Historias
Primaveras: Ucrania en Alemania 2006
Desde el reconocimiento de su independencia de la Unión Soviética en 1991, la República de Ucrania comenzó a estructurar su vida como nación independiente en sus facetas políticas, sociales y jurídicas. Claro que a este desarrollo no escapa el fútbol, deseoso de aprovechar la soberanía para comenzar a construir un equipo nacional ucraniano que pudiera pisar fuerte en el Viejo Continente, algo que la URSS estuvo cerca de lograr, pero que le fue esquivo en forma definitiva.
Para comienzos del año ’92, Ucrania intentó ser aceptada por la FIFA para participar de las Eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo de 1994, las cuales iniciaban en abril. Dicha posibilidad fue vetada por los popes de la redonda, postergando las expectativas de competición ucranianas para lo que sería la clasificación a por un sitio en la Eurocopa de 1996. Dicha desilusión se condensó con las inevitables trabas y desprolijidades que el derrumbamiento de un sistema sólido –la matriz deportiva soviética- conllevó. En primer lugar, el “primer” entrenador de la Selección de Ucrania jamás llegó a asumir. En vísperas de lo que sería su presentación oficial, un amistoso frente a Hungría, los directivos pioneros tenían abrochado a Valeriy Lobanovskyi, entrenador de la URSS en tres etapas distintas entre los ’70 y los ’90, quien era considerado una leyenda por aquellos pagos, mote logrado gracias a sus galardones y conocimientos a disposición desde la banquilla. En lo que era la descomposición del equipo de fútbol rojo, Ucrania ansiaba quedarse con la tajada más grande de pastel.
Sin embargo, las cosas saldrían difíciles desde el vamos. El míster Lobanovskyi se encontraba comandando los destinos de la Selección de los Emiratos Árabes Unidos, y cuando los dirigentes de aquel sitio olfatearon el interés ucraniano por su DT, fortalecieron las dificultades del contrato en la matriz de desvinculación, obstaculizando el arribo del susodicho al banco de suplentes del país europeo. ¿Resultado? Lobanovskyi fue descartado y la joven Federación de Fútbol de Ucrania se inclinó por el plan B, Viktor Prokopenko, quien alternaba su posición como técnico del Chornomorets con su rol como seleccionador. Solo duraría unos pocos meses al mando, los suficientes para estar a cargo del primer once ucraniano en un partido oficial –esto es, reconocido por la FIFA-: el 29 de abril de 1992, en Uzhhorod, Bielorrusia, la Selección de Ucrania enfrentó a sus pares de Hungría. ¿El resultado? Caída por 3-1 para los debutantes, aunque viendo la antesala del cotejo, el caos preparativo hacía ver obvio que una victoria era algo sumamente difícil si las cosas partían con dificultades desde el inicio.
¿Qué fue lo que pasó, puntualmente? En primer lugar, las disputas por jugadores en el terreno de la desintegración de la Unión Soviética. Para 1992, la disolución de aquel estado socialista había dado pie a un numeroso cuadro de comités y planes transitorios. El fútbol fue la excepción. Se conformó el Commonwealth of Independent States como una escuadra provisional en nombre de la Federación de Fútbol de la Unión Soviética, que para ese entonces representaba a una nación que ya no existía. El agregado en este asunto es que a dicho conjunto le correspondía tomar la plaza de la URSS en la Eurocopa de 1992. Mientras el fútbol ucraniano veía soberanía por vez primera, los muchachos del CIS se encontraban en los preparativos para el mencionado torneo. La disputa por la potestad de las convocatorias favoreció a estos últimos, amén de que conformaran un plantel mayormente compuesto por jugadores de origen ruso.
Para colmo, los llamados para disputar el match contra Hungría también se vieron dificultados por los problemas administrativos que afrontaba Ucrania. Su cuerpo de embajadas en el extranjero era prácticamente inexistente, sumado a que carecía de fondos suficientes para costear los viajes hacia Bielorrusia de la totalidad de sus futbolistas. El DT Prokopenko debió reformular sus tácticas a jugadores del ámbito local, siendo en su mayoría hombres del Chornomorets que él mismo comandaba. Como “refuerzo” de aquel once arribó nada más y nada menos que Oleg Salenko, el romperredes del Dinamo de Kiev que escaso tiempo después optaría por representar a Rusia.
Después de la caída por 1-3 –el primer gol oficial ucraniano fue obra del delantero Ivan Hetsko-, el contexto lejos estuvo de calmarse. Prokopenko fue despedido con apenas un partido al hombro, y fue reemplazado por sus dos asistentes, Lenoid Tkachenko –entrenador en simultáneo del FC Metalist Kharkiv- y Mykola Pavlov –al mando del Dnipro Dnipropetrovsk-. Sin posibilidades de competir por un sitio en la Copa del Mundo del ’94, Ucrania acumuló un puñado de partidos amistosos donde no conoció la victoria: 0-0 ante Estados Unidos, 1-2 frente a Hungría, 1-1 con Bielorrusia y finalmente un 3-3 con Polonia, este último de manera no oficial. El desorden administrativo, la escasa proyección internacional del conjunto y la herencia que la selección rusa adquirió oficialmente de las mieles de la URSS generó que algunos players optaran por formar parte de dicho seleccionado.
Para fines de 1994, Ucrania fue habilitada para participar de la clasificación rumbo a la Euro ’96. Su primera aparición en fase de grupos de la eliminatoria fue en la caída 0-2 de local ante Lituania. No repuntaría su suerte en un grupo que tuvo como clasificados a Croacia e Italia. Los ucranianos, cuartos de seis, acumularon cuatro victorias, un empate y cinco derrotas. De cara a Francia 1998, su performance mejoraría notablemente, finalizando segunda –a solo dos puntos de la clasificada Alemania- en el Grupo 9, condenando a Portugal a la eliminación vía tercer puesto y accediendo a la repesca europea contra Croacia. 0-2 y 1-1 fueron los resultados que dieron el pasaje al Mundial a los croatas, que serían rivales de Argentina en suelo francés.
La década del ’90 cerró para la Selección de Ucrania con un accidentado optimismo. El desorden de la desintegración soviética dejaba de visibilizarse para dejar paso a un equipo nuevo que anisaba protagonismo. Lentamente empiezan a asomar futbolistas como el guardameta Oleksandr Shovkovskiy, el defensa Vladislav Vashchuk, el volante Serhiy Rebrov y el delantero Andriy Voronin, además de la gestación de la leyenda de Andriy Shevchenko. El proceso de cara a siquiera una clasificación a un torneo de peso, sin embargo, fue lento. Rumbo a Corea-Japón 2002 accedió nuevamente a la repesca como segunda del Grupo 5: Alemania fue su rival, que lo despachó con un global de 2-5. Retrocedió en su deseo de acceder a la Eurocopa de 2004, quedando tercera cómoda de un grupo que tuvo como clasificados a Grecia y España, y quedando solo por encima de Armenia e Irlanda del Norte.
Corría el año 2003 cuando al banco de suplentes celeste y amarillo arribó Oleg Blojín, un ex delantero de los años ’80, vieja gloria del fútbol soviético y entrenador que, amén de su origen ucraniano, había desarrollado toda su trayectoria como DT en el fútbol de Grecia, dirigiendo los destinos de PAOK, Olympiacos FC, AEK Atenas e Ionikos FC. Su único título databa de 1992, cuando se hizo con la copa local, obra de su Olympiacos. Con 54 años, su primera posibilidad de peso era dirigir a Ucrania rumbo a Alemania 2006. ¿Qué motivos escondían su contratación? Principalmente, el perfil asimilable al de su padre futbolístico, el mencionado Valeri Lobanovski. Con él en el banco de suplentes, Blojín fue pieza clave del mítico Dinamo de Kiev de los ’80, que entre 1974 y 1987 se hizo con catorce títulos domésticos en la URSS, entre liga, copa y supercopa. No en vano este atacante fue balón de oro en el ’75, siendo considerado una gloria en sus pagos. La mística de aquel Dinamo era lo que ansiaba recrear el seleccionado ucraniano bajo su tutela.
El Grupo 2 de las Eliminatorias europeas rumbo a Alemania 2006 era impredecible. Ucrania compartía plaza con la última campeona continental, Grecia, un equipo que había salido tercero en el último Mundial, Turquía, y un conjunto que había dicho presente –superado en fase de grupos- tanto en la WC del 2002 como en la Euro del 2004, Dinamarca. Relegados a puestos menores quedaban Albania, Georgia y Kazajistán. La paridad entre el trío que ansiaba el lugar de clasificación directa fue ardua, pero la impecable actuación ucraniana se vio potenciada por una efectividad clave que se complementó con los tropezones de sus rivales en momentos de definición. Los ucranianos llegaron invictos a la antepenúltima jornada sabiendo que si el escolta Turquía igualaba con Dinamarca, y ellos arañaban un punto de su visita a Georgia, la clasificación sería un hecho. Y así fue, efectivamente. Turcos y daneses igualaron 2-2. El empate en uno de Ucrania convirtió al 3 de septiembre de 2005 en un día histórico para aquella nación: tenían un lugar en una Copa del Mundo. Con el pasaje asegurado, los muchachos de Blojín encararon los últimos dos cotejos con mayor tranquilidad; derrota 0-1 ante Turquía y un 2-2 frente a Albania. Primera de su grupo, en 12 partidos el seleccionado logró siete victorias, cuatro empates y tan solo sufrió una derrota. El goleador del team fue, quien otro sino, Shevchenko, con seis tantos. Comenzaron a asomar otros complementos del once como Oleksiy Byelik y Andriy Rusol. La misión estaba cumplida. Y la competición futbolística por excelencia asomaba en el horizonte.
Ucrania quedó encajada en el Grupo H de la Copa del Mundo. Compañeros suyos en aquel rincón del Mundial eran España, Túnez y Arabia Saudita. A priori, parecía que el acceso a octavos de final lejos estaba de ser un imposible. Sin embargo, la dificultad del rival español obligaba a los ucranianos a pensar solo en la posibilidad de victorias ante los dos integrantes restantes para propiciar una clasificación tranquila. Los amistosos preparativos dejaron un saldo positivo, aunque con un dato que no podemos esquivar. Quitando el partido con Italia (0-0), el seleccionado celeste y amarillo enfrentó a combinados de índole menor: 0-0 con Azerbaiyán, 4-0 ante Costa Rica, 3-0 a Libia y mismo resultado ante Luxemburgo. Posteriormente, Ucrania se asentaría en Potsdam, Brandemburgo, en la cuenta regresiva de cara a sus primeros 90 minutos en una copa del mundo.
De los 23 convocados, solo cuatro no participaban en la liga ucraniana: los volantes Andiry Husin (PFC Krylia, Rusia), Maksím Kalinichenko (Spartak Moscú, ruso también) y los delanteros Shevchenko (Milan de Italia) y Voronin (Bayer Leverkusen de Alemania). Para la presentación, Blojín presentó un 4-4-2 defensivo confiando sumamente en la solidez del bloque defensivo (Volodymyr Yezerskiy, Vladyslav Vashchuk, Andriy Rusol y Andriy Nesmachniy), la contención como centrocampistas que podían generar Anatoliy Tymoshchuk y Andriy Husin, Ruslan Rotan por izquierda, Oleh Husyev por derecha, AS y Voronin arriba. El cotejo ante España, primero en la fase de grupos, fue un duro golpe para la escuadra. A los 17 minutos del primer tiempo, el resultado ya era 2-0 para los ibéricos. El marcador final sería un contundente 4-0 a favor de los dirigidos por Luis Aragonés. Baldazo de agua fría para los de Europa Oriental.
«El que mantenga esta actitud no volverá a jugar en la Selección«. La frase retumbó en la conferencia de prensa, donde el aire se cortaba con una tijera. «Estoy muy decepcionado. Noté la falta de voluntad del equipo. Estoy triste y no lo puedo tolerar«. Las palabras del entrenador Blojín, a años luz de poner paños fríos a la derrota, desnudaban las carencias en el campo de juego que exhibió su escuadra. El riesgo de un desmoronamiento total y una crisis en el plantel caminaba por los pasillos del predio en la concentración de cara al duelo con Arabia Saudita. El antecedente de lo hecho por Bulgaria en Francia 1998 (se despidió en primera ronda tras un 1-6 ante España y con el plantel dividido por disputas con el entrenador) aceitaba el temor a que la primera vez de Ucrania en un Mundial termine de forma fugaz.
En la tarde alemana del 18 de junio, Ucrania fue otro equipo en la cancha. Con un mediocampo capaz de generar una peligrosa asociación con Shevchenko y Voronin, sumado al talento individual del volante por izquierda Maksym Kalynychenko, un acierto del DT. Kalynychenko había visto el encuentro vs. España desde el banco de suplentes e ingresó al once titular para el cotejo contra Arabia, del cual fue figura absoluta. Él, Rusol, Rebrov y el delantero del Milan fueron los autores de la goleada por 4-0 ante los asiáticos. El pesimismo del debut despejaba la perspectiva para una chance real y reluciente que ilusionaba a una nación entera, la de sacar pasaje a octavos de final.
El último partido de la fase inicial para los ucranianos los ponía enfrente de Túnez, que había acumulado hasta aquel momento un empate ante los árabes y una derrota 1-3 ante los españoles, está última bastante dolorosa si se tiene en cuenta que hasta veinte minutos del final, los africanos ganaban por la mínima. Con el país ibérico asegurando su participación en la siguiente ronda, Ucrania sabía que una victoria le aseguraba la clasificación. En su defecto, lograr el empate y esperar que Arabia caiga ante los (otros) europeos. El simultáneo de los dos partidos hacía vibrar la expectativa de los muchachos de Blojín. El empate en cero con los tunecinos no se quebrantaba, aunque la victoria parcial de España ante los saudíes los dejaba con vida. En un partido trabado y mediocre, las chances no abundaban ni de un lado ni del otro. El sostén ucraniano pasaba por la distribución del mediocampista Tymoschuk, orquestador de la resistencia celeste y amarilla. La tranquilidad definitiva arribó cuando Shevchenko, desde el punto de penal, selló la victoria por la mínima. Ucrania, a octavos de final.
Tan solo tres días separaban a la escuadra del choque que se aproximaba a por un lugar en cuartos de final. En Colonia, el 26 de junio, la lógica indicaba que el rival de Ucrania, segunda del grupo H, debería ser la Francia de Zinedine Zidane, candidata a hacerse con el primer puesto en el Grupo G. Sin embargo, la buena tarea hecha por Suiza catapultó a dicho país al primer lugar, relegando a los azules al segundo. ¿Resultado? Suiza-Ucrania era el duelo definitivo. Por un lado, un team nuevo en dicho ámbito que ansiaba sacar ventaja de la docilidad suiza, posibilidad hija de evitar cruzarse con los siempre peligrosos franceses. Por el otro bando, un conjunto que no conocía la fase posterior a octavos desde 1954, cuando fue anfitrión de la Copa del Mundo. Y la pelota empezó a rodar.
No corrían treinta minutos del primer tiempo y ambos conjuntos habían estrellado un balón en los palos del otro. Sin embargo, sería Ucrania quien tendría las chances más claras en el complemento, aprovechándose de cierta desprolijidad defensiva de los suizos. El cero no se rompía, y así pasó el tiempo reglamentario, los descuentos y el tiempo extra. El empate sin goles obligaba a definir la suerte en los penales.
El cansancio y las muecas de nerviosismo eran un cóctel explosivo. Los pies pesaban. La chance de hacer historia se entremezclaba con el temor a la derrota. La figura Shevchenko se encargó del primer penal. Capricho de aquella redonda, el remate fue desviado por el guardameta Pascal Zuberbühler. Y la leyenda se dejó ver más humana que nunca. El golpe de la pena máxima desperdiciada por el romperredes, sin embargo, no fue material de distracción para el frío portero ucraniano Shovkovskiy. 31 años, metro noventa, rostro duro como piedra e histórico hombre del Dinamo de Kiev, lugar que lo acobijaba desde 1993. Primero detuvo el remate del delantero Marco Streller. Observó cómo su compañero Artem Milevskiy cambiaba su remate por gol. Se deleitó al ver que el siguiente pateador suizo, Tranquillo Barnetta, estrellaba su tiro en el travesaño. Rebrov cambió su penal por gol en el acto siguiente. De origen español, pero nacionalidad suiza, Roberto Cabañas era el responsable de sostener la ilusión de su patria en pie. El arquero de Ucrania sabía que si lograba evitar el ingreso del balón en su valla, la clasificación era pan comido.
El disparo fue a la derecha, mismo sitio hacia donde el cuerpo de Shovkovskiy se movió. Sus manos detuvieron la bola dando un rebote corto. Penal atajado. Si el siguiente lanzador, Gusev, metía su oportunidad, los ucranianos serían parte de los cuartos de final de Alemania 2006. El referí entonces pitó. El balón fue a la izquierda, Zuberbuhler a la derecha. La red se movió con violencia. Y los fanáticos ucranianos inauguraron un grito de gloria inédito hasta entonces. En una esquina del césped, un punto amarillo coreaba agónicamente por la hazaña. Los jugadores se felicitaban y contenían el llanto. Luego se acercaron al rincón de sus seguidores para compartir la conquista. ¿Y el arquerito? Galardonado con el premio al Man of the Match y hacedor de un récord para la historia: es el único arquero que, en tanda de penales de una Copa del Mundo, no recibió gol alguno en contra. Mientras este galardón era otorgado a dicha estrella del partido, las calles de Kiev se inundaban de hinchas de rostros colorados y gargantas próximas a la afonía.
La dificultad ahora tomaba niveles monumentales. La Selección de Italia era el rival a enfrentar. Y el juego algo brusco y de escasa proyección de Ucrania, que había sido suficiente para contener a Túnez y Suiza, se vio vulnerado rápidamente. A seis minutos del inicio, Gianluca Zambrotta puso en ventaja a los de Marcello Lippi. La respuesta de los europeos orientales fue rápida, pero se topó con dos pilares de aquel conjunto tano, el mediocampo que componían Mauro Camoranesi, Andrea Pirlo, Gennaro Gattuso (figura del partido) y Simone Perrota, y una actuación descomunal del arquero Gianluigi Buffon. En el complemento, un doblete de Luca Toni catapultó a Italia a semifinales. Ucrania quedaba eliminada. Y si bien la tristeza inundó los rostros de los jugadores, un fuerte abrazo, uno a uno y con su entrenador, se hizo sentir entre aquellos embajadores que dejaron en alto el nombre del fútbol ucraniano. Fueron recibidos con honores en sus pagos. Ucrania cayó en la misma instancia que Argentina, Inglaterra y Brasil. En 1993, se ubicaban en el ranking 90° de la FIFA. 2006 los hallaba en el 13°. A pocos días de concluida la Copa del Mundo, se realizó un amistoso en Kiev ante Azerbaiyán, donde los de Blojín –confirmado para continuar en el cargo- ganaron 6-0. El futuro era promisorio y material para cuadrar un proyecto a largo plazo había. Entonces, ¿qué sucedió?
A comienzos del 2007, la UEFA confirmó que Ucrania sería, junto con Polonia, anfitriona de la Eurocopa 2012. Tamaña responsabilidad acompañaba la necesidad de componer un equipo sólido para hacer un papel digno en dicha competición. Claro que primero estaba la Euro de Austria y Suiza en 2008. Dentro del Grupo B para la clasificación a dicho evento, los ucranianos comenzaron con resultados que daban lugar a la expectativa. Debut con victoria 3-2 sobre Georgia, caída 0-2 ante Italia, triunfo 2-0 ante Escocia, mismo resultado a favor ante Islas Feroe y tres puntos a casa con el 1-0 ante Lituania. Sin embargo, la debacle se hizo presente en la escuadra ex mundialista. Tras aquel partido ante los lituanos, Ucrania pasó cuatro jornadas de la eliminatoria sin conocer la victoria. Consiguió oxígeno –ya en la segunda rueda- con un 5-0 ante los isleños de Feroe, pero sus chances de clasificación eran prácticamente nulas. La caída 0-2 frente a Lituania en la anteúltima jornada sepultó sus ansias de jugar la copa. A fin del 2007, Oleg Blojín renunció a la dirección del seleccionado tras cuatro años al mando. Su reemplazo sería el técnico del Sub-21, Oleksiy Mykhaylychenko.
Ucrania hizo un papel sumamente digno en las Eliminatorias rumbo a Sudáfrica 2010. Con Inglaterra puntera del Grupo 6, peleó hasta la última jornada el segundo lugar de dicha zona con Croacia. Una victoria por la mínima justamente ante los ingleses, añadida a un 6-0 ante la débil Andorra, le permitió ser la número dos de la fase y acceder a la repesca europea. Enfrente tenía a Grecia, rival que a priori se asimilaba como accesible. Sin embargo, el conjunto helénico se hizo fuerte. Empate en cero en la ida en Atenas y victoria para la visita en la vuelta disputada en Kiev. Ucrania no podría revalidar lo hecho en Alemania 2006 en suelo sudafricano.
La Eurocopa de 2012 sería la primera en la historia que disputaría la Selección de Ucrania. Y nada menos que siendo una de las organizadoras de la competición. Poco más de un año atrás, en abril del 2011, el propio Blojín había regresado a la dirección técnica del combinado nacional con la misión de hacer una tarea digna en territorio local. Los preparativos para el torneo no fueron demasiado promisorios. Cuatro amistosos, dos victorias (3-2 a Israel y 4-0 a Estonia) y dos derrotas (2-3 ante Austria y 0-2 ante Turquía). En el Grupo D, Ucrania tenía un camino difícil de superar: Suecia, Francia e Inglaterra eran sus compañeros de fase. Nunca arribaría a la etapa siguiente; debutó con un promisorio triunfo por 2-1 sobre los suecos (doblete de Shevchenko), para luego enfilar derrotas ante ingleses y franceses, 2-3 y 0-1 respectivamente. Temprana caída en casa. El DT culminaría su nuevo ciclo una vez finalizada la mencionada experiencia.
Su sustituto sería el sexagenario Mykhaylo Fomenko, quien contra todo pronóstico tomó a un equipo malherido y lo enderezó en las competiciones que aparecían en el calendario futuro. Ucrania quedó a las puertas de Brasil 2014, tras finalizar segunda en la tabla a solo un punto del líder del Grupo H, el combinado de Inglaterra. La repesca europea hizo que chocara con Francia. La ida fue 2-0 para los de celeste y amarillo, pero inexplicablemente la clasificación se le escurrió de las manos al pisar suelo parisino. Los franceses ganaron por 3-0 gracias a una excelente actuación del defensa Mamadou Sakho, hombre del Liverpool en aquel entonces, y autor de un doblete en ese cotejo. Ucrania se quedaba sin nada, nuevamente.
Sin embargo, el trasfondo de la UEFA había craneado una apertura futbolística que beneficiaría a la Selección de Ucrania, amén de la performance que realizaron los de Europa Oriental en las Eliminatorias rumbo a la Eurocopa de 2016. Del formato de 16 equipos participantes, ahora se pasaba a 23 naciones a clasificar para el torneo (excluyendo a la organizadora). Ucrania realizó una campaña discreta en el Grupo C, quedando tercera por detrás de Eslovaquia y España, con seis victorias, un empate y tres derrotas. Dicha actuación le valió una plaza para los play-off, donde el rival era el seleccionado de Eslovenia. Un 2-0 de local y un empate en uno como visita fueron las cifras que le permitieron a Ucrania decir presente en Francia 2016. En el proceso anteriormente mencionado, aparecen nombres como el portero de FC Shaktar Donetsk, Andriy Pyatov, del mismo equipo el mediocampista Viktor Kovalenko, el volante del Manchester City Oleksandr Zinchenko y los atacantes Yevhen Konoplyanka, del Schalke 04, y el hoy futbolista del Borrusia Dortmund, Andriy Yarmolenko. La actuación ucraniana en la Eurocopa fue paupérrima. Encajada en un grupo a priori accesible (Alemania, Irlanda del Norte y Polonia), y aún con la chance de avanzar de instancia como mejor tercero, los muchachos de Fomenko cayeron 0-2 ante los alemanes en el debut, mismo resultado desfavorable se dio ante los norirlandeses y, como despedida, un 0-1 ante los polacos. Fue la única actuación en no cosechar siquiera un punto, y terminó en el último puesto en la tabla general.
A más de una década de la hazaña del año 2006, y con los escasos resultados obtenidos en lo posterior, los integrantes del plantel de aquel Mundial son vislumbrados como héroes en lares ucranianos. Anatoliy Timoshchuk fue una de las figuras de aquel equipo. Su actuación en la Copa del Mundo de Alemania le valió posteriormente un pase al Zenit ruso y luego al Bayern Munich. En 2016 colgó los botines, despidiéndose de la actividad profesional defendiendo los colores del Kairat Almaty de Kazajistán. En una entrevista para la página oficial de la FIFA, recordó los buenos viejos tiempos en suelo germano: «Prevaleció nuestro deseo de redimirnos. No es que nuestros rivales fueran flojos. Simplemente, nos ayudó el hecho de que queríamos demostrar que el partido contra España había sido un accidente. Nuestra misión era superar la fase de grupos y todos sabíamos los resultados que debíamos sacar». No perdió oportunidad para rememorar el día más glorioso, en que triunfaron frente a Suiza. «Aquellos penales y las emociones tan intensas que los rodearon siguen siendo mi recuerdo más intenso de aquel torneo. También me acuerdo del apoyo de nuestros aficionados, que habían recorrido un largo camino para llegar hasta allí, y de la organización del Mundial. Todo funcionó como un reloj«.
Hay quienes dicen que cuando uno toma tanta distancia de sus horas más triunfantes, puede recordarlas con una alegría pura que brilla a la distancia o como un mero melancólico que nunca logró siquiera recrear esas sensaciones. Ucrania hoy se encuentra en este último escalón. Los jugadores partícipes del 2006 se encuentran en su mayoría retirados, dándole paso a una nueva generación. Reinventarse es la meta que los hoy componentes de aquel combinado nacional tienen como premisa. En su trayecto a Rusia 2018, forman parte del grupo más disputado de la Eliminatoria europea: el I tiene a Croacia como puntera con 16 puntos, igualada en dicho factor con Islandia, sacando ventaja los primeros por diferencia de gol. Turquía y Ucrania, luego, están con 14 puntos cada uno. Lejos del terreno de batalla a por un lugar se encuentran Finlandia (7 puntos) y Kosovo (1). Son dos partidos los que los ucranianos tienen enfrente, visitan territorio kosovar y luego recibirán a los croatas en lo que será, posiblemente, un duelo definitivo para ambos lados.
¿Qué quien se encarga de las tácticas de los ucranianos? Casi como si toda esta historia fuera un círculo que se cierra prolijamente, es Andriy Shevchenko el entrenador del seleccionado, como aquel héroe que regresa a su tierra para sanar a los malheridos. ¿Se trata todo esto de las ganas de volver a ser? Volver es imposible, damas y caballeros. Alemania 2006 terminó hace mucho tiempo. Pero ser… Bueno, dicen por ahí que nunca es tarde para vivir la vida que deseas. Y Ucrania desea volver a sonreír gracias a esto tan lindo que tenemos en estas líneas, y que llamamos fútbol.
- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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