piso a buscar pelota y todo lo que encuentre. Se ganó una tarjeta amarilla que bien hubiera sido naranja si existiese esa pena. Es que Camavinga, quien la había pasado muy mal con De Paul, ahora estaba poniéndose intratable por la banda izquierda de Francia. Paredes pateó y convirtió su penal en la tanda definitoria en cuartos de final y en la final.
Está muy claro que los mundiales no suelen ganarse con 11 tipos de galera y bastón. También queda claro que las grandes artes que nos ayudan a vivir, tampoco son hechas por hombres o mujeres refinados en sus acciones.
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- AUTOR
- Nicolás Diana
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