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Partidos mundialistas: Argentina vs Croacia (1998)
La Copa del Mundo desarrollada en Francia a finales de la década de los ’90 vivió una batalla de lo que podríamos encuadrar en ¿David contra Goliat? Quizá, con un final distinto al que detalla la crónica bíblica, presenta condimentos que sazonan con particularidades a aquel duelo, enfrentándose un combinado consagrado históricamente contra un incipiente participante que empezaba a gestar los cimientos de sus venideros años futbolísticos.
“Aquí la tiene el ‘Burrito’ para Pineda, Pineda, Pineda, el loco y hace el gol, el loco y hace el gol. ¡Goooool!, ¡Gooooool, Arrr-gen-ti-no!”. Marcelo Araujo se viste de interlocutor –traje que mejor le queda- y nos introduce en esta crónica con soporte en páginas virtuales. Aquel tanto de Mauricio Pineda ante Croacia es el punto de partida que tomaremos para desentramar una madeja de ocurrencias en el antes, durante y después del duelo entre ambas naciones.
Francia vestía su mejor traje y se alistaba como anfitrión para albergar lo que sería un nuevo Mundial que reunía a las mejores 32 selecciones del mundo. La “Albiceleste”, primera en las eliminatorias con 30 puntos, -sin Brasil, campeón en 1994-, se preparaba para darle una vuelta de tuerca a la suerte que vivenció ocho años atrás, al borde de la gloria en Italia 1990, y con el amargor natural vigente en nuestras bocas, producto del doping de Diego Armando Maradona en 1994.
El certamen, parecía, una ruta de escape ante la situación socio-económica que vivía el país sudamericano que, bajo la presidencia de Carlos Menem, se hundía en las profundidades de la inflación y la debacle monetaria que, años después, desencadenaría de la peor manera.
Los nuevos televisores con las mejores definiciones para la época, los gorros felpudos de grandes picos mitad celestes y mitad blanco, las caras pintadas, la necesidad de tener la nueva camiseta con la figura del momento y el pensar en tomar la salida hacia el éxito internacional, hacían que todo pase a un segundo plano
La causalidad quiso que los conducidos por Daniel Passarella sean cabeza de serie en el “Grupo H”, lugar que compartieron con Jamaica, Japón y Croacia. En este último integrante nos detendremos, ya que para ellos sería la primera cita en el máximo torneo de fútbol, lo que derivó en que el mote de “Cenicienta” empezara a calzarles conforme fueron dándose los cotejos y resultados.
Pero recapitulemos sobre las vivencias de los comandados por Miroslav Blažević. A veces decimos que este deporte tiene mucho que ver con elementos completamente ajenos al génesis del juego en sí, ¿o no? Pues bien, desempolvamos, entonces, otros de los casos archivados en donde la política aparece como una bebida que corta nuestro cóctel.
La nación adosada a la ex Yugoslavia en 1946 vivió en carne propia su independencia apenas unos años antes de su primogénito mundial. Si bien la federación nacional que regula este deporte allí data desde 1912, fue el desmembramiento de aquel estado lo que permitió abroquelar su ADN, obtener su propia plaza para competencias y poseer su propio equipo que los represente.
De hecho, para ser más precisos, y trazar un interesante paralelismo, cabe mencionar que la emancipación se dio el 25 de junio de 1991 y que el 16 de mayo, ante Suecia, aconteció el último partido de la selección yugoslava, en donde los croatas predominaban por sobre el resto de jugadores con natalicio en otras tierras.
Luego de gestar y consolidar su propia identidad, empezó el plan en pos de conseguir un crecimiento cualitativo en esta práctica. Para 1992 la FIFA los cobijó y, en 1994, disputaron su primer cotejo oficial con victoria incluida ante Estonia, por 2-0. Los buenos rendimientos les valieron para mantenerse a la vanguardia en las eliminatorias hacia la Eurocopa, relegando al segundo lugar a una potencia como Italia. Los cuartos de final dijeron hasta acá, pero la obtención del “Best Mover of the Year”, los catapultaron a ser los que más posiciones escalaron en el ranking.
Esto significó que una selección que hacía dos años no contaba ni siquiera con camiseta que los identifique, empezara a cimentar los sueños de estar en la máxima competición por excelencia. Y así fue. Para la copa del ’98, en las jornadas de clasificación, quedar detrás de Dinamarca los llevó a disputar la repesca ante Ucrania, saliendo airosos con un marcador final de 3-1 y sacando así boleto para sumarse a la élite.
Los vestidos a cuadrillé cosecharon victorias por 3-1 ante Jamaica y 1-0 contra Japón, quedando expectantes ante la posibilidad de quedarse en la cabecera. Del otro lado, la Albiceleste llegaba al tercer juego de la fase de grupos sacándose de encima 1-0 a los nipones y metiéndole cinco a los provenientes de la tierra del reggae. Por nombres propios, valdría pensar que las apuestas pagaban menos por los del cono sur. Figuras como Juan Sebastián Verón, Javier Zanetti, Roberto Ayala, Diego Pablo Simeone, Gabriel Batistuta, Ariel Ortega o Hernán Crespo se verían las caras ante un seleccionado que lucía como sus mejores armas a Aljoša Asanović, Davor Šuker, Zvonimir Boban y Silvio Marić.
El “Parc Lescure” de Burdeos fue el escenario que abrió sus puertas para la última fecha del octavo grupo. ¿El día? Otra vez, el destino, vuelve a dar un guiño para enriquecer la importancia que tendrá para siempre en todo el pueblo croata y creer un poco más en las casualidades. El 26 de junio de 1998, apenas 7 años y 1 día después de celebrar su autonomía totalitaria, el juez Said Belqola dio el pitido inicial y comenzó el juego.
“Los fieros”, locales según el fixture, salieron con Drazen Ladic; Slaven Bilic, Zvonimir Soldo, Dario Simic; Aljosa Asanovic Robert Prosinecki, Zvonimir Boban Silvio Maric, Mario Stanic, Robert Jarni y Davor Suker.
Del otro lado, Carlos Roa; Mauricio Pineda, Roberto Ayala, Pablo Paz, Nelson Vivas, Javier Zanetti; Matías Almeyda, Juan Sebastián Verón, Marcelo Gallardo; Gabriel Batistuta y Ariel Ortega dijeron presentes en el verde césped.
El resultado parecería hasta anecdótico. Citando a “La Renga”, banda de rock de estos lares, “el final es en donde partí”, y aquella conquista de Pineda a los 36 minutos dio la ventaja definitiva para los de Passarela.
Después, todo conjugó para que el futuro sea más benéfico con Croacia, que alcanzó las semifinales y atrapó el tercer lugar del podio, tras vencer 2-1 a los Países Bajos. ¿Los argentos? Cayeron ante la misma Holanda, en cuartos, por 1-2. Otra vez, los casi mismos rivales. Otra vez, si no fuese por Denis Bergkamp, la cronología los pudo haber vuelto a poner frente a frente.
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- AUTOR
- Julián Barral
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