Argentina
Pasado Perfecto Futuro Imperfecto
Tras un día más como habitante inamovible de cuatro paredes, llega tu hora del sueño. Hundido en la oscuridad, cada vez más acostumbrado a esta particular rutina que desde hace dos meses engloba a la Argentina, la cabeza aprovecha el silencio para pensar. ¿En qué? El presente es algo inestable y monótono -si es que eso es posible-, sujeto a medidas sanitarias que incluyen, inevitablemente, lejanía con los nuestros y cancelación de un sinfín de tareas, desde las importantes hasta las que se hacían por inercia, en el exterior.
¿El futuro? Esa área solo cotiza en alza si se trata de dar con la bendita vacuna -o tratamiento, mutación o medida que nos acerque a nuestra vieja normalidad-. En todo caso, ese eje se mueve en base a hechos futuros, hipotéticos, y cuya fecha está indefinida. El reencuentro, asado mediante, con tus viejos, que quedaron en tu pueblo. Una noche para compensar los días de distancia con la pareja, separada de tu morada debido al confinamiento en casa propia. El primer partido con la banda, actividad abandonada por fuerza mayor hace ya un considerable tiempo. No hay fechas, solo deseos.
Nos queda el pasado. Área que está siendo cubierta y recubierta por los transeúntes de esta pandemia. Alcanza con ver el elenco de una película con más de treinta años desde su lanzamiento, reagrupándose vía Skype. Una banda que se jura volverse a reunir, amén de una separación que ya lleva un lustro, cuando la cuarentena obligatoria llegue a su fin. Un artista semirretirado que, desde un rincón del patio de su casa, le regala un pequeño número a un fan. Ofrendas al sostén anímico necesario para afrontar este impensado capítulo de la historia humana.
¿A qué no saben qué frase viene a continuación? Claro que sí: ¡El fútbol no se queda afuera! Y bien cabría hablar aquí del particular recorrido que están haciendo algunos canales de deportes (o, mejor dicho, canales de fútbol). De Copas del Mundo, a partidos destacados de la máxima categoría, y de ellos, a especiales de ascensos históricos. ¿Y quién podría culparlos? Nos entretiene -o más aún, nos mantiene distraídos- a quienes incluso lo vemos en diferido a posteriori, vía YouTube.
Es curioso también ver el genuino esfuerzo de algunos programas de análisis de fútbol, aunque muchos de ellos ya devenidos desde hace años en programas de análisis sobre los que dicen analizar al fútbol, por reciclar debates que tranquilamente ya podríamos considerar cerrados, desempolvar anécdotas y bromear con el look hogareño de uno de sus panelistas para, de alguna forma, revertir ese tiempo muerto de noticias que posee el aire en el ámbito de la redonda. Pero, ¿quién puede culparlos? ¿Acaso ninguno de nosotros ha consumido, por lo menos un puñado de minutos, de la innecesaria discusión respecto a discrepancias entre campeones del ’78 y campeones del ’86?
Este coma inducido en que ingresó el deporte rey traerá consecuencias económicas significativas. Si un club de los denominados “grandes” está sudando para ver cómo cubrirá sus sueldos, uno no puede imaginarse qué pasa por la mente de un club de la C o de la D, ni hablar de clubes de barrio que no son solo proveedores de talentos futuros, sino un lugar de entrenamiento, reunión, alimento y esparcimiento para diferentes comunidades a lo largo del país. Es aún poco claro cómo serán los torneos de aquí en más, dónde se transmitirán y, mucho más, avecinarse hacia cuándo volverá el público.
Estamos a mitad de camino de Qatar 2022 y no se ha disputado ni un minuto de Eliminatorias en nuestro continente, la Copa América de este año fue, debidamente, pospuesta al siguiente, y el propio país anfitrión del Mundial llegó a ser cuestionado en torno a su capacidad de financiar el multimillonario costo del evento, debido a la caída en el precio del petróleo. La única duda que nos pica en la nuca es si, de hecho, existe una difusión de información concreta sobre esto, incluso si de eventos solidarios respetando la cuarentena se tratase, o si nos tomará desprotegidos, casi tanto como las noticias sobre un virus que dejaba de ser un fenómeno lejano para pasar a tocarnos el timbre.
¿Dónde quedaron las previas de los partidos con Diego Maradona regalando frases, envuelto en su buzo de Gimnasia? ¿En qué anda la mueca de Juan Román Riquelme, desde un palco, con los brazos estirados sobre la baranda, solo movilizándose para llevarse un mate al buche? ¿Qué fue de los batacazos de la Copa Argentina, el Estudiantes de Javier Mascherano y Marcos Rojo, la chicana entre diablos y académicos por el cruce de vereda de Sebastián Beccacece, o la aventura de Ricardo Caruso Lombardi al mando de Belgrano?
No lo sé. De alguna manera están, suspendidos en el aire. El aire de la tele, untando relleno por doquier. El aire de la calle, que por ahora solo se puede atajar con el barbijo.
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- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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